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El virtuoso término medio… que tampoco lo es tanto

Los mitos y tópicos coloquiales forman parte inevitable de nuestro devenir cotidiano, cuando asumimos como cosa propia dichos y aforismos que nada tienen que ver con nosotros. Por ejemplo: lo de “los extremos se tocan”… porque puede suceder que dos actitudes opuestas presenten entre sí más semejanzas que otras más moderadas. ¿Alguna duda de que la repentina irrupción de Vox responde a una necesidad de equilibrar el radicalismo de Podemos?

Estamos asistiendo a una debacle que hace temblar nuestros cimientos sociales, políticos, culturales e ideológicos, con una preocupante movilización a favor y en contra -sobre todo en contra, con carices de alarma cívica- del sorprendente fenómeno. No tan sorpresivo si analizamos que la intempestiva aparición de Vox en el escenario andaluz estaba cantada con varios meses de antelación. Como puede estarlo también su consolidación de futuro inmediato en próximas convocatorias electorales.

¿Por qué se veía venir?... Desde este foro se publicó, hace unos meses, un artículo al respecto: “Es lo que tiene esto de enredar con los muertos”, cuyo párrafo nuclear rezaba así:

“Imprudencia temeraria el repentino oportunismo de intentar exhumar a Franco para montar el poyo… (o pollo). Una ocurrencia macabra e inservible, priorizada sobre el cúmulo de problemas que nos asolan. Con un resultado que solo ha servido para excitar sentimientos e ideologías que estaban apaciguadas y latentes para acomodo de la sociedad y serenidad política, tan conveniente para nuestro Estado de derecho… Pero no. Había que escarbar en lo truculento para significarse políticamente. Error de cálculo con las consecuencias poco gratas de inflamar rescoldos que estaban casi apagados. (Sería deseable que no se tratara de un error premeditado). No se debe enredar con los muertos; no sea cosa que, de tanto removerlo, alguno resucite y vayamos a tener un disgusto. Si así fuera, imagino a más de uno saliendo por patas dejando vendidos a quienes, en su día, dimos la cara porque pudimos y quisimos hacerlo”.

¿Era necesidad estratégica soliviantar ideologías contrarias, casi extinguidas por el paso del tiempo, para justificar el propio fundamentalismo?

Pareciera que la siempre habilidosa estrategia propagandística de ese lado aquí ha fallado con estrépito para fracaso de su planteamiento electoralista. Cada decisión política depende en exclusiva del cálculo de votos que se pueden ganar o perder según se haga. En este caso, los resultados demuestran que la pifia ha sido de órdago a la grande con dos pitos (metáfora dedicada a avezados jugadores de mus).

Todo empezó con una Ley de Memoria Histórica, reducida y priorizada a favor de una de las partes y en contra de la otra, que paulatinamente revivió ideologías adversas, aletargadas en el olvido, de quienes también sufrieron en sus ancestros la barbarie prebélica de masacres inhumanas e imborrables.

El mito de las dos Españas, acuñado por Antonio Machado, dejó de ser un tópico para afianzarse como realidad incuestionable; materializada en formato de bipartidismo político, denostado últimamente por algunos que pretenden cortar su trozo de pastel, pero muy conveniente como estructura equilibrada que puede mantenerse mediante la alternancia democrática, a favor de la supervivencia y dignidad del pueblo soberano… a pesar de sus dirigentes.

Disponemos de un núcleo central bipolar formado por dos adversarios dominantes, para turnarse en el poder y oposición según decidan los votantes en las sucesivas convocatorias electorales. Orbitando en cada una de las respectivas influencias, se acomodan estas dos formaciones menores que extreman y radicalizan el discurso moderado de sus centralizados superiores. A su vez, estos apéndices colaterales acogen como satélites a partidos minoritarios afectos a uno u otro bando. Con lo que se configura un sistema planetario de estructura aceptable en equilibrio aparente.

La virulenta reacción popular contra Vox en algunos escenarios contrasta con la contemplación mediática y social que ha disfrutado Podemos desde su origen. Ambos dentro de la legalidad vigente, por ahora, pero con algunos matices lindando legitimidades poco ajustadas al predicado constitucional por las dos partes... La confluencia de uno y otro en su unción extrema parece radicar en la prevalencia de la visceralidad emocional sobre el uso de razón y el sentido común. Sentimientos primarios por encima de la conciencia inteligente. Convendrá estar todos atentos para evitar que se repitan antiguos episodios nacionales, poco gratos por cruentos e inhumanos.

Estos dos tendrán que batirse el cobre entre sí, en condiciones de igualdad y respeto entre ellos; con nosotros, mayoría, siempre en medio y pendientes.

Insisto: todos los implicados en esta nueva situación política y con vistas a lo por venir que olviden su interés por las poltronas y por el cálculo de votos a favor o en contra; que erradiquen corrupción y nepotismo, que se pongan a trabajar de una maldita vez; que no se insulten más allá de lo éticamente aceptable y que dejen de intentar engañar a los ciudadanos de bien.

Los mitos y tópicos coloquiales forman parte inevitable de nuestro devenir cotidiano, cuando asumimos como cosa propia dichos y aforismos que nada tienen que ver con nosotros. Por ejemplo: lo de “los extremos se tocan”… porque puede suceder que dos actitudes opuestas presenten entre sí más semejanzas que otras más moderadas. ¿Alguna duda de que la repentina irrupción de Vox responde a una necesidad de equilibrar el radicalismo de Podemos?

Estamos asistiendo a una debacle que hace temblar nuestros cimientos sociales, políticos, culturales e ideológicos, con una preocupante movilización a favor y en contra -sobre todo en contra, con carices de alarma cívica- del sorprendente fenómeno. No tan sorpresivo si analizamos que la intempestiva aparición de Vox en el escenario andaluz estaba cantada con varios meses de antelación. Como puede estarlo también su consolidación de futuro inmediato en próximas convocatorias electorales.