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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La idea de una tasa turística se reaviva en Canarias, con tareas pendientes para avanzar hacia un destino sostenible

Entre 0,50 céntimos y dos euros por noche. Es la cantidad media que paga un visitante que llega a la comunidad balear en cumplimiento del llamado “impuesto de turismo sostenible”. El importe final depende del tipo de alojamiento en el que se hospede y es una medida extendida en grandes ciudades turísticas europeas y otras comunidades como la catalana, donde se denomina “impuesto sobre las estancias en establecimientos turísticos”. En Canarias, con 15 millones de turistas en 2019 y una previsión similar al cierre de este año, Podemos (socio en el Gobierno regional) ha reavivado el debate sobre la posibilidad de implantar una tasa similar a la de estas comunidades y ha anunciado que presentará una propuesta en este sentido. 

Es un planteamiento que había defendido en la pasada legislatura Nueva Canarias (ahora socia del pacto), que presentó una iniciativa en el Parlamento, pero fue rechazada. El actual presidente regional, Ángel Víctor Torres (PSOE), ha reconocido recientemente que en el programa de Gobierno se contemplaba “evaluar su estudio y el destino del dinero recaudado”, pero cree que se requiere de un debate sosegado que no ha podido abrir en esta legislatura por la quiebra de Thomas Cook y después la pandemia. Desde la Consejería de Turismo, liderada por Yaiza Castilla (ASG, el otro socio de Gobierno), afirman que “la ecotasa ahora no toca” y añaden que se debe abrir un debate “serio”, “consensuado con el sector” y “si se aplicara ”que su recaudación fuera al sector turístico“. 

La tasa, según los expertos

El investigador en Turismo y profesor de la ULL Eduardo Parra señala que no habría que tener miedo a este tipo de impuestos y recuerda que ya hay muchos destinos que lo aplican. Sí matiza que habría que distinguir entre lo que es una tasa turística, un impuesto que se aplica al visitante y repercute sobre la parte alojativa, y la ecotasa, una recaudación para mantener los recursos naturales de ese destino y que puede repercutir sobre las buenas prácticas de sostenibilidad, eficiencia energética, economía circular… El docente sostiene que la decisión de aplicar una ecotasa o tasa turística, requiere de un estudio económico que determine hasta dónde se puede aplicar y cuál podría ser la cantidad. 

Parra defiende que la recaudación de la tasa turística no debería ir “a la caja común del presupuesto de Canarias, sino que sea una tasa que revierta en la industria del turismo”, es decir, que repercuta en “su calidad”. Como ejemplo, señala que podría ir destinada a la modernización del sector, a la formación de recursos humanos, actualización, transformación digital de las pymes, eficiencia energética de la industria o en el camino hacia la sostenibilidad: “Es decir, que la industria sea más competitiva y mejor”, resume. Además, remarca que si se plantea bien, puede mejorar la calidad del destino. 

En el Boletín Oficial del Estado se resume la finalidad con la que fueron creadas las tasas que se aplican en Balears y en Catalunya y a qué se debe destinar su recaudación. En la comunidad balear, se especifica que “la recaudación de este impuesto tiene carácter finalista y queda afecta íntegramente al fondo para favorecer el turismo sostenible”. La media catalana pretende “internalizar las posibles externalidades que el turismo puede causar en las zonas de alta concentración turística” y se destinan al Fondo para el Fomento del Turismo, que entre otras cuestiones destina los recursos a mejorar el sector, a hacerlo más competitivo y sostenible. Ambas comunidades no han perdido visitantes, y Balears es junto a Canarias la que lidera la recuperación del sector.  En la comunidad balear, la tasa vuelve está generando controversia por ser usada para otros fines de servicio público fuera de su concepción original.

Otras políticas para conseguir ese futuro sostenible

Matías González, investigador del Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (Tides) y profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), subraya que para poder debatir la conveniencia de aplicar una tasa turística o ecotasa es necesario ponerla en su contexto. “Canarias tiene una necesidad imperiosa y urgente de frenar primero y revertir después el proceso de degradación de sus recursos naturales”, remarca el experto como primera idea, donde cita como ejemplo los sistemas dunares de las Islas o las praderas de sebadales, que están muy castigadas. “Si dejamos morir los océanos, perdemos toda la biodiversidad que se construye y, por tanto, todo el potencial y atractivo que tiene este Archipiélago en materia de actividad turística que puede ser sostenible y rentable”, agrega. 

En su repaso por el contexto de Canarias, apunta ejemplos del deterioro “rápido y acelerado de nuestro capital natural”, que considera imprescindible tener en cuenta para poder “reconstruir una industria turística sostenible y socialmente viable”. Por ello, defiende que la primera clave para aproximarnos a esta meta es “invertir las prioridades del gasto público” y no seguir destruyendo recursos. “No puede ser que estemos alentando la construcción de infraestructuras para disponer más camas en Canarias mientras las costuras de todos los sistemas que tenemos que poner en marcha para gestionar los impactos ambientales del turismo actual y futuro están rompiéndose por todos lados”, asegura. 

Afirma que la inversión pública debe cambiar de prioridades y destinar esfuerzos a la gestión de los residuos, solucionar el problema de las aguas residuales, los emisarios submarinos, mejorar espacios urbanos… Y añade que es importante mejorar en la eficiencia del gasto público, aumentando los controles sobre la calidad de los sistemas que se subcontratan, por ejemplo. González también pone el ejemplo de todos los proyectos que se están llevando a cabo en Balears para la recuperación de su capital natural y, por ello, insiste en que es después de destinar esfuerzos a estas cuestiones cuando se podría plantear tocar la parte fiscal. 

El investigador sostiene que hay evidencias que desmontan los argumentos de quienes rechazan la ecotasa de plano “por principios” como el hecho de que en las zonas donde se ha aplicado no han perdido turismo. No obstante, recuerda que se cuenta con otros mecanismos como el IGIC, con el que se podría gravar más aquellos consumos que tienen un impacto ambiental negativo y menos a los que tienen un impacto positivo en el medio ambiente. Por ejemplo, los envoltorios que son biodegradables o aquellas empresas que vendan a granel, podrían resultar más beneficiadas de este sistema que quien utilice plástico. 

González remarca que la aplicación de una tasa de estas características deberá, en todo caso, realizarse con total transparencia, “con rendición de cuentas con respecto a los usos de los fondos recaudados con la ecotasa”. Además, debe estar bien diseñada, de manera que no genere un esfuerzo mayor su gestión y que sea moderada. “Es importantes utilizar una herramienta transparente que muestre cuánta gente ha venido, cuánto se ha recaudado, cuál era el programa de empleo de esos recursos…”

Un estudio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria concluyó que un 60% de las personas que visitan Canarias y Baleares están dispuestas a abonar un precio más alto por hospedarse si el establecimiento es ecológico y cuenta con política de ahorro energético. En él, se abordaron las posibilidades de la economía circular en el turismo, es decir, cómo el reciclaje, la reutilización, las políticas de ahorro energético y las actividades respetuosas con el medio ambiente serán claves para lograr que un destino sea más competitivo tras la pandemia al ser más respetuoso con el medio. 

Matías González incide en que los visitantes valoran el hecho de que Canarias es un destino seguro en muchos sentidos y coincide en que probablemente están de acuerdo con que se puede hacer más para mejorar su estado de conservación y que la actividad turística puede contribuir a ello. No obstante, destaca que la implantación de la ecotasa hay que hacerla bien y habría que demostrar que se está apostando por ello, por esa recuperación de los ecosistemas. De lo contrario, el turista y la ciudadanía puede “no verlo como un compromiso serio con la regeneración medioambiental y esto puede contribuir en un empeoramiento de nuestra imagen como destino irresponsable en términos ambientales”. 

En Balears aparte de ese impuesto implantado desde 2016, se han puesto en marcha otras políticas como por ejemplo la moratoria turística, es decir, la suspensión de la adquisición de plazas turísticas hasta 2026 en las islas de Mallorca, Ibiza, Formentera y Menorca, tanto de establecimientos alojativos como de viviendas de comercialización turística. Se trata de una medida, que de momento no se contempla en Canarias, donde en los últimos tiempos ha cobrado fuerza la concienciación sobre el impacto climático, la necesidad de mejorar el modelo económico o de revertir las tasas de pobreza. La ecotasa se dibuja como una forma de contribuir a ese cambio, que no puede darse sin otras políticas en un territorio insular, fragmentado y con un sistema fiscal ya de por sí diferenciado.