Espacio de opinión de Tenerife Ahora
La grata ecuación del Carnaval
Santa Cruz de Tenerife goza ya con su Carnaval en la calle. Después de tres semanas de intensa actividad sobre el escenario, con la celebración de la mayor parte de los concursos y galas, la fiesta se traslada al corazón de la capital.
La noche y el día se dan la mano, según hábitos y preferencias, en un trasiego continuo de gente alrededor de la festividad más esperada del año. Su carácter abierto y callejero dota a esta cita de una personalidad propia, favorecedora del encuentro entre vecinos de la ciudad y visitantes llegados de otros puntos de la isla y de las nacionalidades más diversas. Nadie puede sentirse extraño en esta convocatoria alegre, bullanguera y desenfadada, cuya agenda hasta el domingo de Piñata nos reserva todavía mucha actividad.
El balance de la primera parte del Carnaval, concentrado fundamentalmente en el Recinto Ferial, deja buenas sensaciones. La Gala de elección de la Reina, el acto principal de este apartado de la celebración, gozó de una obertura considerada por un amplio sector del público. Sucede algo parecido con el dinamismo logrado dentro de un espectáculo de sus características, donde se trata de compendiar la diversidad de grupos y personajes que reúne nuestra apreciada fiesta.
La tarea resulta compleja pero creo que su director, Juan Carlos Armas, ha conseguido completarla de manera satisfactoria. Sucede igual con las murgas, comparsas y agrupaciones participantes en los diferentes certámenes, que se han desempeñado con todo el esmero y la dedicación.
Llegados a esta fecha, el primer domingo de las fiestas, nos disponemos a vivir un encuentro en pleno auge, cada vez más apreciado, como es el Carnaval de Día. Con su organización, sumada a la del próximo Sábado de Piñata, la celebración recupera todo el jolgorio matinal y vespertino que le caracterizó en otros tiempos.
Sin necesidad de restarle un ápice al encanto y esplendor de la noche, no cabe duda de que esta otra reunión bajo la luz del día favorece la confluencia familiar, con un público más heterogéneo, de todas las edades. Además, esta prolongación horaria propicia también la dinamización económica de la ciudad, que es algo que nos ocupa desde el inicio del mandato en el Consistorio, especialmente en lo referido a la hostelería y la restauración.
De este modo, el Carnaval vuelve a generar ingresos para muchos pequeños y medianos negocios de Santa Cruz, que hasta no hace mucho padecían los efectos de una recesión indisimulable. Se trata de una buena noticia, en sintonía con la recuperación económica que venimos advirtiendo en el municipio, con síntomas evidentes en sectores como el comercio y el turismo, además de los citados.
Y otro ejemplo concreto podemos apreciarlo en estas jornadas, con la presencia entre nosotros de alrededor de 80.000 cruceristas, además de una ocupación del 83 por ciento en los establecimientos hoteleros de esta capital, cada vez más turística. Confío en que esta coyuntura continúe reflejándose de manera nítida en la generación de empleo.
A lo largo de estos últimos años, hemos conseguido gastar menos en la organización de un Carnaval con idéntica o superior brillantez y que deja más ingresos en Santa Cruz. El resultado de esta grata ecuación no es consecuencia del azar sino de la constancia en el trabajo. Advertimos que era posible y el tiempo nos ha dado la razón. Aprovechemos ahora para disfrutar de estas fechas con la alegría y diversión que distinguen a nuestro Carnaval, unido a algo primordial como la seguridad, teniendo en cuenta su carácter multitudinario, lo cual consolida su liderazgo internacional.
Santa Cruz de Tenerife goza ya con su Carnaval en la calle. Después de tres semanas de intensa actividad sobre el escenario, con la celebración de la mayor parte de los concursos y galas, la fiesta se traslada al corazón de la capital.
La noche y el día se dan la mano, según hábitos y preferencias, en un trasiego continuo de gente alrededor de la festividad más esperada del año. Su carácter abierto y callejero dota a esta cita de una personalidad propia, favorecedora del encuentro entre vecinos de la ciudad y visitantes llegados de otros puntos de la isla y de las nacionalidades más diversas. Nadie puede sentirse extraño en esta convocatoria alegre, bullanguera y desenfadada, cuya agenda hasta el domingo de Piñata nos reserva todavía mucha actividad.