- Título: El fundador (2016)
- Dirección: John Lee Hancock
- Guión: Robert D. Siegel
- Reparto: Michael Keaton, Nick Offerman, John Carroll Lynch, Laura Dern, Linda Cardellini, Patrick Wilson, B. J. Novak
Ha llegado el fin de la temporada de estrenos de esas buenas e interesantes propuestas que siempre nos llegan en avalancha con el fin de optar a algún premio reconocido. Tras los Oscar, todo queda en producciones de las que podría resumirse su valoración con la expresión “casi pero no”. Como podrán leer más abajo, es una pena que este no sea, ni de lejos, el caso.
John Lee Hancock, director de cintas interesantes como ese detrás de las cámaras de la historia de Mary Poppins que es Al encuentro de Mr. Banks, pero también responsable de alguna de las canalladas más engañosas de los últimos años - The blindside-, vuelve a intentar colarse entre los grandes títulos, en esta ocasión, con El fundador.
El tema de la película no es más ni menos que el surgimiento del gigante empresarial creador del Big Mac. Punto. Ya está. No hay más ciencia. No hay una idea inteligente detrás ni proyecto ambicioso. Nada de esperadas adaptaciones ni grandes jeroglíficos emocionales que giren en torno a esta trama. ¿Qué es lo que vende entonces? Fácil. McDonald’s, McDonald’s y McDonald’s.
La historia nos pone frente a frente con un vendedor ambulante de maquinaria hostelera interpretado por Michael Keaton, que queda maravillado por el sistema de trabajo de un pequeño y familiar establecimiento de hamburguesas.
¿Qué es en realidad? McDonald’s intentando vendernos su mejor cara, parodiada hasta el extremo. Me da mucha pena sentir que estas líneas no estén exagerando lo más mínimo, ya que el resultado de esta producción es prácticamente el mismo que si nos sometiéramos a una lobotomía realizada por el propio Ronald McDonald.
Desde que David Fincher mostrara al mundo los oscuros recovecos de la historia de Facebook en La red social y Danny Boyle firmara la dirección de la biografía del universo Apple en la tediosa Steve Jobs, parece que algunos estudios han querido ver en las biografías empresariales un nuevofilón comercial que explotar. Gravísimo error. Primero, porque el tema no es ni de lejos tan interesante como pueda llegar a parecer -ya no digamos fuera de los muros de Trumpland-. Pero segundo y mucho peor, porque El fundador es un ejemplo descarado de lo que nunca hay que hacer.
Nos intenta vender un sueño americano tan infantilmente edulcorado que la propia película interpreta el mismo papel con nosotros que el personaje de Keaton en la historia. Lo tiene todo: la aborrecible historia de superación que recurre a elementos empalagosos, al más puro estilo de películas como En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), la esposa -pobre Laura Dern- que obstaculiza el sueño empresarial de su marido -hablamos de los años cincuenta, ¿quién dijo machismo?-, los hermanísimos, uno parece que listo y el otro no tanto… Demasiada obviedad.
Michael Keaton, que consiguió el prestigio de su carrera cinematográfica entre la década de los ochenta y noventa gracias a Tim Burton, encarna en El fundador el peor y más asqueroso lado del simbolismo occidental. Eso sí, no desde una perspectiva crítica, como pasara con Birdman (o La inesperada virtud de la ignorancia) y que se podría llegar a agradecer. No. Todo lo contrario. Y no da la talla. Ni esta película es La red social, como decíamos, ni Keaton es el actor que fue ni el que durante solo dos años nos dio esperanzas con sus valentísimas interpretaciones en Birdman y Spotlight.
Nos hemos dejado llevar demasiado por las glorias pasadas y en su lugar hemos olvidado poner los pies en la tierra cuando hablamos de actores así. No es cuestión de ejecutar un ensañamiento contra este intérprete, pero tras una filmografía no expresamente breve hace tiempo que se pueden ir sacando conclusiones respecto a personajes así.
Lo peor es que después de todo, la película no consigue engañar a nadie, obviamente. Vende pura y exclusivamente el sellode los dos arcos dorados, el gigante de la gran eme de oro. Es mucho más interesante la reacción y reflexión que pueda provocar esta película en nosotros tras su visionado que cualquiera de sus elementos internos.
De moraleja descabellada, los retratados de la historia simplemente forman parte de la instantánea de un disparate vendido en un envoltorio fácil e identificable pero inservible. Con todo esto, la mejor comparación que podemos hacer, para que se entienda lo que es El fundador, es esta: las hamburguesas de McDonald’s. Piensen en su origen confuso, en su agresiva publicidad, su desechable envasado, la calidad de sus hamburguesas 100% carne de vaca… ¿Ha quedado claro, verdad?