64 días después de aquel fatídico 27 de abril, cuando Anna y Olivia no regresaron con su madre tras pasar la tarde con Tomás Gimeno, el buque oceanográfico Ángeles Alvariño ha dado por finalizada la búsqueda de los cuerpos de la más pequeña de las niñas y de su padre y ha abandonado la isla de Tenerife.
Este miércoles se han hecho públicas las conclusiones del informe que el buque ha entregado a la titular de Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Santa Cruz de Tenerife, que lleva la investigación por dos delitos de asesinato y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género desde que el Juzgado número 3 de Güímar se inhibió a mediados de mes. Tras reunirse con el responsable de operaciones del buque y de la investigación por parte de la Guardia Civil, la jueza ha permitido que el barco dé por acabado el rastreo y regrese a sus misiones científicas al concluir que es “imposible” continuar y lograr más resultados. De hecho, a primera hora de la tarde, el barco ya se alejaba de la isla rumbo noreste. En todo este tiempo la embarcación solo ha regresado a puerto en contadas ocasiones y siempre por motivos técnicos, ya que la búsqueda se ha realizado las 24 horas todos los días de la semana. Adiós a su silueta en el mar, visible desde gran parte de la capital tinerfeña todos estos días en un incansable y doloroso ir y venir frente a la costa una mezcla de horror, pena y agradecimiento a la tripulación.
En el informe entregado a la jueza, el responsable de operaciones del barco califica de “completamente inabordable” la exploración en la zona en donde hipotéticamente podría hallarse el cuerpo de Tomás Gimeno debido a lo escarpado del terreno submarino que se está rastreando. Esto, sumado a las corrientes submarinas y al tiempo pasado desde la desaparición, hace imposible “asegurar que un cuerpo lastrado con un cinturón de buceo no se desplazaría rodando pudiendo llegar a un lugar no determinado y, por tanto, fuera de la capacidad de búsqueda de que disponemos”.
Un mes de búsqueda en la costa de Tenerife
El Ángeles Alvariño, dotado de un sonar de barrido lateral y un robot no tripulado, se incorporó a la búsqueda de las niñas hace justo un mes. Pocos días después de hacerlo localizó varios objetos en el mar, a varios cientos de metros de profundidad. Se trataba de una botella de aire comprimido y una sábana de color rosa y granate, objetos que resultaron ser de Tomás Gimeno. Poco después, no lejos de allí, se recuperó el cadáver de Olivia. Estaba dentro de una bolsa de deportes que había sido lastrada con el ancla de la lancha propiedad de Gimeno que había sido localizada horas después de la desaparición, a la deriva y vacía, frente al Puertito de Güímar.
Junto a ese bolso había otro de similares características en el que supuestamente el padre introdujo el cuerpo de la más pequeña de sus hijas, Anna, pero se encontró con la cremallera rota y vacío, a casi 900 metros de profundidad, según el auto de la jueza en el que autoriza el cese de la búsqueda por parte del barco.
Tras ese hallazgo no hubo más pistas, hasta que el buque encontró otras dos botellas de oxígeno en una zona más alejada. Allí, los investigadores sospechan que Tomás Gimeno se arrojó al mar para suicidarse.
Según pudo comprobar la Guardia Civil en el marco de sus pesquisas, en “la larga deriva” de la lancha del supuesto filicida tras la pérdida de señal de su móvil, durante un corto periodo de tiempo sus motores volvieron a funcionar y realizó una navegación de unos tres minutos.
El informe remitido a la juez detalla que el punto donde paró de nuevo los motores se convirtió en el más probable donde Tomás podría haberse arrojado al mar; ahí se fijó una nueva área de búsqueda, de unos 500 metros. Allí el robot submarino Liropus 2000 realizó 176 líneas y tránsitos con una distancia total recorrida de 60.006 metros y una superficie explorada de 611.903 metros cuadrados, que posteriormente se amplió a ambos lados.
Fue entonces cuando se produjo el hallazgo de dos biberones de buceo que pertenecían a Tomás Gimeno. Se trata de un tipo de botellas que da un suministro de aire muy limitado.
La hipótesis de los investigadores es que Gimeno las utilizara para descender en el agua hasta asegurarse que alcanzaba una profundidad suficiente para no poder regresar a la superficie.
El cinturón de plomo sigue sin ser hallado
Cerca de allí, según la información aportada por el TSJC este miércoles, se establecieron líneas de búsqueda con cinco metros de separación las unas de las otras “para poder tener la certeza de que en la zona no quedó ningún objeto, por pequeño que fuera”.
Se buscó también por si aparecía el cinturón de plomos que pudo haber utilizado Tomás Gimeno para lastrarse, “lo que confirmaría que quedó a la deriva, pero no pudo hallarse”.
“Dadas las corrientes en el fondo, no se puede asegurar que un cuerpo lastrado con un cinturón de buceo no se desplazaría rodando pudiendo llegar a un lugar no determinado y, por tanto, fuera de la capacidad de búsqueda de que disponemos”, concluye el informe del responsable de operaciones del Ángeles Alvariño.
Pese a esa conclusión, el buque y su equipo han seguido buscando sobre la línea de deriva, unos 700 metros, donde realizó 35 líneas perpendiculares a la misma con una separación de 20 metros, llegando a la conclusión de que el cadáver de Tomás Gimeno no se encuentra en esa zona “al cien por cien”.
Un fondo lleno de grietas y barrancos
A partir de este punto, prosigue el informe trasladado a la juez, “el fondo cambia considerablemente pasando de ser una zona idónea para la búsqueda a todo lo contrario. Se convierte en una zona muy escarpada con gran cantidad de barrancos y grietas”.
El Ángeles Alvariño escudriñó igualmente esa zona y en dos ocasiones se produjeron “enganches serios” del cable umbilical que une al submarino con el barco con las rocas del fondo, y en una ocasión fue necesaria casi una hora para poder liberarse.
Aparte del “altísimo riesgo” de pérdida del robot submarino, cuyo coste superó el millón de euros, la orografía hace que la búsqueda sea “bastante menos eficaz”, pues “por la cantidad de grietas y barrancos y la profundidad de los mismos, en ocasiones de centenares de metros, no nos permiten asegurar en absoluto que en las zonas ya miradas no esté el cuerpo de Tomás o algún otro objeto procedente de la embarcación”.
Búsqueda del cuerpo de Tomás Gimeno
Otra de las conclusiones a las que llega el informe del equipo del buque es que “lo más probable” es que Tomás Gimeno saltase de su lancha al mar, lastrado por el cinturón para no volver a la superficie, en la zona donde fueron hallados los biberones y posteriormente lo arrastrase la corriente del fondo.
La longitud de la deriva se estima en el informe en unos 14 kilómetros y el avance de exploración del robot submarino sería de una línea perpendicular por hora en las mejores zonas, lo que equivale a 20 metros de avance por hora. Por ello, la exploración de esos 14 kilómetros de deriva con este método es “completamente inabordable”, sentencia el informe.
La jueza señala que en vista de este documento y tras mantener una entrevista personal con el responsable de operaciones del buque y de la investigación por parte de la Guardia Civil “se ha llegado a una conclusión unánime, que es la imposibilidad de continuar con la labores de búsqueda”.
Por ello, dictará en los próximos días la resolución por la que autorizará al buque a cesar las actuales operaciones.
Cronología del caso
Martes, 27 de abril. Tomás Gimeno tenía que haber devuelto a las pequeñas Anna y Olivia a su madre, Beatriz, pero, tras mantener varias conversaciones con la ella, le advirtió de que no las volvería ver ni a él tampoco. Horas antes, un vigilante de la Marina de Santa Cruz de Tenerife, un puerto deportivo situado al norte de la ciudad, vio cómo sacó de su vehículo y cargó en la embarcación, que tiene un pequeño camarote, bolsos, maletas y bolsas de ropa. Tuvo que realizar tres viajes.
Antes de que se le perdiera el rastro definitivamente, el padre de las niñas regresó a tierra después de una incursión en el mar de una hora y media aproximadamente, y fue con su vehículo a una gasolinera cercana al puerto a comprar un cargador de móvil, cigarros y una botella de agua.
De vuelta al puerto, cargó el teléfono en la garita del vigilante de la Marina y zarpó de nuevo, esta vez definitivamente.
El barco fue hallado horas más tarde sin ocupantes y a la deriva frente a la costa este de la isla, a varios kilómetros al sur, a más de una milla del Puertito de Güímar.
Miércoles, 28 de abril. Los medios de comunicación se hacen eco de la desaparición y la Guardia Civil comienza a desplegar un dispositivo de búsqueda tras interceptar el barco a la deriva por la salvamar Tenerife y Punta Salinas, trasladándolo al puerto de Santa Cruz de Tenerife para su investigación. En ese traslado se halló flotando en el agua una sillita de retención infantil que resultó ser de Anna, la menor de las niñas.
Jueves, 29 de abril. Se da a conocer que la madre de las niñas denunció a la Guardia Civil que su expareja la llamó para decirle que no iba a verlas más, ni a él tampoco. Asimismo, la mujer ya se había quejado en diciembre ante la Benemérita de que Tomás Gimeno la había amenazado verbalmente, pero no quiso presentar denuncia.
Ese día, la búsqueda amplió su radio de acción desde la punta de Anaga, al noreste de la isla, hasta Güímar. Los medios aéreos y marítimos desplegados en este dispositivo peinaron la zona por la que sospechaban que pudo haber transitado la embarcación. En este dispositivo de búsqueda participaban servicios aéreos y marítimos de la Guardia Civil, así como efectivos de Salvamento Marítimo y un helicóptero del 1-1-2 del Gobierno de Canarias. En paralelo a estas labores, un equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil revisaba la embarcación en la dársena pesquera del puerto de Santa Cruz.
También realizó el primer registro de la vivienda y una finca en Igueste de Candelaria donde residía Gimeno y donde las niñas habían pasado la tarde con él.
También trascendió a los medios que las imágenes captadas por las cámaras de seguridad del Puerto Deportivo Marina Tenerife revelaban que Gimeno zarpó por última vez pasada la medianoche. Según pudieron captar las cámaras, el hombre llegó con su coche a las 21.30 horas, aparcó frente al pantalán A y de él descargó una serie de bolsos; sin embargo, el guardián que hacía el turno de noche, que lo vio de frente, en ningún momento localizó a las niñas, ni las cámaras revelaron si estaban con él.
Asimismo, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 3 de Güímar, en Tenerife, incoó las diligencias previas en relación con la desaparición por la presunta comisión de un delito de secuestro. La investigación fue declarada secreta, tal y como informaron fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.
Viernes, 30 de abril. A primera hora de la mañana se da a conocer que la sillita que se encontró flotando en el mar era propiedad de la familia. Asimismo, la Guardia Civil mantiene activo un amplio dispositivo de búsqueda y anuncia que se sumará el cuerpo especializado en los casos más complicados, que ya intervino en otros de amplia repercusión mediática como el de Diana Quer, Gabriel Cruz o Asunta Basterra: agentes de la Unidad Central Operativa (UCO).
También ese viernes se publica que los investigadores encuentran restos de sangre en el barco. La Guardia Civil extiende entonces la búsqueda de las menores desaparecidas junto a su padre a la zona sureste de la isla.
Sábado, 1 de mayo. La UCO se incorpora en la búsqueda de los desaparecidos mientras que el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar dicta una orden de búsqueda internacional del padre y sus dos hijas, de 1 y 6 años.
Martes, 4 de mayo. La sangre hallada en el barco el viernes, 30 pertenece al padre. El delegado del Gobierno de Canarias, Anselmo Pestana, ofrece una rueda de prensa para aclarar algunas informaciones difundidas los días previos y confirma que la búsqueda de las niñas se desplaza al sur, siguiendo las corrientes: “Todas las unidades están comprometidas con este caso”, señaló.
Miércoles, 5 de mayo. Los investigadores del caso de las niñas Anna y Olivia continúan con el rastreo de los movimientos bancarios realizados por Gimeno antes de desvanecerse y, hasta ahora, los que se han detectado son compatibles con sus actividades empresariales.
Sábado, 8 de mayo. Se descubre que Tomás Gimeno no habría soportado la idea de ver a sus hijas con el nuevo novio de su expareja. La Guardia Civil investiga todas las pistas e información aportada por la ciudadanía y también el movimiento de varios barcos en los días posteriores a la desaparición.
13 de mayo. La Guardia Civil incorpora a su investigación el informe realizado por la agencia de detectives que contrató el padre de las niñas a finales de julio de 2020 para espiar a Beatriz, madre de las niñas.
17 de mayo. La Guardia Civil prevé incorporar un sonar y un robot marino del Instituto Español de Oceanografía (IEO) para que se sumen al dispositivo de búsqueda.
18 de mayo. Se realiza un nuevo registro en casa del padre de las niñas, el quinto ya, esta vez con perros para detectar material biológico de las pequeñas. El registro termina sin pruebas concluyentes.
19 de mayo. La Guardia Civil saca del agua la embarcación de Tomás Gimeno que apareció a la deriva frente al Puertito de Güímar para analizarla con perros. El registro termina sin pruebas concluyentes.
25 de mayo. El delegado del Gobierno de Canarias, Anselmo Pestana, anuncia que el buque con sonar “llegará esta semana” y que está convencido de que “se empezará a utilizar” en cuanto esté en la isla.
Asimismo, la madre de las niñas publica una nueva misiva en el Día Internacional de los Niños Desaparecidos: “Hace cuatro semanas se detuvo el tiempo para mí”, afirmó.
29 y 30 de mayo. Llega a Tenerife el buque con sonar y robot submarino Ángeles Alvariño y se comienza a rastrear la costa frente a Santa Cruz de Tenerife. Con esta tecnología la Guardia Civil pretende buscar en el fondo submarino en un área delimitada por el geoposicionamiento del móvil de Tomás Gimeno, obtenido a través de un duplicado de su tarjeta horas después de que se le perdiera el rastro.
31 de mayo. Comienza el rastreo del fondo marino en busca de las niñas.
Comienzos de junio. La búsqueda con el barco no arroja pistas sobre el paradero de las niñas, pero, tras varios días, la embarcación se desplaza hacia el sur de la isla siguiendo la costa en dirección hacia el lugar en el que apareció a la deriva la lancha de Tomás Gimeno.
7 de junio. Hallazgo de una botella de oxígeno y una funda nórdica a unos 1.000 metros de profundidad.
10 de junio. La Guardia Civil localiza el cuerpo de Olivia, la mayor de las dos hermanas, en una bolsa de deporte amarrada a un ancla.
Tras ese hallazgo se confirma la peor de las hipótesis. Días después se levanta el secreto de sumario: el auto de la jueza señala que Tomás Gimeno mató en la tarde del mismo 27 de abril a Olivia, y presumiblemente también a Anna, las envolvió en mantas e introdujo en bolsas de basura que a su vez se introdujeron en bolsas de deporte, que luego fueron halladas por el buque a 1.000 metros de profundidad. El auto toma como hipótesis más factible que Gimeno, tras arrojó los cuerpos de las niñas y regresar a puerto para volver a zarpar después se tirase al agua para acabar con su propia vida. Los repetidores de telefonía recogieron esa noche la señal de su teléfono mientras se desplazaba hacia el sur de la isla, hasta que finalmente se perdió la señal.
En ese ir y venir a puerto llamó a amigos, familiares y a su novia (a quien esa tarde había entregado un sobre con dinero y una carta que no debía ser abierta hasta las 23.00 horas) para despedirse. También llamó a Beatriz, a quien en una última comunicación dijo que no volvería a ver a las niñas ni a él tampoco. La jueza determinó en su auto que la manera de actuar de Gimeno y sus movimientos ese día iban encaminados a provocar un daño inhumano a Beatriz al dejarla con la incertidumbre de qué había pasado con las niñas. El Ángeles Alvariño, en su búsqueda incansable, frustró esa parte del plan.