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Perdidos en Tánger. Los encantos de la puerta de Marruecos

No hace mucho, un viajero dijo que cruzar los apenas 14 kilómetros que separan el sur de Europa y el norte de África suponía cambiar de época; incluso de mundo. Hoy, las distancias se han reducido muchísimo en todos los sentidos. Pero dar ese pequeño salto de una orilla a otra aún supone hacer un viaje de un mundo a otro. Tánger fue, durante siglos, una de las puertas de entrada a ese mundo. Plaza disputada durante siglos, por aquí pasaron, a parte de las diferentes dinastías marroquíes, los ingleses, los españoles, los franceses… Durante décadas fue ciudad abierta bajo la administración conjunta de ocho países simultáneamente. Tiempos convulsos que, entre la década de los 30 y finales de los 50, trajeron hasta la ciudad a todo tipo de personajes y personalidades: artistas como Delacroix o Francis Bacon, escritores como Paul Bowles o Tenesee Williams, buscavidas, fugitivos, espías… De todas y cada una de esas andanzas quedaron huellas. Novelas fascinantes como ‘El cielo protector’, pinturas sensuales y algunos de los episodios más fascinantes de la política internacional.

La Tánger de hoy es el resultado de esta historia de mezclas, idas y venidas. La Rue de la Plage sirve de frontera virtual entre esos dos mundos; a un lado, la ciudad moderna que nos trae constantes ecos de la otra orilla como el Gran Teatro Cervantes (Rue Anoual); la Plaza 9 de abril, los Jardines Iberia o la ‘Catedral Española’ (Avenue Hassan II). A este lado de la Rue de la Plage se encuentra la Tánger de las grandes avenidas y los bulevares. La de los edificios modernos de mayor o menor fortuna. La de lascasas modernistas aún bellas aunque decrépitas de la Avenida España o el Bulevar Pasteur y los cafés y los grandes parques como Jardines de La Mendoubia. Una ciudad que también disfruta de cinco kilómetros de playas de arenas finas y aguas generalmente tranquilas (Playa Municipal y Playa Malabata) que puedes recorrer a gusto por un impresionante paseo marítimo cuajado de buenos restaurantes. Y del otro lado de Rue de la Plage esa Tánger que el viajero busca. Porque, ara qué engañarnos, la Ciudad Nueva es un poco como todas las ciudades. Pero la vieja Tánger es única-

El punto de entrada tradicional a la Medina es la Plaza Nueve de Abril. Bab Al Fahs se abre a un costado de la Rue de Italia y es el pasadizo hacia otro mundo. Para los viajeros principiantes en este tipo de ciudades, la experiencia será única. La primera vez que cruzamos las puertas de una medina islámica sentimos una mezcla de intimidación y fascinación. Los laberintos marroquíes te obligan a ver más allá de las apariencias: las maravillas se encuentran puertas adentro y sólo se muestran al viajero a través de pequeños detalles (herrajes, azulejos, puertas monumentales…). Tánger no es una excepción. No tiene la monumentalidad de las ciudades imperiales (Marrakech, Fez y Meknés) pero cuenta con lugares dignos de verse. La primera parada de la ruta propuesta (seguir por la Rue Siaghine) es la Plaza del Pequeño Zoco, dónde se alternan tiendas de todo tipo y algunos de los cafés más famosos de la gloriosa Tánger de los 40. En el Tingis tomaron té todas las celebridades que visitaron la ciudad. Pasamos junto a la Gran Mezquita para salir de la Medina por Bab Marsa. El puerto fue la gran razón de ser de la ciudad desde que los fenicios se pasaron por aquí hace más de 2.000 años. Y aquí, mirando hacia el estrecho y las costas del sur de España están los muros del Castillo Portugués, una imponente fortificación del siglo XV que guardó la ciudad durante siglos. El Hotel Continental es otro de los mitos de aquella Tánger internacional. No es mala idea quedarse aquí si pasas alguna noche en la ciudad.

Un paseo junto a las murallas nos dejan a los pies de las escaleras de Bab Bhar. Si te gustan el bullicio, los gritos y el ajetreo puedes darte un paseo por el puerto pesquero antes de acceder a la Medina por Bab Bhar. De aquí a la Kasbah hay apenas un paso. La antigua ciudadela ha sido reconvertida en un pequeño museo que incluye una sección de arqueología y otra centrada en la artesanía y etnografía del norte de Marruecos. Al norte de la Medina se encuentra el Barrio de Marshan, un vecindario de pequeñas casas (muchas de ellas de estilo modernista) en lo alto de la colina. Aquí hay dos lugares para visitar. Para aficionados de la Arqueología quedan las Tumbas fenicias, una necrópolis de fosas excavadas en la roca hace más de tres mil años con vistas impresionantes sobre el Estrecho de Gibraltar. Y a dos pasos está otro de esos mitos tangerinos: el Café Hafa. Por sus terrazas han pasado artistas, intelectuales, músicos y miles de viajeros en el último medio siglo.

El Barrio Judío de Tánger .- Tánger no tuvo nunca un barrio judío en sentido estricto. A diferencia de otras ciudades marroquíes, aquí no se concentró a la población hebrea en Mellahs (saladeros) como sucedió en Fez o Marrakech. Aún así, la colectividad hebrea en la ciudad superó los 17.000 vecinos y vecinas hasta mediados del XX. Dicen que la Sinagoga Moshe Nahon (Rue Cheikh al Harrak) es una de las más bonitas del norte de África y no exageran. De estilo monumental, mezcla el estilo andalusí y el clásico destacando sus más de 40 lamparillas de plata. Otro hito cercano es la antigua Legación de los Estados Unidos (Rué de Amerique), un palacete de estilo andalusí que fue sede de la embajada norteamericana y hoy alberga un museo de arte contemporáneo y algunas colecciones vinculadas a la historia de la ciudad.

EXCURSIONES DESDE TANGER .- La clásica de las escapadas desde la antigua ciudad internacional es el pueblo pesquero de Arcila (41 kilómetros por la A-1). Esta pequeña ciudad costera tiene muy buenas playas (con olas para hacer surf) y una pequeña medina fortificada (tiene una de las murallas mejor conservadas del país) con algunas joyas para visitar. Es un pueblo muy bonito. Un poco más al sur, a pocos kilómetros de Larache, se encuentra el Yacimiento de Lixus (77 kilómetros desde Tánger por la A-1 y N1) antigua ciudad fundada por los fenicios en el siglo VII AC que se convirtió en una de las ciudades más prósperas del norte de áfrica durante el Imperio Romano. Otro clásico del norte de marruecos es la ciudad azul de Chefchauen (112 kilómetros por N2 y N13), uno de esos lugares que hay que ver sí o sí cuando se programa un viaje al norte de Marruecos.

COMO LLEGAR A TÁNGER .- Desde el sur de España la mejor manera de llegar hasta Tánger es en barco. La ciudad tiene dos puertos. Tánger Ville se sitúa junto al casco histórico de la ciudad y tiene conexiones diarias con la ciudad española de Tarifa (la ruta es operada porFRS e Intershiping ). El precio de los billetes ronda los 20 euros por trayecto. Tánger Med se sitúa a 45 kilómetros del centro de la ciudad y tiene conexiones diarias con Algeciras (FRS; Intershiping;Balearia;Africa Morocco Link; Trasmediterranea). Desde aquí sale un autobús de línea hasta Tánger aunque lo más cómodo es ir en taxi (unos 200 DH). También se puede ir en taxi hasta Alcazarseguir y desde aquí en tren hasta Tánger (pocas frecuencias). El Aeropuerto de Tánger tiene conexiones con varias ciudades europeas y con los principales destinos del país alauita. Las compañías que operan en este aeródromo sonIberia,Vueling,RyanAir, Volotea, Air Arabia Maroc , Transavia yRoyal Air Maroc. Por tren, Tánger está conectada con las principales ciudades del país. La línea Tánger-Casablanca ofrece una decena de viajes al día en línea de alta velocidad con paradas en Sidi Kacen-Rabat. El trayecto hasta Rabat tarda unas cuatro horas y cinco hasta Casablanca. La línea Tánger-Meknes-Fez oferta tres salidas diarias. El trayecto demora cuatro horas hasta Meknes y cuatro horas y media hasta Fez. Otra ruta interesante para los viajeros es el nocturno Tánger – Marrakech, que sale todos los días a las 21.30 y llega a las 8.00. También se puede hacer con transbordo en Casablanca (unas diez horas).

Fotos bajo Licencia CC: Jean-François Gornet ; Ramón Cutanda López ; mustapha ennaimi ; Fran Villena ; Robert Brands ; Jon Rawlinson ; Travel4Brews