Más de cuatro años después, Raúl Díaz ha confesado que mató a su pareja, Romina Celeste, la madrugada del 1 de enero de 2019 en la isla de Lanzarote. Hasta este viernes, el acusado del crimen machista había reconocido que quemó y arrojó al mar el cadáver, pero había negado haberla asesinado. Sin embargo, en la primera sesión del juicio que se celebra ante tribunal de jurado, se ha declarado culpable de un delito de homicidio y del resto de los cargos que se le imputan, entre ellos el de maltrato habitual.
“¿Mató a Romina al considerarla un ser inferior con el que podía desatar su rabia y ello por el hecho de ser una mujer joven, extranjera y sin recursos que ejercía la prostitución para mantenerse económicamente?”, le preguntó el fiscal. “Sí, lo reconozco”, respondió.
En su escrito de acusación, la Fiscalía pedía veinte años y once meses de cárcel por seis delitos (los ya mencionados de homicidio y maltrato, dos de lesiones en el ámbito de la violencia de género, profanación de cadáver y simulación), con los agravantes de parentesco (el acusado y la víctima se habían casado cinco meses antes) y de violencia de género.
El Ministerio Público reduce ahora esa pena a los 15 años, 9 meses y 4 días de prisión tras aplicarle la atenuante de reparación del daño, al haber consignado ya en los juzgados la mayor parte de la indemnización reclamada por la Fiscalía para los hijos de Romina Celeste, que ascendía a 300.000 euros.
Todas las partes, incluida la defensa de Raúl Díaz, han solicitado al jurado un veredicto de culpabilidad. No obstante, el juicio continuará el próximo lunes para practicar las pruebas imprescindibles para ratificar lo que ya ha reconocido el acusado. En la vista oral estaban citados 45 testigos y cerca de 30 peritos. Sin embargo, las acusaciones y la defensa han renunciado a la mayoría de ellos y solo declarará una pareja que tenía amistad con Raúl y con Romina y que fue testigo de los malos tratos, además del instructor y el secretario de las diligencias llevadas a cabo por la Guardia Civil y los forenses.
La Fiscalía y la acusación particular (que representa a la familia de la víctima) califican los hechos como constitutivos de un delito de homicidio y no de asesinato, al entender que no se ha podido acreditar si hubo alevosía o ensañamiento porque el acusado se deshizo del cadáver de su pareja, del que solo se pudo recuperar un pulmón. El Instituto Canario de Igualdad (ICI), que ejerce como acusación popular, sí que había solicitado en su escrito provisional de calificación que se condenara al acusado por un delito de asesinato. En la sesión de este viernes, sin embargo, la abogada que representa a este instituto dependiente del Gobierno de Canarias dijo que esa tipificación podía variar en función del desarrollo del juicio y de lo que reconociera Raúl Díaz.
El Ministerio Público y la familia de Romina piden ahora doce años, seis meses y un día de prisión por el delito de homicidio; un año, nueve meses y un día por el maltrato habitual; de tres meses por la profanación del cadáver, y de seis meses y un día y nueve meses y un día, respectivamente, por los episodios de violencia machista ejercida por el procesado contra su pareja en el Hotel Gran Arrecife de la capital lanzaroteña y en el domicilio familiar en la urbanización El Palmeral, en el municipio de Teguise.
Una vez concluyan las declaraciones pendientes y las partes realicen su alegato final, el jurado conformado este mismo viernes deberá dar su veredicto. Después será el presidente de este tribunal, el magistrado José Luis Goizueta, de la sección segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas, quien dicte la sentencia condenatoria.
“Sí, lo reconozco”
Durante su declaración ante el tribunal, el acusado admitió, uno por uno, todos los hechos recogidos en el escrito de acusación del Ministerio Público. “Sí, lo reconozco” o “exactamente”, contestó a las preguntas que le iba formulando Javier Lomba, fiscal delegado en Violencia de Género, que asumió el caso en septiembre de 2022.
Según ese escrito, la pareja se conoció en Madrid a finales de 2017 y fue a principios de 2018 cuando Romina se trasladó a Lanzarote junto a Raúl. El acusado ha confesado este viernes que agredió en distintas ocasiones a la víctima, además de tratarla con menosprecio, lo que generó en ella “un estado de angustia y miedo insoportable”. El 8 de agosto de 2018, dos días antes de contraer matrimonio, la agredió en el Gran Hotel Arrecife, causándole diversas lesiones. Un recepcionista de este establecimiento hotelero estaba citado a declarar como testigo, pero las partes han renunciado a su declaración tras la confesión del procesado, que también ha admitido que el día 29 de diciembre de 2018, dos días antes de matar a Romina, volvió a golpearla en su casa.
La abogada de la víctima, Emilia Zaballas, ha contado que ese día Romina acudió a un centro sanitario por las lesiones que le había causado su pareja, que dijo que era víctima de violencia machista y que, mientras estaba esperando en la sala de espera, Raúl Díaz pasó a recogerla antes de que fuera atendida. “Cuando el doctor fue a llamarla, ya no estaba allí”, remarcó la letrada, que lamentó que se le diera el alta voluntaria sin haber activado el protocolo por violencia de género. Si se hubiera hecho, dijo, “quizás Romina hubiera estado aquí”. “Esta vez casi me mata”, escribió en un mensaje la víctima tras esa agresión.
Profanación del cadáver
Dos días después, Raúl mató a Romina tras golpearla en distintas partes del cuerpo. Los forenses encontraron restos de sangre en el dormitorio y en el baño de la vivienda de Costa Teguise, así como otras pruebas. Después, se deshizo del cadáver. Primero, lo quemó en una barbacoa. El olor a quemado alertó a los vecinos. El ya confeso autor del crimen les dijo que estaba haciendo un asadero. Con posterioridad, desmembró el cuerpo y lo arrojó al mar en distintos días y en dos puntos de la costa de Lanzarote. Antes había alquilado un coche y había comprado en un establecimiento tijeras y bridas.
El 5 de enero, cuatro días después del crimen, apareció un pulmón de la víctima en la playa de Los Ancones, en Costa Teguise. Según relató el fiscal este viernes, fueron unos bañistas quienes lo encontraron y alertaron al socorrista. Este, al pensar que se trataba de restos de origen animal, lo tiró a un contenedor. Sin embargo, cuando se difundió la noticia de la desaparición de Romina, esa misma persona lo relacionó con el hallazgo, lo comunicó y se pudo recuperar. Las pruebas del Instituto Nacional de Toxicología permitieron concluir que se trataba de una parte del cuerpo de Romina al cotejarlo con el ADN de su madre.
Durante la fase de instrucción, Raúl Díaz manifestó que arrojó parte del cadáver en la zona de Los Hervideros. Para el Ministerio Fiscal, esa confesión “no fue sincera”, ya que se trata de un lugar costero con fondos muy rocosos en los que, según los expertos, la parrilla a la que había sujeto el cuerpo se hubiera quedado anclada. Sin embargo, los buzos no la encontraron.
Una intervención telefónica clave
También se ha confesado culpable de un delito de simulación. Los días posteriores al crimen dijo a amigos y vecinos que había discutido con Romina y que ella se había marchado. Sin embargo, el día 8 de enero denunció su desaparición ante la Guardia Civil. Lo hizo, sostiene el fiscal, presionado porque la madre insistía en que no sabía nada de su hija desde el día 31. A partir de ese momento, se convirtió en el principal sospechoso. Entre otras medidas, su teléfono fue intervenido. Unos días después, Raúl Díaz llamó a su primo y confesó que se había deshecho del cadáver. Fue detenido el 13 de enero de 2019 y se mantuvo en prisión preventiva hasta el 12 de enero de este año, cuando se cumplió el plazo máximo de cuatro años para esta medida.
En su declaración durante la fase de instrucción, el acusado negó haber matado a su pareja. Dijo que encontró a Romina en la bañera, sugirió que había fallecido por una ingesta masiva de medicamentos y que se deshizo del cuerpo porque temía que lo acusaran de la muerte por los antecedentes de violencia machista. Además, manifestó que entró en shock y que se encontraba bajo los efectos del alcohol y de la cocaína. Esta versión, que hoy ha cambiado con la confesión, resultaba, según el Ministerio Público, “carente de cualquier criterio de lógica”. Lo normal en esa situación hubiera sido “primero intentar reanimarla” y después “llamar al 1-1-2 o a los servicios sanitarios”. En cambio, trató de eliminar las pruebas “para no ser descubierto”.
“Que su madre pueda clavarle la mirada en la nuca”
Carlos Díaz ha estado representado en el juicio por el abogado Nicolás Revuelto. Es su cuarto letrado y asumió el caso a finales de enero. Con respecto a la confesión, señaló que su cliente “ha valorado el dolor que ha causado en la familia de Romina y también en su propia familia”. “Aunque no se pueda devolver a la vida a Romina, que al menos su madre, que está propuesta como testigo y tiene que estar al otro lado de la puerta, pueda clavarle la mirada en la nuca”, ha dicho Revuelto, que previamente había pedido que la vista se celebrara a puerta cerrada excepto para la madre de la víctima, una solicitud que fue rechazada por el presidente del tribunal.