Bali Sagrada: la isla de los dioses

Ser única entre más de 3.000 tiene su mérito . No todos los lugares del mundo pueden presumir de este halo de exclusividad que convierte a Bali en el más frecuentado y codiciado de los destinos de un país, Indonesia, que tiene una colección de islas (casi todas pequeños paraísos) que supera los tres millares. Y es que se trata de un trozo de tierra muy particular. Lo primero que llama la atención es que en un país de abrumadora mayoría musulmana Bali sea el último reducto del hinduismo en la región. Un hinduismo muy particular, por cierto, en el que lo sagrado lo impregna todo pero de una manera sutil, suave, permisiva. Esta singular manera de entender la religión tiene su expresión más notable en la conformación de una sociedad muy espiritual pero, a la vez, muy permisiva con las creencias de los demás. Un hinduismo primitivo y naif que tiene más que ver con el animismo que con los cientos de dioses de la cosmogonía hindú. Una naturaleza privilegiada, que alterna bosques frondosos, lagos y playas de ensueño completa el mosaico de un lugar fascinante que, cada año, atrae la atención de millones de viajeros.

Y es que el propio nombre de la isla ya evoca viaje a lo grande. Y eso que la isla no es demasiado extensa (5.780 kilómetros cuadrados –poco menos que el doble de Mallorca-). Pero es todo un universo en miniatura en el todo tiene un algo que atrapa al viajero. Como a los primeros europeos que la visitaron durante todo el siglo XVI. Hasta el punto que un barco holandés llegó a las costas balinesas en 1597 y, según relatan por activa y por pasiva las gentes de la isla, tal fue el impacto que les causó el lugar que la mayoría de los marineros desertaron y se desperdigaron por la isla para no volver a Europa. Y basta un paseo por las playas y campos del lugar para darles la razón. Muy pocos lugares del mundo pueden presumir de ser la encarnación del verdadero paraíso. No es de extrañar que propios y extraños vean a la divinidad casi en cada lugar; en cada piedra, en cada palmera. Bali cuenta con más de 10.000 templos y se la conoce como la Isla de los Dioses.

La espiritualidad balinesa se manifiesta de diversas maneras. Desde pequeñas ofrendas a la orilla de un río a los santuarios caseros que la práctica mayoría de los isleños tienen en sus casas pasando por los impresionantes templos que se diseminan por la práctica totalidad de la geografía insular. Las comunicaciones por carretera por el interior de la isla son difíciles; pero el que se queda en las costas atrapado por las playas comete un error. Hay que hacer kilómetros e internarse en los bosques más allá de los míticos arrozales (como las impresionantes terrazas de Ubud) para encontrar joyas como la Ciudad Santa de Besakih en la que los templos se apiñan en verdaderos racimos adaptándose a las cuestas que suben hacia el cráter perfecto y enorme del Volcán de Agung. Las pagodas se suceden vereda arriba formando una especie de escalera sagrada en el que se rinde culto a cientos de dioses, diosas y espíritus de toda ralea y condición. No es mal plan dejarse llevar y, sobre todo observar. Con las piernas bien tapadas, por cierto, porque los dioses balineses son, en este sentido, pudorosos.

Esta cascada de templos es uno de los centros espirituales de la isla desde hace más de 1.000 años. Aunque el edificio principal está dedicado a Brahma, Shiva y Visnú, tres de los más ilustres del extenso panteón hindú, el complejo (que cuenta con 19 templos) recoge toda la variedad de la religión hinduista. Se dice que es uno de los pocos lugares del mundo donde tienen cabida todas y cada una de las variantes, corrientes y sectas de una religión que practican más de 1.000 millones de personas (es la tercera creencia más extendida del mundo). El lugar se construyó como ´replica´ del monte Merhu, el más sagrado de la India y junto a los edificios sagrados se encuentran antiguos palacios, casas, adoratorios y jardines que, para los balineses, forman el ‘Templo Madre’ local.

Del Lago Beratán parten las más importantes corrientes de agua que riegan los impresionantes arrozales balinenses. No es de extrañar, por lo tanto, que sus aguas fuesen consideradas sagradas desde mucho tiempo antes de que llegaran al país los primeros hinduistas. La estampa que forma el Pura Ulun Danu Bratán casi flotando sobre las aguas del lago es una de las imágenes paradigmáticas de Bali. La pagoda principal del templo de la nube se erigió a principios del siglo XI para rendir homenaje a la diosa Dewi Danu, deidad que rige los designios del agua. El complejo, formado por nueve templos y 285 adoratorios es uno de los lugares de peregrinación preferidos por los agricultores, que llegan a orillas del Beratán para propiciar buenas cosechas.

El otro gran lago de alta montaña es El Batur. Este imponente cráter de más de 14 kilómetros de diámetro es el escenario de una de las costumbres fúnebres más curiosas y macabras de la isla que rompe la norma general y casi festiva de la cremación. En el pequeño pueblo de Trunyan (al que sólo se puede llegar en barco) continúan vivas las tradiciones anteriores a la llegada del hinduismo y los muertos se descomponen a merced de los elementos en uno de los espectáculos más sobrecogedores del mundo.No apto para estómagos delicados. Pero, sin duda alguna, una de las curiosidades antropológicas del lugar. Los cadáveres se instalan en unas jaulas de bambú hasta que sus partes blandas estén totalmente descompuestas. Después, los huesos son colocados cuidadosamente al aire formando panteones familiares al aire libre. Sorprende que no huela. Según los locales, la cercanía del Pura Pancering Jagat, el templo del ombligo del mundo, y su impresionante árbol de Banyán, perfuma toda la comarca acompañando a los muertos en su tránsito hacia las reencarnaciones que suceden a cada una de las vidas anteriores.

Un templo para cada dios

Una de las características fundamentales de la religiosidad hindú es la relación de cada divinidad con un elemento. La costa suroeste de la isla, por ejemplo, alberga la mayoría de los templos dedicados a rendir homenaje a los distintos espíritus y dioses vinculados con el Mar. El más famoso de ellos es el Pura Tanah Lot, construido en un pequeño arrecife a unos cien metros de la costa. No muy lejos, se encuentra el espectacular Pura Luhur Uluwatu, recinto sagrado dedicado a Batara Rudra, dios de las fuerzas de la Naturaleza y protector de la isla. Situado al pie de un imponente acantilado que roza los 100 metros de altura, es uno de los lugares preferidos por los viajeros y viajeras.

El Templo del Elefante, las fuentes sagradas de Tirta Empul, los fastuosos jardines de Taman Ayun… El listado es interminable y casi en cada rincón el viajero curioso se encontrará con sorpresas que bien merecen una parada. Las piedras más antiguas de Goa Lawah se colocaron en torno al año 1000 de nuestra era y son de las más antiguas de la isla. Este templo se sitúa junto a la famosa Cueva de los Murciélagos rinde homenaje a los dioses protectores y está custodiado por miles de murciélagos. Es uno de los ‘Sad Kahyangan’, los seis lugares santos de Bali y, según la creencia local, es uno de los centros protectores contra los malos espíritus y la mala suerte. También es un centro de peregrinaje para las personas que están realizando el ‘Nyekah’, un conjunto de rituales que hacen los familiares de alguien recientemente fallecido para propiciar su santificación.

Otros lugares sagrados de Bali

Las fuentes sagradas de Tirta Empul .- Según la creencia local, los manantiales de este lugar santo fueron un regalo del dios Indra a la isla. Las aguas son muy apreciadas por las gentes del lugar por sus propiedades curativas, lo que convierte a Tirta Empul en un lugar de peregrinaje para los enfermos.

Pura Kehen .- El principal atractivo de este templo es su situación, en pleno centro de la ciudad de Bangali, lo que lo convierte en escenario frecuente de las más importantes ceremonias de la religión local. El complejo está dedicado a Hyang Kehen, dios protector del hogar y la familia, lo que lo convierte en uno de los lugares más visitados por los devotos balineses.

Taman Ayun .- Conocido como el Templo Real, este complejo construido en el siglo XVII está íntimamente vinculado con la dinastía Mengwi. Más allá de la espectacularidad del medio centenar de edificaciones, este lugar es famoso por sus jardines. Es uno de los lugares más bonitos de toda la isla.