El juicio por el crimen machista de Romina Celeste ha concluido este martes con los alegatos finales y la última palabra del acusado. El pasado viernes, Raúl Díaz reconoció los hechos y, en consecuencia, todos los delitos que se le imputan, incluido el de homicidio. Con anterioridad, durante más de cuatro años, negó haber matado a su pareja. Hoy se ha dirigido al jurado al término de la sesión. “Me arrepiento profundamente de todo lo que pasó y pido perdón a su familia, a mi familia y a la sociedad, aunque no lo merezca. El perdón no se pide, se merece. Y yo no lo merezco. Aceptaré la pena e ingresaré voluntariamente en prisión”, ha dicho con frialdad después de que las acusaciones remarcaran en sus exposiciones que durante todo este tiempo no había mostrado signo alguno de arrepentimiento y que sigue sin explicar, más allá de las versiones iniciales repletas de incongruencias e incoherencias, dónde está el cuerpo de la víctima.
Ha sido el último giro de un caso que concluirá con una condena de quince años, nueve meses y cuatro días de prisión para Raúl Díaz como autor de seis delitos (homicidio, maltrato habitual, dos de lesiones en el ámbito de la violencia de género, profanación de cadáver y simulación). Todas las partes han pedido al jurado un veredicto de culpabilidad, incluida la defensa. Tanto la Fiscalía como la acusación particular han explicado que , “aunque pueda parecer que es poca”, se trata de la máxima pena que se le puede imponer teniendo en cuenta que hay dos agravantes (de género y parentesco) y un atenuante “objetivo”, la reparación del daño, puesto que el acusado ha pagado ya a la madre y a los hijos de la víctima una indemnización de 260.000 euros.
“No hay ningún beneficio y no es una conformidad en sentido estricto. Hay un atenuante objetivo y eso se refleja en la rebaja de la pena” solicitada en un principio, ha expuesto el fiscal Javier Lomba. El Ministerio Público solicitaba en su escrito de acusación veinte años de cárcel (quince por homicidio y cinco por el resto). Este martes ha modificado las conclusiones para pedir doce años, seis meses y un día de prisión por el delito de homicidio; un año, nueve meses y un día por maltrato; seis meses y un día por una agresión machista en el Gran Hotel de Arrecife en agosto de 2018; nueve meses y un día por otra agresión en la vivienda de Costa Teguise a finales de ese mismo año, y tres meses por la profanación de cadáver. Por el delito de simulación, se le impondrá una multa de 1.080 euros.
El fiscal ha explicado que la confesión del acusado no ha sido una jugada “de última hora”, sino que su anterior abogado ya lo había planteado en una vista que se celebró en noviembre del año pasado. Sin embargo, ese letrado, que no es el que ha representado en el juicio a Raúl Díaz, pedía que se tuvieran en cuenta otros atenuantes como la propia confesión o el consumo de sustancias estupefacientes y las acusaciones se negaban.
“Sí, lo reconozco”, respondió el acusado en la primera sesión cuando el fiscal le preguntó si había matado a Romina porque la consideraba “un ser inferior” sobre el que “podía desatar su rabia” y todo ello por el hecho de ser mujer, extranjera y ejercer la prostitución. También reconoció que se deshizo del cuerpo quemándolo y arrojándolo al mar y que durante su relación la maltrataba y que la agredió en al menos dos ocasiones.
“El hecho es atroz, cruel. Ha habido un menosprecio a la vida y a la integridad física y moral de Romina, pero no podemos hablar de asesinato. No podemos acreditar que la muerte fue alevosa, a traición, porque no hemos encontrado el cuerpo. Nos tenemos que quedar con el homicidio, técnicamente es un homicidio machista”, ha señalado Lomba.
Para el fiscal, el jurado podía haber llegado a la misma conclusión de culpabilidad incluso aunque el acusado no hubiera confesado, pues existían “indicios suficientes”, como los restos de sangre, la uña o las pestañas postizas encontradas durante la inspección ocular, además del “relato incoherente” de Raúl Díaz, que “construyó mentalmente una coartada” que mantuvo ante la Guardia Civil, durante la reconstrucción de los hechos y también ante los forenses. En esa versión inicial, sostenía que se encontró a Romina muerta en la bañera tras una ingesta de medicamentos, que se asustó porque temía que lo acusaran por una denuncia previa de violencia machista y que se deshizo del cadáver. Utilizaba un esquema “rígido” que delataba que no era sincero.
Lomba ha subrayado que todos los delitos han quedado acreditados. El maltrato, con los testigos que constataron la conducta “controladora, posesiva y celosa” del acusado, que incluso “hablaba mal” de Romina cuando estaba muerta. También las dos agresiones. La primera, en el Gran Hotel Arrecife, fue denunciada por la víctima, aunque no se ratificó en los juzgados y por tanto terminó siendo archivada. “Esta dispensa, no declarar en contra del marido, es muy común en casos de violencia machista”, ha remarcado el fiscal.
La segunda agresión “marca un hito en el curso de los hechos”. Como se ha relatado durante el juicio, ocurrió unos días antes del crimen en la casa de Costa Teguise. Romina llegó a ir a urgencias del hospital y a informar a una enfermera de que su marido le había pegado, pero Raúl se personó en el lugar y se la llevó en coche, sin que pudiera ser atendida. Dos testigos, los padrinos de boda de agresor y víctima, vieron las lesiones que le causó a Romina, que además envió mensajes de Whatsapp a su amiga relatándole lo sucedido. Después, el acusado se arrodilló ante ellos “teatralizando el perdón”. Tres días más tarde la mató.
El fiscal también considera probada la profanación del cadáver, puesto que se encontró el pulmón de la víctima en la Playa de Las Cucharas.
Sobre el retraso en la causa, que provocó incluso que el acusado quedara en libertad al cumplirse los cuatro años máximos de prisión preventiva, Lomba ha señalado que era “inviable agilizarlo” y ha responsabilizado de la demora a los recursos de la defensa. “Romina merece un respeto. Que su memoria quede restañada y que la familia pueda descansar sabiendo que ha habido justicia”, ha concluido.
Fallos del sistema
Emilia Zaballos, abogada de la familia, ha explicado que el reconocimiento de los hechos por parte de Raúl Díaz “no es espontáneo” ni fruto de un arrepentimiento. Al acusado “no le quedaba más remedio” porque “existían pruebas más que suficientes que acreditaban que había cometido todos y cada uno de los delitos”. En la línea de lo manifestado por el fiscal, la letrada ha recalcado que no ha habido un “mercadillo para negociar las penas” y que las solicitadas por todas las partes son “las máximas que se pueden”.
Zaballos ha recordado que Miriam, la madre de Romina, le repitió “una y mil veces” que su hija no se había suicidado. La víctima era una persona “alegre, feliz, que tenía montón de razones de vivir”. La abogada ha elogiado el trabajo “impecable” de los investigadores y ha recordado que ya desde el momento en que Raúl presenta la denuncia, el 8 de enero, a alguien “se le encendieron las alarmas ante tanta contradicción”.
También ha destacado la intervención inmediata del teléfono del entonces sospechoso, una actuación que permitió captar una conversación en la que confesaba a su primo, inspector de la Policía Nacional, cómo se había deshecho del cadáver de Romina. Entonces, negó que la hubiera matado. Una versión que mantuvo “durante cuatro años y cinco meses”.
La abogada de la familia también ha puesto de relieve los fallos en el sistema. Y ha aludido al episodio ocurrido tan solo unos días antes del crimen, cuando la víctima acudió a las urgencias del Hospital José Molina Orosa de Arrecife tras ser agredida y no pudo ser atendida porque su marido se la llevó. Zaballos ha recordado que Romina informó de que había sido golpeada por su pareja y que, aun así, no se activó el protocolo de violencia de género. “Si se hubiera hecho, igual ahora estaba viva”, ha insistido la letrada, que también ha lamentado que los padrinos de su boda no la protegieran cuando tuvieron constancia de los malos tratos.
De asesinato a homicidio
El Instituto Canario de Igualdad (ICI), que ha ejercido como acción popular, también se ha adherido a las conclusiones de la Fiscalía y de la acusación particular, aunque en un principio pedía que se le juzgara por asesinato y no por homicidio. La abogada Pino de la Nuez ha señalado que entre ambos delitos existe una “completa homogeneidad en cuanto a las conductas”, aunque el asesinato sea un subtipo agravado (hay que apreciar alevosía o ensañamiento), y que, por tanto, a la vista del reconocimiento de los hechos por parte del acusado, está de acuerdo en que se le condene por homicidio.
“No estamos ni ante un arrepentimiento ni ante una solicitud de perdón. (Raúl Díaz) sigue escenificando un teatro con esa frialdad con la que lo hemos tenido presente en las sesiones”, manifestó la abogada antes de que el acusado hiciera uso del turno de última palabra. Pino de la Nuez también ha lamentado la “poca implicación” de la ciudadanía ante casos de violencia machista y ha remarcado la necesidad de que las administraciones intervengan más y de que haya más perspectiva de género en la justicia.
La representante del ICI ha señalado que solo el acusado sabe qué ocurrió la madrugada del Año Nuevo de 2019 en esa vivienda de Costa Teguise y dónde está el cuerpo de Romina. “Lo único que sabemos es que lleva meses con ganas de acabar y que con dinero ha intentado reparar el daño, creyendo que con eso puede callar a la familia sin dar la versión correcta de lo que pasó”.
“Una papeleta difícil”
El último alegato ha sido el de la defensa. El abogado Nicolás Revuelto ha insistido en que la confesión de Raúl Díaz no formaba parte de ninguna estrategia y en que, desde que asumió el caso, a finales de enero, ha intentado colaborar para resolverlo,. Ha contado que aceptó presentar un recurso con apenas 72 horas para estudiarlo y que ni siquiera se aprovechó de la huelga de los letrados de la Administración de Justicia para retrasarlo. Dirigiéndose al jurado, ha reconocido que se encuentra con una “papeleta difícil”, ya que está pidiendo que se declare culpable a la persona a la que está defendiendo.
El abogado admitió que sopesó pedir otras atenuantes, pero que la única “objetiva” era la reparación del daño. “Es lo único que puede hacer. Devolver la vida a Romina ya no puede, pero por los menos que sus hijos tengan asegurada una educación y su vida y que la madre pueda cerrar un capítulo”, ha dicho Revuelto, que ha anunciado también que no piensa recurrir la sentencia condenatoria y que acompañará a su cliente para que entre en prisión.