Tenerife Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

De pelos y demonios

Cuando era barbilampiño el demonio se llamaba la Unión Soviética, cuando comenzó a salirme la barba se llamaba Cuba, luego, más tarde, cuando ya era un peludo, se llamaba Herri Batasuna, cuando los rizos se alisaron sin pedir permiso se llamó Cataluña, y ahora que me quedan tres pelos se llama chavismo. La pregunta es: ¿cómo se llamará el demonio cuando estemos todos calvos? Vete tú a saber, a lo mejor se llama República Española o República Democrática del Archipiélago Canario.

¿Timaginas? Valdría la pena ser calvos para entonces. El caso es que para todas las épocas, los que tienen mucho que perder fabrican demonios, y cala, vaya que si cala.

Sin ir más lejos, y teniendo en cuenta lo temeroso que somos los canariis, anda la gente preguntado que si es verdad que el de la coleta te quitará una casa si tienes dos, que si esto se va a llenar de venezolanos, que quién es el último de la cola. Y así, aireando el miedo, comienza la gente a asustarse por el probable cambio anunciado.

No obstante, llama poderosamente la atención que, a estas alturas, la derecha y la socialdemocracia que están todos por el lado de allá del centro en dirección este-nordeste, es decir, a la derecha y jugando pa los de arriba, sigan con la cantinela del miedo para ganarse algunos votillos disuadiendo de apuestas arriesgadas por novedades políticas que están apunto de entrar en las instituciones con fuerza por el flanco sur-suroeste.

Aunque también llama la atención que todavía haya personas que se crean semejantes patrañas. No escarmentamos.

Definitivamente, creo que en el debate político actual faltan argumentos y un debate profundo sobre cómo organizar mejor esta sociedad, argumentos que analicen si el tipo de azufre que echan los comunistas y conversos por la boca tiene relación directa con la ingesta de niños y, lo que es peor, de niñas. A Esperanza Aguirre, musa de la Santa Inquisición, y a Bravo de Laguna, redescubridor del pleito insular, les funciona, y tienen un buen pelucón, como si el tiempo no pasara por ellos.

Cuando era barbilampiño el demonio se llamaba la Unión Soviética, cuando comenzó a salirme la barba se llamaba Cuba, luego, más tarde, cuando ya era un peludo, se llamaba Herri Batasuna, cuando los rizos se alisaron sin pedir permiso se llamó Cataluña, y ahora que me quedan tres pelos se llama chavismo. La pregunta es: ¿cómo se llamará el demonio cuando estemos todos calvos? Vete tú a saber, a lo mejor se llama República Española o República Democrática del Archipiélago Canario.

¿Timaginas? Valdría la pena ser calvos para entonces. El caso es que para todas las épocas, los que tienen mucho que perder fabrican demonios, y cala, vaya que si cala.