Eduardo Garzón, economista y asesor en esta materia en el Ayuntamiento de la capital de España, con Manuela Carmona, de Ahora Madrid, como alcaldesa, dio una conferencia hace unos días en la ciudad de La Laguna, donde esbozó los logros económico-financieros alcanzados en la citada Corporación local. Aprovechando esa visita a Tenerife, este medio de comunicación charló con el también hermano de Alberto Garzón, este coordinador federal de Izquierda Unida.
¿Qué balance hace del mandato de Manuela Carmena, de Ahora Madrid, en el Ayuntamiento de la capital? ¿En qué situación económico-financiera se encontraba el Ayuntamiento cuando ustedes llegaron y cómo se halla ahora?
Para poder hacer un balance completo hay que esperar a que acabe el mandato porque hay muchísimas cosas que no ha habido tiempo para hacerlas. Si tuviésemos que hablar de un balance parcial, es muy evidente que las cosas han cambiado mucho en el Ayuntamiento de Madrid, donde el Partido Popular llevaba gobernando varios decenios. El cambio es constatable en cuestiones de inversión social, de inversión en infraestructura o de cómo ahora se utilizan los recursos para favorecer a la mayoría social. También en cómo no se utiliza el dinero para hacer obras faraónicas con proyectos que siempre acaban beneficiando a una minoría. Creo que ese cambio se ha dado ya, incluso en dos años, y se va a acentuar en el tiempo que queda. El Ayuntamiento se encontraba con una de las deudas más elevadas de todas las ciudades europeas.
¿De cuánto era la deuda?
La deuda era de más de 7.000 millones de euros en la época de Gallardón, y ahora la tenemos en casi 3.500 millones. Esta ha sido una de las políticas prioritarias, la de reducción de la deuda y la de no contraer nuevo endeudamiento. Pero al mismo tiempo hay que tener en cuenta que lo primordial es incrementar los recursos para inversiones en atención social o de las familias, para infancia, para políticas de viviendas... Nosotros hemos incrementado ahí el presupuesto: en escuelas infantiles, polideportivos, reparación de colegios...
¿Qué ha cambiado esencialmente y qué ha permitido dar el giro a la situación que existía tras la salida del PP del Gobierno municipal?
Lo que llegó al Ayuntamiento es una plataforma que se llama Ahora Madrid, en la que se integra Podemos, pero también partidos como Equo o Izquierda Unida. Es muy importante el cambio que se ha dado, sobre todo con el tratamiento de los recursos públicos y a la hora de comunicárselos a la gente. Es decir, hay muchísima mayor transparencia a la hora de explicar a los ciudadanos cómo se gestionan los recursos públicos, de qué forma. Incluso todos los canales de participación ciudadana se han incrementado de una forma increíble. Es cierto que esto era fácil hacerlo porque antes no había prácticamente nada. La gente se siente más partícipe de las decisiones políticas. No al 100% porque es evidente que no pueden estar en el propio gobierno tomando las decisiones, pero, por ejemplo, 60 millones del presupuesto nosotros los pusimos a disposición de la gente para que pudieran decidir a qué los iban a dedicar: si querían construir carriles bici, si creían que había que hacer reparaciones de parques y jardines. Todo esto ha funcionado muy bien y creo que eso al final la gente lo acaba valorando. No es un mecanismo de participación en el que tú votas cada cuatro años, sino que de vez en cuando te hace preguntas el propio consistorio y a su vez las propias personas pueden proponer cosas que luego sean votadas. Por ejemplo, el billete único de transporte... En este caso, la gente dice que sería ideal que hubiese un billete único para moverse en distintos medios por la ciudad. El trato que se da y la forma de comunicar también son importantes. Nosotros, en el área de Economía, hacemos una media de cinco o seis notas de prensa a la semana. Nos cuentan los propios funcionarios que, cuando gobernaba el PP, igual se publicaba una nota de prensa al mes.
¿Cuál ha sido la mayor dificultad que se ha encontrado en el Ayuntamiento de Madrid? ¿Y la mayor alegría de la que se ha disfrutado?
Hablamos de muchas dificultades, pero creo que las más importantes se pueden resumir en dos. Ambas tienen que ver con conocidas leyes de Montoro. Por un lado, una te impide contratar a personal público de forma convencional, con una tasa de reposición, y también hay una limitación a la hora de incrementar el capítulo 1, que es el de gastos de personal. Entonces, el Ayuntamiento quiere hacer muchas cosas, pero se ve incapacitado porque no puede contratar a gente para hacerlas. El otro problema consiste en que también hay una limitación de carácter financiero derivada de una ley de Montoro, y es que no te puedes gastar todo el dinero que tienes [la regla de gasto]. El Ayuntamiento de Madrid hoy tiene dinero que le va sobrando cuando realiza sus gastos, y la ley impide que ese dinero, que está en la cuenta bancaria del Ayuntamiento, se pueda utilizar para hacer inversiones o desarrollar políticas para mejorar la ciudad. Esto para nosotros no tiene ningún sentido, e incluso lo hemos recurrido ante los tribunales. Ese tipo de políticas son importantes a la hora de valorar la acción de gobierno de Ahora Madrid, porque se querían hacer muchísimas más cosas de las que permite la legislación, que hoy dificulta el margen de maniobra de los ayuntamientos. Luego hay muchísimas alegrías. Un factor importante ha sido darle la vuelta al presupuesto. Nosotros hemos sido capaces de tener un presupuesto que no esté orientado a las obras faraónicas, de las que se beneficiaban las constructoras, inmobiliarias, bancos... Hay muy poco dinero para macroproyectos y mucho para inversión social y estructuras de pequeña escala. También hemos conseguido que los impuestos sean progresivos al máximo, los más justos, para que quienes más tienen paguen más. Nosotros lo hemos conseguido, por ejemplo, con el IBI, que, aunque es un impuesto limitado y no se puede hacer todo lo que te gustaría hacer, hemos conseguido aumentarlo para las grandes superficies, con mayor capacidad adquisitiva, como son los casos de El Corte Inglés o el Palace. Al mismo tiempo, lo hemos podido reducir en unos 22 barrios, los que más han sufrido la crisis económica.
¿Cómo se percibe desde Madrid al partido Podemos en Canarias? ¿Estamos muy lejos, muy aislados?
Yo prácticamente no conozco la dinámica del partido en Canarias. Como mucho, conozco la del Ayuntamiento de Madrid y algo a escala nacional, pero en Canarias no te puedo decir.
Su libro se llama Desmontando los mitos económicos de la derecha. ¿Cuál es el principal mito de la derecha en España? ¿Y el de la izquierda?Desmontando los mitos económicos de la derecha
El mayor mito, el que mayor daño ha causado a la mayoría social en nuestro país, es el hecho de pensar que lo público es una especie de parásito que retrae recursos del sector privado para luego utilizarlos en sanidad, pensiones... Ese mito dice que el dinero se crea en la empresas y luego aparece el Estado como una especie de parásito del sector público a retraer recursos. En realidad, no tiene por qué ser así; de hecho, ni siquiera es así. Pongo siempre el mismo ejemplo. Todos los euros que tenemos en nuestro bolsillo, en nuestra cuenta bancaria, provienen de una institución pública, en este caso del Banco Central Europeo, que tiene la capacidad de crear dinero, no solo físico sino incluso electrónico. En vez de facilitar que los estados puedan aportar ese dinero creado por el Banco Central para realizar políticas públicas, pensiones y sanidad (por lo tanto, aquí el sector privado no pincha ni corta nada), esa opción se ha limitado y se ha dado mucha más importancia a una vía alternativa, que es la de que ahora el Banco Central, que es el del dinero, se lo da a los bancos privados y ellos ponen el dinero en circulación a través de créditos. Entonces, claro, el negocio es el de los bancos privados, y esta es la única diferencia y por lo que este sistema está pensado así. Pero la gente tiene una percepción errónea de la realidad. En la izquierda hay muchas opiniones en torno a la renta básica universal que la consideran la panacea y capaz de resolver casi todos los problemas. Dicen: si damos una renta de seiscientos cincuenta euros a todo el mundo, ya combatimos la pobreza y la desigualdad, y mejoramos muchísimo los problemas económicos y sociales de nuestro país. Esto es una simplificación muy burda de lo que puede suponer una renta básica universal. Creo que tiene muchos riesgos que hay que tener en cuenta, y hay mucha gente en la izquierda que piensa que es una medida estrella que resolvería muchísimos de los problemas que tenemos hoy en día. Creo que es un mito.
¿Qué tipo de riesgos puede tener?
Por ejemplo, si pensamos que le estás dando seiscientos cincuenta euros a todo el mundo, a veces se considera, y con razón, que aumenta el poder del negociador frente al empleador. Porque dicen que, si yo ya tengo seiscientos cincuenta euros, te voy a decir a ti, empleador, que ya no hace falta que me estés explotando porque tengo una alternativa. Pero puede ocurrir precisamente lo contrario: que el empresario, como tú ya estás cobrando seiscientos cincuenta euros y él te está pagando mil, pueda decir que, si el Estado te está pagando seiscientos cincuenta euros, ya no hace falta que yo te pague mil euros. Entonces el empleador te puede decir que yo te pago quinientos y, aun así, estás ganando más de lo que ganabas antes. Puede convertirse en una subvención a ese tipo de empresarios y el empresario acabaría pagando menos de los ingresos que está recibiendo el trabajador. Eso es un riesgo importante de la renta básica.
¿Cuánto ha robado la corrupción política a la ciudadanía? ¿Tiene una estimación para la comunidad autónoma de Madrid?
A escala estatal hay estudios de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia que estiman que la corrupción tiene un coste de 48.000 millones de euros al año, sobre todo en términos de contratación y de irregularidades que se cometen en ese ámbito. En el Ayuntamiento estamos realizando una auditoría de la deuda de las políticas públicas para ver qué parte de toda la deuda que hay (y el coste que ha supuesto en todos esos años de gobierno del Partido Popular) ha sido originada a través de mecanismos totalmente irregulares, que no responden a los criterios y a las necesidades de la mayoría social. Esto tiene que ver en muy buena medida con la corrupción, en algunos casos, legal, porque hay unos casos de corrupción ilegal que es la que, cuando nosotros la detectamos, la llevamos a los tribunales. Esto ha tenido muy buena acogida porque se ha imputado a la antigua delegada del área de Economía y Hacienda, que hoy en día está muy vinculada al Gobierno de Cifuentes en la comunidad de Madrid. La idea es que nosotros podamos tener luego una panorámica de cómo se ha utilizado el dinero y lo que al fin y al cabo se puede hacer para mejorar esa situación. Luego hay una corrupción legal, que puede ser, por ejemplo, que el Ayuntamiento haga un contrato blindado hasta el 2040 para que una empresa privada gestiones una vía, por ejemplo la M-30, que la gestiona una empresa privada. Esto no está recogido en la ley, es decir, en ningún lugar del planeta hay una empresa gestionando una calle en la que la gente no pague por circular en ella. Simplemente, la empresa está recibiendo dinero del Ayuntamiento y no hay ningún motivo para que esa vía sea gestionada de forma directa por una empresa privada. De hecho, la Cámara de Cuentas de Madrid reveló hace poco un informe en el que se pone de manifiesto eso mismo, que no tiene sentido que la gestión de una calle se haga por empresarios particulares, pero, sin embargo, se hace. Yo digo que es legal porque, cuando tú has firmado un contrato, como el Ayuntamiento lo ha hecho, no puedes decir nada porque el tribunal te va a replicar que, pues mira, eres tonto. Has firmado algo que te perjudica, pero no hay una ilegalidad, salvo que te has puesto de acuerdo con una empresa privada para hacer un negocio que te viene mal.
¿Cómo se termina con esa lacra?
Hay dos líneas de ataque fundamentales. Una sería incrementar todo lo que tiene que ver con la fiscalización, el control y la supervisión de las políticas públicas, para que no haya ninguna utilización de los recursos públicos en beneficio de empresarios particulares y de amiguitos de turno. Eso tiene que ver con la prevención. Y luego, por otro lado, también tiene que haber mecanismos de sanción. Que cuando una persona cometa un acto de corrupción no se quede ahí, que no sea barato hacerlo sino que haya una penalización importante. Nosotros hemos creado una oficina anticorrupción para evitar ese tipo de cosas. La auditoría va también en el camino de ver en qué se ha utilizado mal el dinero y ver qué cosas se pueden mejorar. También estamos reclamando al Congreso de los Diputados, que son los únicos que pueden legislar en este tipo de cuestiones, que incremente y dé una vuelta de tuerca a las penalizaciones y sanciones ante todo tipo de corrupción. Vemos que es insuficiente.
¿Por qué en España aún no ha gobernado la izquierda más de izquierda? ¿Qué diferencias existen entre los llamados ayuntamientos del cambio y los demás?
Esto responde a muchísimos factores, pero creo que tiene mucho que ver con que venimos de una dictadura que no fue derrotada, sino que se rindió y se transformó en una democracia sin que hubiera un cambio brusco, como ocurrió con otros países como Italia o Alemania, donde la ruptura con la dictadura anterior fue muy evidente y entonces la democracia tuvo que surgir prácticamente de cero. La transición en nuestro país no fue tal, sino que simplemente fue una sesión de poderes de la élite franquista a la élite democrática, pero hemos visto que se han perpetuado prácticas muy feas, y lo vemos casi todos los días. Nuestro país es uno de los países con más corrupción de todo el planeta y parece que eso está totalmente asentado. Responde precisamente a ese tipo de cuestiones, que tienen que ver con esa hegemonía cultural en la que otros vivían en nuestro país. Después de cuarenta años de dictadura, eso está diciendo que la izquierda es mala, que el comunismo es malo, que lo mejor es ser católico y cristiano. Esto ha condicionado mucho la mentalidad de la gente que vivía bien en nuestro país. Sin embargo, si vamos a los datos, vemos que la mayoría de personas que votan a partidos nuevos como Podemos o Ciudadanos tienen menos de cincuenta años y ocurre lo contrario con el Partido Popular y el PSOE. Entonces te das cuenta de que la mentalidad de la gente está cambiando, pero, eso sí, poco a poco. Es evidente que a una persona que ha estado toda su vida recibiendo unos principios y con una mentalidad propia del bipartidismo hoy en día le cuesta mucho cambiar. En cambio, las nuevas generaciones sí son más susceptibles de recibir otro tipo de ideas. La primera diferencia es la utilización de los recursos públicos, porque se hacía una utilización de los recursos públicos orientada a macroproyectos. En Madrid era muy evidente porque Gallardón quería conseguir los Juegos Olímpicos y ponía toda la maquinaría del Ayuntamiento a conseguir eso, cuando en realidad los Juegos Olímpicos uno puede decir ¡qué guay que se hagan aquí!, pero en realidad beneficia sobre todo a constructoras y a empresas muy particulares. La mayoría social, que está hoy en día muy necesitada, apenas recibe ningún tipo de beneficio. En los ayuntamientos del cambio, esa percepción ha dado un giro. Han dicho vamos a utilizar los recursos públicos de todos los ciudadanos para intentar atender todas las necesidades de la gente de abajo, que eso es una necesidad más imperiosa que tener los Juegos Olímpicos. Y luego hay otro elemento que creo que es importante: el trato a la ciudadanía. No es una dictadura cada cuatro años, sino que se permite que la gente vote, participe y tenga una opinión al respecto, y no como ocurría antes, que era, una vez ya has votado, hasta dentro de cuatro años, que yo soy el dictador.
¿Qué le han parecido las primarias en el Partido Socialista? ¿Cambiará algo la relación entre Podemos y PSOE ahora que Sánchez vuelve a dirigir este partido?
Un ejercicio totalmente legítimo que yo creo que todos los partidos deben tener. Abrirse y ser más democrático también es a nivel interno. Luego los resultados merecen una valoración que no me corresponde a mí hacerla. Evidentemente, de alguna forma yo espero que cambie el PSOE porque el que ha habido hasta ahora no ha sido el más beneficiosa para la ciudadanía, pero, en cualquier caso, tampoco haría un brindis al sol. Al fin y al cabo Pedro Sánchez es una persona que votó la reforma del artículo 135 de la Constitución Española, que es hoy en día el que asfixia a los ayuntamientos, asfixia a las administraciones públicas... Es la reforma que nos está obligando a recortar en sanidad y educación. No es una persona que puedas considerar que sea muy de izquierdas, para hacer un proyecto revolucionario.
Volviendo a Canarias, ¿qué piensa del apoyo de los nacionalistas isleños al Gobierno del Partido Popular, de Nueva Canarias y de Coalición Canaria para aprobar los Presupuestos Generales para 2017?
Me parece un absoluto error. Tampoco es una sorpresa, en el sentido de que no es la primera vez que ocurre. Digo que es un error porque estos presupuestos consolidan la austeridad. No hay más que ver los datos. A sanidad de dedican 9.600 millones de euros menos que hace cuatro años, y a la educación 7.600 millones... Estos presupuestos no son los que se merece un país como España, que nos dijeron que se hacían recortes como una excepción en el año 2010 durante el Gobierno de Zapatero. Ahora vemos que eso se ha consolidado, y ahora la economía está creciendo, pero parece que los beneficios no se reparten de forma igualitaria: los beneficios empresariales suben mucho y, en cambio, los salarios están estancados e incluso en algunos sectores se reducen. Que haya partidos políticos que apoyen ese tipo de presupuestos tan austeros y tan salvajes, nos parece un auténtico error.
¿Cuáles son los ejes del proyecto económico nacional de Podemos? ¿Los conoce y los comparte?
Hay muchísimos, y no sabría decirte ahora mismo cuáles son, pero tienen que ver con el fin de la corrupción, con el fin de las políticas de austeridad, con una mayor democracia interna de los partidos. También con los mecanismos de participación para que la gente pueda tomar decisiones. Es una vuelta de tuerca de todo lo que estamos viendo: los resultados de las políticas neoliberales que nos han intentado imponer y nos han conseguido imponer desde la Unión Europea.
¿Hay futuro en este país? ¿Se podrá resolver el problema del paro? ¿Cuál es su planteamiento en este capítulo?
Claro que hay futuro. Otra cosa es que sea feo o sea bonito. Esto va a depender de la correlación de fuerzas, no solo de qué gobernantes estén en el poder, sino de cómo esté la ciudadanía organizada. Necesitamos que la gente salga a defender sus derechos a la calle, que haga manifestaciones, que se movilice, que le haga ver al gobierno de turno que hay una serie de problemas que no están resueltos y hay que darles solución. Dependerá de cómo esto acabe resultando para tener un futuro más feliz o menos. Nosotros creemos que, si la gente sale a la calle a defender sus derechos, a influir y a presionar al Gobierno para que mejore su futuro, este tendrá que acabar cediendo. Por supuesto que sí. Yo siempre lo digo de forma muy clara. El desempleo es una cuestión política. Hay paro porque hay una voluntad de que haya paro. Cuando digo esto la gente se sorprende, pero es que si tú eres empresario a ti te viene bien que haya muchísimo paro porque todos los trabajadores que hoy en día están trabajando tienen miedo a perder su puesto de trabajo, que hay cuatro millones de personas llamando a la puerta. Entonces, tú, como trabajador, dices bájame el salario si hace falta pero no me despidas que hay mucha gente que me quiere sustituir. Eso tira a la baja todos los salarios porque a los empresarios les viene bien ese ambiente y acaban cediendo. Combatir el desempleo puede ser tan sencillo como que el Estado, como representante público de la sociedad, garantice un puesto de trabajo a toda aquella persona que pueda trabajar. Esta política se conoce como trabajo garantizado, está totalmente estudiada y se ve cómo se puede llegar al pleno empleo en cuestión incluso de meses, porque hay muchísimas necesidades que cubrir hoy en día, como puede ser la atención a niños y niñas o a adultos, personas discapacitadas, enfermos, cuidadores del medio ambiente, de la fauna y la flora o de espacios urbanos. Al mismo tiempo hay muchísima gente que quiere trabajar.
¿Qué piensa del modelo económico de las islas: hasta hace nada turismo y construcción y, tras la crisis del ladrillo, cada vez más dependencia del turismo, que va de maravilla, para algunos? Lo mismo no se puede decir del empleo, de los suelos percibidos, de los contratos laborales que se firman... ¿Cómo lo ve usted?
Es desgraciadamente el resultado de una comunidad autónoma que tiene un papel subordinado frente al modelo productivo y a las decisiones políticas que ocurren en la Península. No es solo característico de Canarias. Hay muchísimas regiones en España que le ocurren exactamente lo mismo y ello responde a una falta de planificación estratégica, y de decir vamos a priorizar en esto otro. Por ejemplo, en Canarias se podría impulsar un modelo productivo que tenga que ver con las energías renovables. Canarias tiene muchísimo potencial en ese sector. Aquí, sin embargo, se ha hecho lo fácil, potenciando el sector de la hostelería, que además es de bajo valor añadido porque se podría tener un turismo de alto valor añadido teniendo en cuenta toda la riqueza geográfica que tiene Canarias. Se puede tener a personas muy cualificadas explicando cómo se originó el Teide y cuáles son los espacios recónditos que hay en todas las islas. Todo eso tendría la necesidad de tener un empleo remunerado y de alta calidad; sin embargo, se prioriza el turismo de sol y playa, que requiere mucho menos calidad en el empleo.
¿Qué medidas económico-financieras han adoptado en Madrid que pueden extrapolarse al resto de municipios o comunidades autónomas, por ejemplo a Canarias?
Darle la vuelta a los presupuestos. Se puede hacer que de verdad no estén orientados a realizar actividades que beneficien a una minoría, sino poner todos los recursos públicos para beneficiar a la mayoría. Y si hoy el principal problema es el paro, pues lo que habría que hacer es dedicar todos los recursos a crear empleo, y hay muchísimos campos en los que se puede crear empleo. En Canarias no solo se puede hacer, sino que además sería deseable que se hiciera, sobre todo teniendo en cuenta los altos índices de desempleo de la comunidad.