Espacio de opinión de Tenerife Ahora
¿Todo vale como alojamiento turístico?
Cierre los ojos. Deje la mente libre. Piense en una experiencia alojativa uÌnica con las siguientes caracteriÌsticas: orgaÌnica, natural, saludable, en contacto con la naturaleza, ecoloÌgica, sostenible, relajada... Seguro que a estas alturas se situÌa usted en un entorno que poco tiene que ver con una ciudad bulliciosa, es posible que esteÌ en una zona tranquila, puede incluso que de montanÌa. PodriÌa ser cualquier casa u hotel rural, de los muchos y buenos que tenemos en las islas, pero no quiero condicionar su imaginacioÌn.
Le sigo dando pistas: magniÌficas vistas, escuchar el canto de los paÌjaros, alimentacioÌn sana... ¿CuaÌntas estrellas le pondriÌa a este establecimiento? Pues aparte de las que pueda contemplar en el cielo, de ser un diÌa despejado, lo cierto es que en Tenerife, por no ir maÌs lejos, hay alojamientos turiÌsticos que supuestamente nos ofrecen todas esas caracteriÌsticas y no cumplen con normativa alguna.
Les pongo solo dos ejemplos. El primero, en Arico, un municipio en el que tambieÌn existe una muy buena e interesante oferta de casas y hoteles rurales legales. Podemos encontrarnos el siguiente alojamiento en la zona de Arico El Nuevo: yurtas ecoloÌgicas (tiendas de origen mongol) a 35 euros la noche, en las que se usa energiÌa solar y agua de lluvia filtrada. Ideal para amantes de la naturaleza, afirman en la plataforma online que las publicita. La finca sobre la que se erigen ocupa una era tradicional y este negocio funciona, seguÌn la informacioÌn de la que disponemos, sin autorizacioÌn de Turismo, sin licencia de apertura, en suelo ruÌstico de proteccioÌn del paisaje... Lo de las yurtas parece que funciona, porque tiene ya competencia en el municipio cercano de Arafo, otro alojamiento del mismo estilo, este algo maÌs barato (20 euros por noche).
El segundo ejemplo lo tenemos en la comarca nordeste de Tenerife, en Bajamar (La Laguna), en la finca Luz Serena. AlliÌ se alquila, tambieÌn a traveÌs de la misma plataforma online, un refugio o choza (hut en ingleÌs, seguÌn la oferta publicada), con capacidad para tres personas, en la que la cocina y el banÌo estaÌn en el exterior, en una zona comuÌn. Esta especie de cabanÌa, cubierta con hojas de palmeras sobre tablones de madera, se alquila a nueve euros la noche. Sus anfitriones aseguran que el dinero recabado va destinado a financiar un proyecto de centro educativo de vida sostenible, impulsado por la denominada asociacioÌn La escuela de la conciencia creativa. Este lugar tampoco cuenta con normativa alguna, ni seguridad, ni autorizacioÌn de Turismo, ni licencia de apertura.
Es evidente que experiencias como estas existen porque hay clientes que las demandan y pagan por ellas. Ni un pero a eso. Sin embargo, me pregunto hace ya alguÌn tiempo coÌmo es posible que haya dos varas de medir a la hora de permitir el desarrollo de un negocio turiÌstico. Porque no nos enganÌemos, hablamos de negocios, con todas sus letras. EstaÌn ellos (los de las yurtas, las experiencias orgaÌnicas y otros miles de ilegales) y luego todos los demaÌs, los que cumplimos a rajatabla con un sinfiÌn de normas que regulan nuestras empresas para que ofrezcan un miÌnimo de garantiÌas de seguridad al usuario que demanda nuestros servicios. Es ese cumplimiento el que nos permite tener un destino liÌder, serio, que millones de turistas eligen cada anÌo.
Nos parece bien que alguien quiera dormir en una yurta o en una choza en medio de una finca en Arico, Arafo o Bajamar, pero esas instalaciones, por las que sus duenÌos cobran una tarifa, la que sea, deben reunir unas condiciones miÌnimas, adaptadas a esa filosofiÌa alternativa, si quieren, ademaÌs de cumplir con el fisco.
No podemos estar repitiendo constantemente que nuestra sociedad avanza y funciona porque pagamos impuestos para que sea posible. Esa leccioÌn deberiÌamos tenerla aprendida hace ya mucho tiempo.
*Presidente de Ashotel
Cierre los ojos. Deje la mente libre. Piense en una experiencia alojativa uÌnica con las siguientes caracteriÌsticas: orgaÌnica, natural, saludable, en contacto con la naturaleza, ecoloÌgica, sostenible, relajada... Seguro que a estas alturas se situÌa usted en un entorno que poco tiene que ver con una ciudad bulliciosa, es posible que esteÌ en una zona tranquila, puede incluso que de montanÌa. PodriÌa ser cualquier casa u hotel rural, de los muchos y buenos que tenemos en las islas, pero no quiero condicionar su imaginacioÌn.
Le sigo dando pistas: magniÌficas vistas, escuchar el canto de los paÌjaros, alimentacioÌn sana... ¿CuaÌntas estrellas le pondriÌa a este establecimiento? Pues aparte de las que pueda contemplar en el cielo, de ser un diÌa despejado, lo cierto es que en Tenerife, por no ir maÌs lejos, hay alojamientos turiÌsticos que supuestamente nos ofrecen todas esas caracteriÌsticas y no cumplen con normativa alguna.