Guillermo Burillo vuelve a ejercer como jefe de urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), el de referencia para la zona norte de Tenerife y para la isla de La Palma. Regresa así al puesto que ya ocupó entre julio de 2014 y junio de 2020, fecha en la que fue destituido por la anterior dirección del complejo. El retorno de este doctor a la coordinación del servicio se ha materializado apenas dos meses después de que quedara desierto el concurso para la provisión temporal de la plaza, un proceso que convocó la gerencia saliente y al que concurrió un único candidato, el propio Burillo. Su proyecto fue descartado, entre otras consideraciones de la comisión de valoración, por la “falta de propuesta alguna” para evitar el retraso en la atención a los pacientes.
Tras las elecciones de mayo, el cambio de gobierno y el traspaso de la Consejería de Sanidad del PSOE a Coalición Canaria (CC), Fernando Clavijo, que había prometido en campaña profesionalizar la gestión sanitaria, colocó al frente del hospital a Adasat Goya, concejal de su partido durante 16 años en el Ayuntamiento de El Sauzal y con una trayectoria profesional ligada al sector de la estiba, sin formación ni experiencia en el ámbito de la salud.
Una de las primeras decisiones del nuevo gerente ha sido recuperar a Burillo para la jefatura del tensionado y problemático servicio de urgencias. Ha sido elegido por el procedimiento de libre designación, a dedo, la misma fórmula con la que fue nombrado por primera vez en 2014, entonces con Ignacio López Puech en la dirección del hospital y con Brígida Mendoza (CC) al frente de Sanidad.
Fuentes oficiales del hospital confirman que Burillo ejerce como jefe de Urgencias desde el pasado 6 de octubre tras la dimisión del anterior. La gerencia destaca que el doctor presentó un “proyecto de coordinación del servicio” y que “cuenta con la experiencia que le avala. Además, subraya que es miembro de la Sociedad Española de Urgencias y Emergencias (Semes)
Descartado en un concurso
Dos meses antes de este último nombramiento, el Boletín Oficial de Canarias (BOC) publicaba una resolución dictada el 18 de julio por la anterior gerente, Mercedes Cuesto, que declaraba desierto el concurso para la provisión temporal del puesto de jefe de urgencias del HUC, al que solo se había presentado el propio Burillo.
Ese procedimiento fue convocado en mayo de 2022 en virtud de una orden dictada en 2012 que establece que las jefaturas de sección y servicio de las áreas asistenciales deben cubrirse a través de un concurso que valore méritos y un proyecto técnico.
La comisión de valoración fue conformada por la gerente siguiendo las directrices fijadas en esa orden. Así, la directora médica del centro, María Sagrario Bustabad, presidió el tribunal. La secretaria, con voz pero sin voto, era la directora de gestión (Carmen Elvira Toste). Los tres vocales eran un subdirector médico (Melchor Ángel Rodríguez, de Hospitalización, Urgencias y Críticos); una jefa de otro servicio (María Luisa Mora, de Medicina Intensiva), y un jefe de urgencias de otro hospital, José Manuel Fandiño, que ejerce esta labor en el Hospital Universitario de A Coruña y que, además, es presidente en Galicia de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes).
La decisión de esta comisión fue unánime. La candidatura de Burillo no resultaba “idónea” para el desempeño del puesto. Su proyecto, según las conclusiones del tribunal, era “insuficiente para la gestión en el futuro” de las urgencias del HUC, tenía “fisuras esenciales” y carecía de “unos puntos mínimos” para la buena llevanza de un servicio que, según han venido denunciando los sanitarios desde hace tiempo, se encuentra colapsado por el aumento de la presión asistencial.
Frente a este escenario, el único aspirante no propuso, a juicio de la comisión de valoración, “medidas efectivas y realistas que pudieran hacer valer al paciente como centro de la actividad asistencial en el servicio de urgencias de este centro directivo, garantizando la rapidez, la calidad técnica y la humanización en la asistencia debida”. Tampoco incluía “mejora alguna con respecto a la calidad asistencial debida en un servicio de urgencias hospitalarias”. Ni para evitar el retraso en la atención a los pacientes ni para adaptar los tiempos a los “básicos del triaje”.
El tribunal señala que, de la lectura “detenida” del proyecto técnico, “no se pueden considerar superadas ninguna de las circunstancias que fueron susceptibles de quebrantar la confianza que fue depositada en dicho aspirante en su día y que motivaron su cese como coordinador de urgencias” en la anterior legislatura.
Las dos destituciones
Antes de concurrir al concurso que finalmente quedó desierto, Burillo había sido destituido dos veces como jefe de urgencias del HUC. La primera, el 8 de junio de 2020. La gerencia dijo entonces que el cese obedecía a una necesidad de mejorar la organización del servicio y lo desvinculó de la gestión de la pandemia de Covid-19.
Este cese provocó un importante revuelo en el hospital. Su salida precipitó la dimisión en bloque de sus colaboradores y una concentración de trabajadores a las puertas del hospital. El destituido jefe de Urgencias recibió también el apoyo de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), de la que es coordinador de Toxicología. El presidente de esta sociedad, Juan Armengol, destacó “el prestigio” del doctor Burillo “en Canarias, en España y en todo el mundo” y atribuyó la decisión adoptada por la gerente a una “venganza personal”. Esas mismas palabras utilizó el diputado de CC José Alberto Díaz-Estébanez en una comparecencia parlamentaria.
Burillo recurrió ese primer cese y el Juzgado de lo Contencioso- Administrativo 1 de Las Palmas de Gran Canaria le dio la razón. En una sentencia fechada en mayo de 2021, once meses después de su destitución, un juez de refuerzo anuló la destitución porque la resolución no estaba motivada, porque no se había especificado la razón de esa medida. La sentencia obligó a la gerencia a reincorporar a la jefatura del servicio a Burillo, que es, además, miembro del Consejo de Dirección de la Cátedra de Telemedicina, Robótica y Telecirugía que lidera el cirujano Antonio Alarcó, exsenador del Partido Popular (PP).
Pocos días después de esa primera destitución, el entonces consejero de Sanidad, el socialista Blas Trujillo, había detallado en el Parlamento regional las razones que habían llevado a la gerencia a relevar a quien había sido jefe de Urgencias durante los últimos seis años. Entre otras cuestiones, explicó que el tiempo de permanencia de los pacientes en las urgencias del HUC eran muy superiores a la del resto de hospitales de la red del Servicio Canario de Salud, que la “inadecuada planificación” de las guardias y vacaciones había originado un “exceso de horas” del equipo médico sobre la jornada laboral fijada o la baja puntuación en la evaluación de los residentes que rotaban por el servicio.
Esas mismas razones fueron las que esgrimió la gerencia en la resolución con la que volvió a destituir a Burillo en octubre de 2021, a los tres días de su reincorporación. Aludió a su “falta de idoneidad” para el desempeño del puesto y a una “pérdida de confianza” por la “falta de alineamiento con los objetivos de la dirección”, lo que se tradujo en “la imposibilidad de introducir cambios que se consideraban necesarios”.
El doctor Burillo volvió a llevar el caso a los tribunales, pero, en esta ocasión, el Juzgado de lo Contencioso- Administrativo 6 de Las Palmas de Gran Canaria avaló el cese. En un fallo dictado en noviembre del año pasado, la jueza destaca que la resolución denota “unas circunstancias que son susceptibles de quebrantar la confianza inicialmente depositada” en el destituido jefe de Urgencias, “lo que no supone una afrenta a la profesionalidad del recurrente que se salvaguarda con su trayectoria profesional”.
Lo sustantivo, por tanto, fue la “pérdida de confianza” en un puesto que había sido ocupado por el procedimiento de libre designación, más allá de las discrepancias manifestadas por el doctor destituido sobre las razones que condujeron a su cese.
Este periódico ha contactado con Guillermo Burillo para conocer su versión de los hechos, pero no ha respondido a las preguntas formuladas.
Un servicio tensionado
A mediados de octubre, las urgencias del HUC volvían a ser noticia por un colapso que profesionales del servicio califican de estructural. “Es el peor turno que recuerdo en los años que llevo aquí. Había pacientes hasta en el suelo sentados, los de menor gravedad, porque no había dónde ponerlos. Ni camas, ni camillas, ni sillas de ruedas, ni bancos”, decía entonces una enfermera consultada por este periódico. “No es de ahora, llevamos mal mucho tiempo. Nos quedamos sin sillas de ruedas y sin camillas todos los turnos”, terciaba otro. El Sindicato de Enfermería Satse también pedía acabar con una presión asistencial que “lejos de mejorar, cada día que pasa aumenta de manera considerable”.
“Es una situación caótica, tercermundista. Por falta de camillas, las ambulancias tienen que permanecer en el túnel de urgencias dejando de atender otras necesidades porque no hay espacio físico vital ni equipamiento para atender”, resume Caty Darias, portavoz de Intersindical Canaria, que no valora el regreso de Burillo. “Habrá opiniones para todo. Hay un sector que está satisfecho con este retorno, pero nosotros ni quitamos ni ponemos a nadie. Lo que sí esperamos es que la situación en urgencias mejore”, señala.
Darias precisa que “toda la parte asistencial” de este hospital, que se integró en el Servicio Canario de Salud en 2009, lleva padeciendo desde hace años una “sobrecarga laboral derivada de la falta de personal y del déficit en las sustituciones de las bajas y permisos reglamentarios”. La portavoz de IC recuerda que el centro tiene “más de 50 años de antigüedad” y no ha tenido “una rehabilitación integral ni un mantenimiento de las infraestructuras”. “Está obsoleto. En 2021 garantizaron una partida para construir un nuevo centro y la situación se eterniza”, lamenta.
“Además, podemos afirmar que el CHUC es un centro que está castigado presupuestariamente respecto al conjunto de hospitales de tercer nivel”, agrega Darias, que recuerda que el centro es el de referencia para la zona norte de Tenerife, donde se concentra una población “muy envejecida” y donde, además, “se encuentran ubicados los grandes geriátricos de la isla”, lo que incrementa la demanda asistencial.