El gobierno del Cabildo de Tenerife (CC-PP) aprobará en el pleno de este jueves una modificación de crédito para costear, con un millón de euros, el proyecto técnico necesario para poder acometer la reforma del Auditorio Adán Martín, ese emblemático edificio-escultura que, según confiesa la presidenta insular, Rosa Dávila (CC), “se está cayendo a cachos”. Un informe de esta administración de 2022 cuantifica los trabajos en nada menos que 24 millones de euros (muy lejos de los 2,6 esgrimidos por el consejero de Cultura, José Carlos Acha, ante este periódico hace unos meses) y apunta a la necesidad del cierre de este “templo” de la música durante un año, al menos en las zonas más afectadas por la intervención. No obstante, lo más grave, de momento, es que el gobierno insular se ha jactado de recalcar que el proyecto lo costearía el arquitecto Santiago Calatrava, autor del célebre “inmueble”, y que, para ello, habían entablado las negociaciones pertinentes, pero el divo de la arquitectura mundial asegura ahora que “no se encuentra capacitado para asumir la dirección facultativa de los trabajos de reparación del Auditorio, por lo que no acepta llevarla a cabo personalmente”.
Eso es lo que, de manera literal, reza en la modificación de crédito elaborada por CC y PP para la sesión plenaria del jueves, en la que se pretende aprobar esto porque, según sigue el escueto texto del cambio, “existe la posibilidad de que el Cabildo incoara expediente para su ejecución subsidiaria, mediante la licitación de la contratación administrativa del servicio de dirección del proyecto y de dirección de ejecución de las obras”.
El encabezado del cambio y el comienzo del texto resumen un poco la situación con un auditorio que iba a costar hace unos 25 años 26,7 millones y que acabó triplicando esa cifra, hasta los 74, a los que hay que añadir este millón del nuevo proyecto, los 22 calculados en 2022 por “una mala ejecución de las obras por parte de las contratas”, según Calatrava, y lo que haya que añadir por el costo de la vida o nuevos cálculos o complicaciones desde entonces. Ese encabezado dice, un poco a “lo cheyén” (supuesto, al menos), “Reparación Auditorio…”, mientras que el enunciado de la modificación recuerda que este expediente obedece a “vicios ocultos de la obra de ejecución” del presentado como emblema de la Isla. Desde luego, los “vicios” son ocultos y muy visibles, tal y como llevan demostrando diversas partes de la “escultura” y evidencian estas imágenes.
Aunque los trabajos necesarios se habían calculados en esos 2,6 millones, un primer estudio a fondo de 2017 los elevó a 15,2 y el de 2022, a 24 millones, aunque la cifra seguramente seguirá creciendo. Es lo que tiene “poner un Calatrava en tu vida”, como certeramente se detalla en el libro Queríamos un Calatrava, viaje arquitectónicos por la seducción y el repudio, de Llàtzer Moix, que repasa los pufos dejados por el arquitecto en diversas partes del mundo.
El Grupo Socialista insular había advertido de la posibilidad de que Calatrava eludiera el coste del proyecto de redacción, pero el gobierno de CC y PP le respondió precisamente con los 4 años supuestamente perdidos de 2019 a 2023 y que esta vez se había negociado bien con el autor. Sin embargo, de momento el pleno del jueves asumirá el gasto de ese millón de euros y el PSOE muestra a este periódico su “malestar, pues habíamos exigido determinación con respecto a este asunto, mientras el gobierno de Dávila ampliaba el plazo dado a Calatrava. Al final, la falta de decisión de la presidenta la pagan el conjunto de los ciudadanos de Tenerife”.