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Ojalá que llueva café

En los pasados Carnavales, a 76 días de las elecciones, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, es decir, CC, anunció que iba a traer a uno de mis cantantes favoritos, Juan Luis Guerra. Ahora, el coste del concierto se ha convertido en lo que algunos están llamando caso Juan Luis Guerra.

El problema no está en si la cuantía que el Ayuntamiento pagó al cantante de la Bilirrubina fue elevada o no, aunque ese es otro debate susceptible a tratar, el problema está en cómo estamos acostumbrados a gestionar las cosas en esta nuestra tierra canaria.

“CC fabricó dos pliegos técnicos distintos para elevar en 90.000 euros el precio del concierto de Juan Luis Guerra”, así contaba MírameTV una noticia que a la par había dado Diario de Avisos. Y es que la cuantía que se abonó por traer a Juan Luis Guerra, 427.837 euros, no coinciden con el pliego de prescripciones técnicas, donde se especifica que el coste fue 339.000 euros. Por lo que sin ahondar mucho en el tema parece que existe un sobre coste.

Desde Coalición Canaria han salido varias contestaciones; la primera fue que se trataba de un “error humano”. El segundo argumento es que no fue un error político, sino técnico. Pero, cuántas posibilidades hay de que se genere “un error humano” con desfase de 90.000 euros respecto a un concierto de tal magnitud. Las dudas están más que justificadas, sobre todo, teniendo en cuenta que la exconcejala de Fiestas, Gladys de León, ha reconocido que se quedó “sin dormir” varias noches porque le preocupaba la magnitud del evento.

Las avispas’

Dicen en Coalición Canaria que “la contratación de Juan Luis Guerra se ajusta a la legalidad” y que “cumple con los requisitos exigibles y con el visto bueno de la intervención municipal”. Tanto el PSOE como Izquierda Unida ya han manifestado que investigarán el bautizado como caso Juan Luis Guerra, añadiendo que, de ser preciso, se acudirá a los Tribunales. Dando bandazos está por otro lado la representación de Alfredo Moré Silva que parece que representaba a Juan Luis Guerra y a Orishas. Y aunque sea cierto que no existe caso ni ilegalidad, no debemos olvidarnos, una vez más, de aquello de que no solo hay que ser honesto u honesta sino, que, además, debemos parecerlo. Lo que ha quedado claro es que, como mínimo, a muchas nos han enturbiado el café, porque las formas de proceder son reprochables, chapuceras y poco transparentes.

En los pasados Carnavales, a 76 días de las elecciones, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, es decir, CC, anunció que iba a traer a uno de mis cantantes favoritos, Juan Luis Guerra. Ahora, el coste del concierto se ha convertido en lo que algunos están llamando caso Juan Luis Guerra.

El problema no está en si la cuantía que el Ayuntamiento pagó al cantante de la Bilirrubina fue elevada o no, aunque ese es otro debate susceptible a tratar, el problema está en cómo estamos acostumbrados a gestionar las cosas en esta nuestra tierra canaria.