- Título: Green book (2018)
- Dirección: Peter Farrelly
- Guión: Brian Hayes Currie, Peter Farrelly, Nick Vallelonga
- Reparto: Viggo Mortenses, Mahersala Ali, Linda Cardellini
Tras favorecer descaradamente la inclusión de ciertas películas en los Oscar según una delirante presión mediática y comercial este año, o después del olvido que han sufrido muchas otras cintas muy originales, la insistencia de ciertas producciones mediocres y costumbristas, cuyas ventajas son, meramente, publicitarias y de relleno, es completamente absurda.
Es este el caso de Green book: un trabajo de Peter Farrelly, director estrella de la comedia durante los últimos decenios (Algo pasa con Mary, Yo, yo mismo e Irene, Osmosis Jones, Dos tontos muy tontos, Vaya par de idiotas, Amor ciego, Pegado a ti…), junto a su hermano Bobby, que nos cautivaron con su irreverencia, originalidad y provocación.
Es triste ver cómo todas esas cualidades se han evaporado dejando paso a esta demasiado típica Green book. Muy obvia y fácil. A cualquiera le puede gustar. Quizá es la cinta más recomendable de este año, por no arriesgar absolutamente nada, ni siquiera en las pocas problemáticas aristas del introvertido personaje del pianista. El escrito simplemente pasa página y aquí silencio.
De nulo atrevimiento, Green book pasa a convertirse entonces en un juego de dos actores: Mortensen versus Ali. La química de las parejas de este estilo sigue un tira y afloja tan usado y aburrido que, por mucho tiempo que uno se ausente de la sala, seguirá entendiendo perfectamente la trama a su regreso.
Lo mejor de la película es el talento con el que parte. Es lo único que ofrece. Mahersala Ali merece la nominación a mejor actor de reparto y ya. Sigue haciendo un muy buen trabajo, tanto en cine como en televisión, desde aquella joya de papel en la Moonlight de Barry Jenkins. Pero también hay que reconocer a Linda Cardellini, la esposa de ese chófer tan italoamericano y el personaje que parece más auténtico de los allí encontrados.
Porque además esta cinta comete la trampa de poner el ojo en los prejuicios contra la raza negra, su cultura, nivel de estudios, hábitos alimenticios, incluso… con el fin de desmontarlos, en un ejercicio didáctico del que nunca nos podríamos quejar. Sin embargo, no hay una pequeña molestia en corregir el estereotipado retrato de los italoamericanos a lo largo de la cinta.
Green book es una película de domingo por la tarde, por ver algo durante la sobremesa en casa. Y todo esto con un café y la abuela al lado dando cabezadas. Imposible que falle. Como Intocable (Nakache y Toledano, 2011) y mil títulos del mismo estilo, pero sin sorprender lo más mínimo.