Agadir: la puerta de entrada al sur desconocido de Marruecos

Playas de Agadir.

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Las nuevas conexiones aéreas con Agadir (la compañía Binter vuela de manera directa desde Gran Canaria) ha abierto la posibilidad de acceder fácilmente al gran sur de Marruecos. Esta parte de la costa del país norteafricano se está convirtiendo en la nueva joya turística del país gracias a sus grandes playas. El eje costero que comprende la propia Agadir y la preciosa medina de Esauira (una de las ciudades más bonitas e intensas del país) está plagado de grandes y pequeñas playas que, poco a poco, se han ido cuajando de resorts de lujo y urbanizaciones turísticas. Las playas de Agadir son impresionantes. Grandes arenales de aguas generalmente tranquilas que pueden disfrutarse durante todo el año. Si te gustan las grandes playas turísticas tienes espacios como la propia Playa de Agadir, Imourane, Aourir o Taghazout (todas dotadas con los servicios típicos de este tipo de arenales). Y si lo que deseas es encontrarte con espacios totalmente salvajes puedes ir hacia el sur en busca de la costa del Parque Nacional Souss Massa. Más allá de la desembocadura del Oued Souss (un paisaje alucinante) se extienden las grandes playas aún a salvo de los hoteles en las que el Sáhara se encuentra con el Atlántico a través de grandes playas y pequeñas calas. Si vienes a por playas aquí tienes donde elegir.

Pero aquí hay mucho más que playas. Y un ejemplo claro es el pequeño pueblo de Tifnit. Enclavado en pleno parque Nacional, aquí se acumulan los sitios increíbles. Tierra adentro nos encontraremos con un inmenso campo de dunas que pone de manifiesto que estamos ya en los dominios del gran Sáhara. También hay un par de playazos, pero la verdadera atracción del lugar es el propio pueblo, una pequeña medina de casitas de pescadores que se apiñan justo al borde del talud que da a la costa. Las barcas azules apiladas en la arena, las gaviotas y el bramido de las olas completan el cuadro. Y sí, las playas son una parte importante de la oferta viajera de este lugar; pero hay mucho más. En la propia costa y cuando uno se interna en los valles que buscan las alturas del Atlas.

Una pequeña guía de Agadir.- Agadir no es Marrakech o Fez. La ciudad es un tanto anodina y hay pocos lugares para ir a ver. La culpa de esta falta de atractivos históricos fue un terremoto que se lo cargó todo en 1960. Fue tal la devastación que la nueva Agadir se construyó en otro lugar. Un teleférico que sale desde la Rue Echouhada sube hasta las ruinas de la antigua ciudad, situada en un promontorio sobre el puerto. Ahí puedes ver parte de la Alcazaba, los cimientos de la Gran Mezquita, lo que fueron murallas (con algunos tramos reconstruidos) y restos de las casas de la medina. Para hacerse una idea de lo que pudo ser aquella ciudad medieval hay que buscar en los pueblos y ciudadelas de los alrededores. Bastante lejos del emplazamiento original se hizo la Nueva Medina (Inezgane) como homenaje a la arquitectura popular de la antigua ciudad (aunque cualquiera que conozca una medina marroquí verá que tanto orden y tanto espacio ajardinado no muy tradicional que digamos). ¿Qué otras cosas ver en Agadir? A nosotros nos gustó mucho el Mercado de Pescado (Puerto Pesquero) y el paseo marítimo. Pero de resto, la ciudad es bastante anodina, para que negarlo. Pero lo bueno de Agadir es que sirve de base para recorrer una de las regiones más fascinantes y, a la vez, menos visitadas del país.

Entre el Oued Souss y el Oued Massa.- El Parque Nacional de Souss-Massa comprende una gran franja de terreno que se sitúa justo entre los dos estuarios de estos dos importantes ríos del sur de Marruecos y que alberga un verdadero paraíso de vida natural. Aquí podemos encontrar dos ambientes claramente diferenciados: lejos del agua podemos ver grandes páramos desérticos y campos de dunas al más puro estilo sahariano, pero cuando nos acercamos a las riveras de los dos ríos la cosa cambia: se produce una verdadera explosión de vida vegetal y animal con numerosas especies de aguas vinculadas a los ambientes acuáticos y otros animales de la fauna sahariana como el órice, el addax, la gacela o el famoso zorro del desierto, el mismo que inspiró a Saint-Exupery para escribir uno de los pasajes más importantes de El Principito.

Buscando el país de los bereberes: de la Kasbah de Tizourgane al Oasis de Targua N'touchka.-Los valles del Sous y el Massa parten la cordillera del Atlas en dos dejando al norte las grandes alturas que culminan en el Jbel Toubkal, y al sur una serie de sierras chatas pero muy accidentadas que forman el conocido como Anti Atlas. Entramos en una de las regiones ‘bereberes’ del país; un lugar salvaje en la que el Majzen (orden real) apenas empezó a dejarse notar hace unas cuantas décadas y las viejas costumbres de los bereberes aún se mantienen vigentes. Un país áspero de montañas rocosas en las que el agua queda recluida en estrechas grietas y valles profundos creando verdaderos oasis que desaguan formando en Río Mossa. La ruta que proponemos desde Agadir (circular) es de unos 300 kilómetros, por lo que es conveniente plantearse hacer noche en alguna de las paradas intermedias porque vas a hacer bastantes paradas.

El primer tramo va desde la ciudad de Agadir hasta la Kasbah de Tizourgane (R-105). El origen de este lugar se remonta al siglo XIII cuando uno de los clanes bereberes de la zona decidió fortificar esta colina para que sirviera de granero fortificado (su nombre es la fortaleza del molino). La ciudadela de hoy ha sido restaurada y se ha convertido en un hotel, pero aún tiene la configuración original y se han respetado los modelos de construcción tradicionales a la hora de devolverle el esplendor. Es una obra de arte de la arquitectura bereber y una de las mejores kasbahs de esta parte del país. Desde aquí el camino se interna en la Cordillera ofreciendo un paisaje contundente donde los arganes colonizan las pendientes que no pueden ser aprovechadas por la agricultura.

Es un lugar para tomarse la ruta con calma. Desde Tizouurgane hasta el Oasis de Targa N’touchka hay 72 kilómetros de carretera serpenteante que sube y baja conectando los diferentes puntos de agua de la región: algunos no son más que pequeños charcos o torrenteras estrechas, mientras que otros son verdaderos espectáculos de vida donde florecen los huertos y los árboles frutales y se asientan viejos pueblos de adobe como Tanalt, uno de los grandes oasis de la zona. Otro lugar de mucho interés es el  Oued Takoucht, un verdadero río encajonado entre paredes de roca vertical que forma una serpiente de agua con múltiples saltos y pozas. El otro punto estelar de la ruta es llegar hasta Targua N'touchka, el gran oasis de la región y, también, uno de los centros de la verdadera cultura bereber más importantes de todo el país.

Tiznit y el gran sur.- Todo lo que no podemos encontrar en la ciudad de Agadir, que sufrió un devastador terremoto en 1960 que destruyó la ciudad por completo, lo encontramos en Tiznit. La ciudad creció en torno a una importante Kasbah que servía para controlar los accesos a los caminos del sur formando una pequeña medina amurallada en el que podemos ver algunos palacios notables, mezquitas y callejones donde se desarrollan los tradicionales zocos marroquíes (Tiznit es famosa en todo el país por la calidad de su cerámica). En las inmediaciones de la media podemos encontrar algunos pueblos lindos de ver como Tighmi que tiene uno de los mercados rurales más importantes de toda el área.

Fotos bajo Licencia CC: Emilien Lebourgeois; jbdodane; Wildlife Wanderer; orientalizing; Heather Cowper; Davide Palmisano

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