Santa Rita, la macrorresidencia privada levantada con “cheques del cielo” que ha tenido que ser intervenida por la sanidad pública

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —
12 de diciembre de 2020 06:00 h

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Seis días sin saber nada de su padre, de 91 años. Es el tiempo que Sandra Bellizzi asegura que pasó desde que le comunicaron que su familiar había dado negativo en la prueba de COVID-19 tras el cribado en la residencia de mayores Santa Rita, de Puerto de La Cruz, Tenerife. El 30 de noviembre insiste en que se le aseguró que se encontraba bien, que no debía llamar para no colapsar la línea de teléfono y que desde que hubiera algún cambio sería informada. El domingo día 6 de diciembre, explica que su padre fue trasladado al centro sanitario Hospiten con una bronquitis que había empeorado, entonces sí era positivo en coronavirus y falleció a las pocas horas agravado por las patologías que padecía. “Lo que quiero tratar de entender es cómo fue posible no informarnos y no tomar medidas antes de lo inevitable”, afirma en un escrito que ha remitido a la residencia privada Fundación Hogar Santa Rita, donde hay afectadas ya 195 personas por el brote, entre trabajadores y usuarios.

¿Cuál fue el origen del brote? Desde la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias se ha explicado que se detectó cuando un trabajador y cinco residentes dieron positivo en COVID-19. El día 26 de noviembre se empezó a realizar el cribado de todo el centro. Unos días después, el 30 de noviembre, se informaba de un total de 28 casos positivos: cinco entre los trabajadores y 23 entre los residentes. Cinco de estas personas tuvieron que ser ingresadas en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) debido a sus pluripatologías previas. 

El pasado domingo día 6 de diciembre, la Consejería de Sanidad anunciaba que el brote en esta macrorresidencia (que tiene capacidad para 712 usuarios según los datos de su página web) afectaba ya a 79 personas, entonces todas asintomáticas o con síntomas leves. Esa misma noche fue trasladado al hospital el padre de Sandra, que falleció a las pocas horas. El lunes 7 de diciembre fue comunicado el fallecimiento de este hombre de 91 años y Sanidad anunciaba además la intervención de este centro sociosanitario, donde los contagios ascendían entonces a 164 casos positivos entre los residentes y en 16 trabajadores. 

El número de afectados suponía en ese momento el 28,5% de los 588 residentes del centro y el 3,7% de los trabajadores (419 según el sindicato UGT). Sin embargo, durante esta semana ha habido que lamentar otro fallecido en relación a este brote. El miércoles 9 de diciembre se anunció la segunda muerte; mientras que los casos han continuado en aumento hasta alcanzar los 195 afectados. En el centro, desde la intervención de Sanidad, la gestión y coordinación ha sido asumida por la Gerencia del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria. Este mismo viernes fallecía una tercera persona asociada al brote.

Una denuncia por incumplir el protocolo

La situación de la macrorresidencia fue empeorando tras la denuncia del sindicato UGT ante Inspección de Trabajo el pasado 4 de diciembre, donde recogían que no se estaban cumpliendo los protocolos y que parte del personal que aún no había recibido el resultado de su PCR tenía que incorporarse a su puesto de trabajo. El sindicato afirmaba también en el escrito que había personal pendiente del resultado de la prueba usando mascarilla quirúrgica, pues solo se han suministrado del tipo FPP2 a los trabajadores que van a zonas aisladas, supervisores y coordinadores.

Fran Bautista, portavoz sindical de UGT, señala que la dirección “sale muy bien diciendo a la gente que no se preocupe, pero si nosotros no llegamos a trasladarlo a Inspección de Trabajo y al Servicio Canario de Salud, hoy nos podríamos encontrar con otra realidad mucho más grave”. En cuanto a las presuntas irregularidades cometidas por la residencia ha destacado que toda la información se encuentra a disposición de Inspección de Trabajo, que deberá dirimir si se ha producido “irresponsabilidad por parte de la empresa”. “Nuestra responsabilidad era denunciar ante la ley la situación que estábamos padeciendo” y añade que felicita al personal “por su profesionalidad y seguir trabajando en unas condiciones que no eran las adecuadas”. 

Una residencia construida gracias a la venta de “pedacitos de cielo”

La Fundación Santa Rita se divide en los módulos I y II. El primero de ellos fue inaugurado en 1981 por el padre Antonio Hernández, ya fallecido. Años después se construyó la segunda parte, más ambiciosa y que se levantó gracias a la venta de “pedacitos de cielo”, que “se adquirían cada vez que se contribuía a la Obra, y que continúan aún vigentes”, se recuerda en su página web. La recaudación de los “cheques del Cielo” ascendió entonces a cerca de los 2.000 millones de las antiguas pesetas. Actualmente, forma parte de las infraestructuras sociosanitarias con las que cuenta la isla de Tenerife para hacer frente a la elevada demanda de personas que requieren de un centro de este tipo (aunque es una Fundación, mantiene convenios pluarianuales con el Cabildo de esa isla y el de La Gomera). De hecho, según un estudio de la Asociación de Gerentes y Directores Sociales, Canarias necesita 7.000 plazas sociosanitarias más y el Gobierno canario ha llegado a reconocer que cuando acabe el actual plan de infraestructuras seguirán haciendo falta más plazas. 

En las redes sociales de la fundación la mayoría de mensajes son positivos, muchas personas recuerdan al padre Antonio y apelan constantemente a que les cuida desde el cielo. No obstante, sí que se perciben críticas de familias que aseguran no saber nada de sus seres queridos. El gerente del hospital Tomás Villar ha explicado en un vídeo publicado este miércoles que las videoconferencias con las familias no son posibles debido a las medidas de seguridad que se han tomado por el brote del virus y que se está intentando “llegar a todos ellos” con SMS, email y llamadas telefónicas. Además, ha insistido en que los residentes se encuentran 25 de ellos derivados y la gran mayoría asintomáticos y “cuidados y atendidos”. Destaca que el 6 de diciembre se publicó un comunicado y que la oferta de Salud Pública de ayudar a la residencia es para que esta incidencia baje. “Estamos preocupados, pero satisfechos con lo que estamos haciendo”, afirma en el vídeo. “Nosotros somos un centro sociosanitario, pero no un hospital”, aunque añade que se cuenta con cinco médicos y con enfermeros, un modelo “humanista” con el que han venido trabajando en los últimos 30 años. 

Sandra Bellizzi indica que su padre llegó muy débil al hospital y, aunque es consciente de la edad que tenía y de sus patologías, considera que no se le dio la oportunidad de “tener un mejor tratamiento”. Explica que este hombre de 91 años residía en la Fundación en la planta tres, en una habitación compartida y que apenas podía socializar, pero se manejaba en silla de ruedas. Según su testimonio, no se le notificó que iba a ser trasladado a la planta uno, donde afirma que se encuentran los usuarios con peor estado de salud, para ser tratado por un médico del geriátrico de bronquitis. “Mi padre ha sido y es el mejor padre del mundo, era una persona amada por todos los que lo conocían, el personal siempre me comentaba lo bueno que era con todos, siempre amable, nada de gritos, dócil, como era con todos. Merecía mucho más que esto”, lamenta en el escrito que remitió por correo electrónico a la residencia. 

Según indica, solo exige “por parte de quien corresponda al menos una explicación que sirva para poder consolarnos ante esta injusticia” ya que siente “mucha impotencia”. Sin embargo, asegura que desde la Fundación nadie le ha dado una respuesta. La residencia solo ha respondido a las preguntas de este medio por correo electrónico asegurando que han sido derivadas a la persona indicada. El teléfono, por su parte, siempre se encuentra colapsado.