Un jurado ha declarado este viernes en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife culpable de asesinato al joven que mató a golpes a un taxista en la localidad de San Isidro (Tenerife) el 3 de julio de 2019.
Durante el juicio, el procesado, Jofre Andrés S., ya se había reconocido responsable de la muerte del taxista e, incluso, había pedido perdón a su familia, por lo que el veredicto se centraba en establecer las circunstancias en las que se cometió el crimen.
El jurado ha determinado que la víctima fue atacada sin posibilidad de defensa y con especial crueldad, dos agravantes (alevosía y ensañamiento) que elevan la gravedad de la muerte a asesinato.
En cambio, los ciudadanos que han juzgado el caso no consideran probado que el procesado estuviera bebido o bajo los efectos de las drogas.
El tribunal popular se ha mostrado, además, en contra de que se tramite el indulto o cualquier otro beneficio penitenciario para Jofre Andrés S..
El veredicto da por válidas las pruebas presentadas por las acusaciones en contra del joven, como las grabaciones con cámaras y los resultados de los distintos análisis periciales, en especial, los que demuestran la brutalidad del crimen.
La fiscal y la acusación particular han pedido a la Audiencia que se imponga al acusado la pena más alta para este tipo de delitos, 25 años de cárcel, mientras que la defensa ha solicitado que se atenúe en lo posible.
Las acusaciones también demandan que se indemnice a la pareja sentimental de la víctima con 100.000 euros y con otro tanto a la hija del fallecido.
La muerte tuvo lugar sobre las 3.30 de la mañana de aquel día cuando el joven entró en el garaje segundos después de que lo hiciera el taxista. A partir de ahí, se desencadenó una agresión durante la cual la víctima murió “aplastada” por un número indeterminado de golpes, varios de los cuales pudieron ser mortales.
Por ello, los peritos fueron incapaces de determinar cuánto duró la agonía del taxista, que pudo tanto ser inmediata como llegar a la media hora.
La defensa del condenado mantenía la primera tesis y, por lo tanto, argumentaba que el sufrimiento de la víctima había sido más limitado.
Durante el juicio no se pudo concretar el móvil del crimen y quedó descartado el robo en cuanto que en el interior del coche se encontraron 2.000 euros que no fueron sustraídos.