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Tomadura de pelo

¿Se acuerdan de aquella broma de Halloween que puso en antena Orson Welles y que creó el pánico entre los radioyentes de varias ciudades estadounidenses? Se trataba de la adaptación radiofónica de La guerra de los mundos de H. G. Wells. Muchos ciudadanos que encendieron la radio en un momento determinado llegaron a creer que en realidad el planeta estaba siendo invadido y atacado por marcianos. Recuerdo de pequeña ver una película basada en este hecho y la cara de los oyentes al enterarse de la patraña.

Pues así me acabo de quedar yo y seguro que muchos de ustedes. Con tres palmos de narices. Puede que aquel viernes 27 de octubre, en el que, para llegar a tiempo a mi cita con el taller, tuve que bajar hasta Tegueste mismo y volver a subir a Guamasa por El Socorro para evitar el sobrecalentamiento de mi coche, mientras la cola avanzaba a paso milimétrico por la TF-5 en sentido norte debido a un accidente en la vía y mientras, haciendo ese camino casual, escuchaba a Carme Forcadell, hoy expresidenta del Parlamento catalán, que nombraba uno a uno a los miembros de la Cámara que quisieron acercarse a depositar su voto “secreto” (aunque de secreto poco tenían, pues cada voto tenía su padre y su madre más que evidentes) a favor de la independencia catalana.

Lo recordaré siempre porque mientras intentaba orientarme por los vericuetos laguneros iba pensando que aquello podía ser un momento histórico, y a lo largo de mi vida he reconocido con bastante acierto cuáles eran y cuáles no esos llamados momentos históricos. Y aunque sé que lo escuché, tengo la sensación de haberme conectado tarde a la retransmisión del evento o de que nos han tomado el pelo, porque esta señora y todos los miembros de la mesa del Parlamento ahora dicen ante los jueces que declararon la independencia de mentiritas.

Con estos indicios a día de hoy bien pudiera parecer que la aventurilla independentista de esos cuantos iluminados con ganas de protagonismo facilón ha concluido, que ya podemos guardar las banderitas de uno y otro bando y ver de qué manera curamos las brechas de esas heridas abiertas en canal entre los catalanes. Y todo el tinglado acaba como se debería acabar cuando alguien no cumple las normas que rigen este territorio nuestro, con un montón de gente en prisión, acusada de delitos nunca antes vistos y en el mejor de los casos pagando fianzas bastante cuantiosas para el común de los mortales, no así para estos agitadores de masas capaces de reunir sin dificultad muchos miles de euros en tiempo récord, como es el caso de la señora Forcadell, que no tardó ni veinticuatro horas. A saber quiénes habrán apostado por ella y por qué ocultos motivos.

Y pronto muy pronto habrá elecciones en Cataluña y muchos de estos volverán a querer presentarse como candidatos para llevar a cabo nuevamente su erre que erre. Yo me pregunto si les habrá bastado a los imaginarios dos millones de votantes del referéndum del 1 de octubre esta aventura fallida de independencia como para saber que solos no van a ninguna parte, que necesitan del resto de España, de Europa, del mundo. Si les habrá bastado la vergüenza de ver que todos esos iluminados que promovieron esta tomadura de pelo están en la cárcel, que no son presos políticos, como han querido hacernos creer, sino políticos presos por desoír lo que marca la ley para todo hijo de vecino, por ir de listillos y creerse que están por encima de la ley y del resto de nosotros. Si les habrá sido suficiente la subida del paro en el último mes en esa región y la huida de más de dos mil empresas ante la incertidumbre de salirse del paraguas de la Unión Europea y sus comodidades. Si por fin le habrán visto el plumero y la peluca al señor Puigdemont, ese cobarde que salió corriendo porque sabía la que le iba a caer si se quedaba…

No sé por qué pero me temo que no será suficiente, que seguirán ensanguinados en un encontronazo fratricida contracorriente por largo tiempo.

¿Se acuerdan de aquella broma de Halloween que puso en antena Orson Welles y que creó el pánico entre los radioyentes de varias ciudades estadounidenses? Se trataba de la adaptación radiofónica de La guerra de los mundos de H. G. Wells. Muchos ciudadanos que encendieron la radio en un momento determinado llegaron a creer que en realidad el planeta estaba siendo invadido y atacado por marcianos. Recuerdo de pequeña ver una película basada en este hecho y la cara de los oyentes al enterarse de la patraña.

Pues así me acabo de quedar yo y seguro que muchos de ustedes. Con tres palmos de narices. Puede que aquel viernes 27 de octubre, en el que, para llegar a tiempo a mi cita con el taller, tuve que bajar hasta Tegueste mismo y volver a subir a Guamasa por El Socorro para evitar el sobrecalentamiento de mi coche, mientras la cola avanzaba a paso milimétrico por la TF-5 en sentido norte debido a un accidente en la vía y mientras, haciendo ese camino casual, escuchaba a Carme Forcadell, hoy expresidenta del Parlamento catalán, que nombraba uno a uno a los miembros de la Cámara que quisieron acercarse a depositar su voto “secreto” (aunque de secreto poco tenían, pues cada voto tenía su padre y su madre más que evidentes) a favor de la independencia catalana.