Javier Cid, escritor: “Vamos 30 años por delante en la lucha LGTBI, así que cuatro políticos no van a cambiar el pensamiento progresista general”

El periodista y escritor Javier Cid ha sido uno de los invitados estrella al festival ARN Culture & Business Pride de Arona, un municipio turístico del sur de Tenerife. El comunicador, con más de 20 años de trayectoria en el diario El Mundo, recibe este año el premio Alan Turing en la categoría Media.

En sus redes sociales, Javier Cid siempre cuenta sus aventuras y experiencias con un toque que él mismo califica de humorístico, algo que combina con la ternura. Sus artículos siempre han buscado visibilizar los derechos del colectivo LGTBIQ+.

Ese activismo de Javier Cid ha hecho que su nombre aparezca en la trinchera reivindicativa y además esto lo ha llevado de alguna manera a publicar una novela en la que también relata aquella realidad. Llamarás un domingo por la tarde, editada por Plaza & Janés, es su último trabajo narrativo, que ve la luz en el mes del Orgullo y de las ferias del libro en España.

Tras un año de autodisciplina, Cid lanza esa historia en la que se entrelazan elementos de actualidad como el bullying, las redes sociales, el culto al cuerpo y la búsqueda del amor verdadero, más allá de estar protagonizada por un personaje que es homosexual. En esta entrevista, el periodista ahonda en todo eso.

Respecto a los dos años anteriores, ¿ha percibido algún cambio o evolución en el ARN Pride?

Esta es la tercera vez que vengo y también he estado un año por los carnavales. La primera vez que lo hice fue como periodista para cubrir el Orgullo de Arona y ahora vengo como premiado en la categoría Media [Comunicación], dos años después.

Estoy muy contento y esta es una ocasión más especial para mí. Estos premios y el evento en sí tienen una vocación cada vez más internacional. Hay muchas categorías. Este año contamos con la presencia de un premio Nobel [Carlos Umaña, de la Paz] y la ONU incluso ha dicho que son muy relevantes y no hay que perderlos de vista. Es un evento que empezó como algo modesto pero ha ido poco a poco aumentando su prestigio, tamaño e importancia con los premiados que acuden.

En los galardones hay muchas categorías (políticos, deportistas, científicos...), pero en mi caso fue el de comunicación, con motivo de mi recién publicada novela: Llamarás un domingo por la tarde. En mi carrera como periodista, he escrito muchos artículos sobre le colectivo LGTBI y han querido reconocer esa labor pequeña, de hormiguita, que he hecho.

También tenía un blog asociado a la web de El Mundo que se llamaba Visitante del Mundo y escribía con el pseudónimo Martín Lobo. Soy bastante activo con las reivindicaciones en las redes sociales. El activismo no solo se hace desde un ministerio, sino que muchas veces se realiza en pequeñas dosis, con pequeñitos granos de arena que al final hacen la playa.

En sus años de experiencia como comunicador y activista del colectivo LGTBI, ¿qué avances considera que se han alcanzado en derechos y visibilidad?

Algo muy básico es que, cuando yo empecé a hablar de este tipo de cosas, no había mucha gente que escribiera sobre el asunto en medios generalistas. Ahora es muy habitual. En todos los medios hay gente LGTBI que es bastante activa en las reivindicaciones y la lucha.

También nos podemos casar gracias a la ley que se promulgó con Zapatero. Además, se están empezando a poner en marcha iniciativas para instaurar leyes contra la LGTBIfobia en algunas comunidades como Madrid, Murcia y Andalucía. No obstante, se tiene que seguir avanzando muchísimo. Por otro lado, las agresiones homófonas han aumentado, y no sé si es porque ahora se denuncia más o porque de verdad hay más violencia. Pero en Madrid hay una agresión al día.

Ahora que comenta cuestiones políticas, ¿cómo ve el nuevo panorama?

Hay que estar vigilante y en alerta por lo que pase, pero al final no creo que llegue a nada significativo. Las amenazas de VOX, por ejemplo, de llevar el Orgullo Gay en Madrid a la Casa de Campo o de que están a favor de las terapias reparativas... Eso al final cae en saco roto y no creo que se llegue a nada. Pero sí son mensajes que van calando poco a poco y hay que tener cuidado con ellos.

Que las instituciones y la gente que cobra dinero público haga determinados tipos de declaraciones es como una especie de retroceso a 30 o 40 años atrás. Hemos avanzado demasiado y ha habido gente que se ha partido la cara por nuestros derechos como para que ahora llegue un partido de extrema derecha a echarlo todo abajo. Pero, vamos, que en el colectivo estamos acostumbrados a caernos y volvernos a levantar, así que contra esos ataques vamos a estar enfrente y sin miedo.

¿Cree que con toda la concienciación que hay y con el calado público de mensajes de tolerancia y diversidad que llegan a las nuevas generaciones esas fuerzas políticas pueden tener un margen de acción real para llevar a cabo ese retroceso del que tanto miedo se tiene?

Creo que no. Por ejemplo, las terapias reparativas de las que se ha hablado últimamente son un delito y están penadas hasta con 45.000 euros de multa. Por lo tanto, sería imposible que de verdad estas cosas lleguen a considerarse en un futuro próximo.

Además, el Gobierno central lo ganó el PSOE, así que lo tienen bastante complicado. Pero, bueno, ellos tienen que conseguir titulares y emplean frases así para ganarse a sus votantes, aunque sean aseveraciones homófobas, machistas, racistas y xenófobas. Claro que es preocupante que fuerzas políticas hagan ese tipo de declaraciones y manden esos mensajes a la audiencia, pero al final el conjunto de la sociedad no piensa así. Vamos 30 años por delante, así que cuatro políticos no van a cambiar el pensamiento progresista general.

¿Cuáles son las grandes carencias que ve ahora mismo en el colectivo y cuáles serán las próximas reivindicaciones?

Carencias: las agresiones homófobas. Actualmente hay una al día en Madrid como mínimo y hay que trabajar en eso urgentemente. Hay que hacer un trabajo de educación desde edades tempranas para enseñar a los jóvenes que esa es una realidad que existe y que se tiene que aprender a vivir en un mundo lleno de diversidad. Esos son los principales retos, más allá de las amenazas de las fuerzas políticas que comentaba antes. En España tenemos mucha suerte por estar en el primer mundo y hallarnos a la vanguardia en cuanto a derechos LGTBI. Hay ocho países actualmente en los que la homosexualidad está penada con la muerte y hasta con 30 años de cárcel.

Ha habido gente muy visionaria y valiente en nuestro país que no ha tenido miedo al pelear por nuestros derechos. Gracias a ellos, puedo vestir como me da la gana, puedo ir con mi pareja de la mano o besarlo en la calle sin que me digan nada. Chavales de muy temprana edad también pueden ir de la mano por la calle cuando tal vez hace 30 años esto era impensable.

Los medios de comunicación tienen un papel fundamental en los cambios sociales y esto usted lo sabe perfectamente por su experiencia en la prensa. ¿Cómo ve actualmente el periodismo respecto al movimiento LGTBI y cómo prevé que pueda evolucionar?

Jamás he tenido problema alguno en el mundo del periodismo por el tipo de contenido que lanzaba. Sí es verdad que lo que hacía antes era un poco más exótico porque eran temas gais que nadie trataba. Mis compañeros me miraban con extrañeza, pero por lo novedoso del asunto. Ahora, en cambio, es un contenido que se trabaja más y se consume mucho. Se ha normalizado.

Al final, la obligación del periodismo es dar voz a lo que está ocurriendo en la calle, y una parte significativa de la población hoy en día es homosexual. No se le puede dar la espalda a esa realidad. De todas formas, esto puede ser un poco paradójico pero a mí me gusta que no se haga demasiada diferencia con el resto de asuntos porque al final se crea una brecha que no queremos. Se tiene que tratar como cualquier otro tema. No me gusta hablar de contenidos gais, por ejemplo. Como hay contenidos de sociedad, economía, cultura o ciencia, hay contenidos LGTBI.

Por ejemplo, con el lanzamiento de mi novela no me gusta nada hablar de literatura gay por el hecho de que el protagonista sea un gay. Me parece que es un libro para todos los públicos, con ese elemento significativo del argumento pero como muchos más. No es definitorio. Al final, si lo que se busca es normalizar el tema, hay que evitar tratarlo como si fuera excepcional.

En cuanto a las redes sociales, que al fin y al cabo son herramientas que se usan mucho por la ciudadanía para intercambiar y expresar ideas, ¿qué consejos daría a los que las emplea para que aporten su grano de arena en pos de alcanzar la verdadera tolerancia?

Que denuncien cualquier acto homófobo o que atente contra sus derechos. Lo bueno y lo malo de las redes sociales es que se trata de un escaparate de todo lo que ocurre. Entonces, aquella persona que haga las cosas bien se verá reflejada de forma positiva en las redes, y la que lo haga mal, de forma negativa.

Ahora todo el mundo, partidos políticos, empresas, personajes públicos, tienen mucho cuidado con lo que dicen y hacen porque saben que en cinco minutos están en redes sociales y ello puede crear una crisis de reputación grave. Por eso, que se denuncien las agresiones.

Pasemos a su novela Llamarás un domingo por la tarde. ¿Cómo surge la historia?Llamarás un domingo por la tarde

Viene un poco de mis experiencias en redes sociales, sobre todo en Facebook. En las redes yo cuento las cosas que me pasan poniéndoles un poco de humor y ternura. Para este proyecto, me llamó Alberto Marcos, el editor de Plaza & Janés, y me dijo que quería publicar una novela de ficción con ese tono que yo empleaba en las redes.

He creado una historia que es autoficción, en la que se entrelaza la realidad de mi vida con muchos elementos de ficción, un poco para jugar con el lector y que no se sepa dónde empieza la verdad y dónde la mentira. Es un “divertido y dolorido relato sobre la búsqueda de la felicidad”, cosa que dijo Rosa Montero para la contraportada.

Como le decía antes, no me gusta hablar de literatura homosexual, porque es un libro que puede leer una mujer, los jóvenes o un señor mayor, porque lo que le ocurre al protagonista, por muy gay que sea, es lo mismo que le puede pasar a cualquier persona. Es el camino de encontrar a alguien que nos quiera, de encontrar cariño en este siglo de redes sociales, de culto al cuerpo, de psicoanálisis, de bullying, etcétera.

Antes comentaba su preferencia por no clasificar el contenido LGTBI. Sin embargo, a la hora de lanzar al mercado su libro, ¿no percibe cierto encasillamiento de su literatura con personajes del colectivo en la campaña publicitaria y la promoción en los medios de comunicación?

Sí, sí que se clasifica de esa manera. Pero también hay que tener en cuenta que ahora mismo es muy difícil ir a hablar de literatura a los medios de comunicación a no ser que haya una percha atractiva. Y, claro, en mi caso hay una percha de bullying y de la lucha gay, y eso al final es lo que engancha a primera vista y de lo que yo hago más promoción.

Pero una vez las personas abren el libro y se adentran en la historia, se olvidan y se dejan llevar por el argumento. Tampoco creo que esa clasificación o etiqueta sea mala del todo, porque al final me pone en el mapa y se habla de ello, ya no solo de mi novela en sí, sino que se ponen en el escaparate las problemáticas que yo denuncio en el libro.