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Cuatro años de cárcel para un vidente que estafó todos sus ahorros a dos hermanos

Belén Molina

Santa Cruz de Tenerife —

La sección segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha condenado a cuatro años de prisión, por estafa continuada, a un ocultista que en menos de dos meses se hizo por medio del engaño con los ahorros de toda una vida de dos hermanos del norte de la isla.

El condenado, además de correr con las costas del juicio, deberá pagar una multa de 3.000 e indemnizar a los hermanos estafados con 26.500 y 31.690 euros respectivamente,

Dominga y Felipe, dos personas vulnerables por su ignorancia, sin apenas estudios, se pusieron en manos del vidente Víctor Manuel Valdivieso, al que habían visto en un programa de la cadena de televisión local el Día TV, después de creerse víctimas de un embrujo por magia negra, tras haber encontrado en la puerta de su casa un animal muerto, una cruz, un coco y otros elementos extraños.

El ocultista, con una consulta llamada Yara Magia Azul. Misticismo y Ocultismo, consiguió hacerse con la confianza de los dos hermanos, a los que entrevistaba por separado y pedía que no comentasen el uno con el otro lo que se había hablado en las consultas, para no “perjudicar” los rezos y rituales que les decía que llevaba a cabo, para librarles del mal que les había caído encima.

De esa forma, en solo dos días, el 12 y 13 de diciembre de 2012, pagaron a Víctor Manuel 600, 1.500 y 4.000 euros, cantidades a las que se sumaron en los siguientes días otras de 3.500, 8.000, 8.000 y 7.000 euros. Las víctimas aseguraron que los pagos habían sido más, pero no han quedado acreditados.

Según los razonamientos del tribunal, el estafador se dio pronto cuenta de lo fácil que le resultaba obtener el dinero de sus nuevos clientes. Y como se había ganado su confianza supo que tenían una hermana epiléptica, que ninguno de los dos estaba casado, y que temían perder la finca en la habían vivido ellos y generaciones anteriores, y que estaba en proceso judicial por no ser de su propiedad y reclamar las tierras el verdadero dueño.

Así que el espabilado Víctor Manuel no se conformó con sacarle el dinero a Dominga para evitarle dos inminentes accidentes de tráfico, y limpiar de brujería a Felipe y sanar de paso la epilepsia de la hermana, sino que les convenció a de que tenía un familiar que era juez en Las Palmas, y un amigo notario en Tacoronte, que les podría solucionar el problema de la finca, lo que les costó otros 19.900 euros, y pocos días después, otros 8.000 y 3.500 euros.

Para redondear la operación, el vidente falsificó un documento en papel timbrado, en el que puso referencias absurdas como “artículo 29371612/35” y “Ref. 100/210”, y cuyo objetivo era hacerles creer que se trataba de un documento que reflejaba la solución favorable de sus problemas legales.

Dominga comenzó a sospechar dado el elevadísimo coste del “tratamiento”, por lo que empezó a exigir recibos de las cantidades entregadas. Supo que era víctima de un engaño cuando un abogado le explicó que ningún juez puede actuar fuera de su jurisdicción, y menos en asuntos que le son ajenos. La mujer se había quedado sin un céntimo, tanto que para afrontar el último pago a Víctor Manuel debió tirar de los ahorros de su madre.

La videncia no es estafa, lo es el engaño

En la sentencia, el tribunal presidido por el magistrado Astor Landete explica que no es estafa cobrar por servicios de ocultismo, santería o similares, por muy elevados que sean, ya que se trata de creencias particulares, y quedó comprobado que los dos hermanos contrataron voluntariamente a Víctor Manuel Valdivieso para que les librara de sus males.

Sin embargo, sí es estafa “si el autor, mediante un riesgo no permitido, crea una situación de error en otro que le lleva a realizar un acto de disposición patrimonial en perjuicio propio o ajeno”, como ha sido el caso. Durante la vista oral, el condenado aseguro que los pagos se debían a la compra de material por parte de los dos perjudicados para llevar a cabo los “trabajos”, pero una colaboradora suya aclaró que lo más que vendían eran velas.

El ocultista negó que los recibos exhibidos fuesen reales, aunque llevaban el sello de su establecimiento con su DNI, que no podían conocer los dos hermanos, y quedó acreditado que en una ocasión al menos le hicieron una transferencia.

A ello se suma el documento en papel timbrado sin otro fin que el de cometer un engaño, aprovechándose de la credulidad de sus víctimas.

Según el abogado defensor de los estafados, Carlos Álvarez, “es una de las sentencias más elevadas en penas de prisión que se han dictado en España por este tipo de estafas”.