El Hierro es un lugar diferente. Comparte con sus hermanas algunos elementos fundamentales como el clima, la amabilidad de sus gentes y esos rasgos culturales que hacen de Canarias un lugar único. Pero aquí esos hechos diferenciales están aún muy marcados creando una sensación de último reducto que ya empieza a perderse en otras islas como La Gomera y La Palma y que ya son cosa del pasado en el resto. El paisaje herreño es contundente y está poco alterado. Uno puede ver, todavía, lo que fue la isla durante siglos antes de la llegada del turismo de masas y todo lo que ello supone. Aquí se pueden ver paisajes intactos; costas vírgenes; bosques milenarios… Pero también una cultura que ha sufrido pocos cambios y que resiste. Por eso El Hierro no es una isla para hacer turismo. Es una isla para viajar y eso la convierte en un lugar especial.
Rastrear el pasado aborigen de la isla.- La potencia arqueológica de El Hierro es de las más importante de Canarias gracias a la abundancia de los grabados rupestres (hay decenas de estaciones por toda la geografía insular) y viejas estructuras de piedra. Pero las huellas de los primeros habitantes de la isla (los bimbaches) van mucho más allá de estos viejos restos y aún pueden verse en tradiciones como los Carneros de Tigaday (un viejo rito de fertilidad convertido en fiesta de Carnaval) o muchas de las costumbres que rigen el calendario ganadero. Los dos lugares que hay que ver sí o sí son el Árbol Garoé (Sendero Pre H-11 Km 8), un complejo sistema de pozas, canales y albercas que se construyeron para recoger el agua ‘destilado’ por un denso bosque de Laurisilva, y el Parque Cultural de El Julan (HI-400) un pequeño centro de interpretación en el que puedes descubrir una de las más impresionantes estaciones de grabados rupestres de toda Canarias (desde aquí parten las excursiones que bajan hasta los grabados). Si vas a darte un chapuzón a La Caleta puedes ver una estación de grabados muy cerca de la piscina.
Una relación peculiar con el medio.- Una de las cosas que más sorprende de la isla es la peculiar cultura que sus gentes han construido a lo largo de los siglos. Esto es posible verlo en cuestiones como las viejas cañadas ganaderas de Nisdafe y La Dehesa o la particular manera de dividir los campos con muros de piedra que convierten a la isla en un verdadero puzle. También es posible descubrir esta cultura en algunos puntos visitables: algunos centros de interpretación al uso como el Museo Etnográfico Casa de Las Quinteras (Armas Martell, sn –Valverde-) otros verdaderas maravillas como el Ecomuseo de Guinea (Calle Gral. las Puntas, sn) un antiguo pueblo de casas de piedra seca y techos de paja que se ha convertido en un museo vivo sobre la vida tradicional herreña hasta prácticamente antes de ayer. Otro lugar indispensable para ver esta relación entre las isleñas e isleños con su entorno es el Pozo de Las Calcosas (HI-100), otro de estos pueblos tradicionales que, para colmo, está en un entorno costero espectacular. Este es uno de los lugares más intensos de toda Canarias. De los mejores gofios de Canarias.- En Guarazoca se encuentra el Molino del Abuelo Pancho (Juan Chamorro, 1) que en varios años ha sido premiado por producir el mejor gofio de Canarias. Un buen ‘souvenir’ para llevarse a casa.
Tierra de fuego.- En octubre de 2011 al sur de la Punta de La Restinga se inició una erupción volcánica submarina que dejó al Volcán Tagoro (así se le bautizó) a apenas 88 metros de asomar la cabeza sobres las aguas. El entorno terrestre de este pueblo marinero está llena de viejos volcanes y coladas de formas caprichosas que ponen de manifiesto que Canarias sigue creciendo por aquí y por la vecina La Palma. En la HI-8 se encuentra el Centro de Interpretación del Geoparque de El Hierro, un pequeño museo del que parten varios senderos que te van a permitir acercarte a los viejos volcanes y comprender como se construyó la isla y lo que pasa bajo la superficie del mar. Desde aquí se accede a la Playa de Tacorón, un lugar donde las lavas se encontraron con el mar formando una costa caprichosa de gran belleza. Este es uno de los mejores lugares de Canarias para ponerse las gafas, el tubo y las aletas.
Una naturaleza con muchas sorpresas.- Como sucede con el resto de Canarias, El Hierro tiene una buena parte de su superficie bajo alguna figura de protección ambiental. Como decíamos antes, toda la isla fue declarada como Reserva de la Biosfera lo que pone de manifiesto su potencia como destino de naturaleza. Vamos a destacar tres verdaderos monumentos vegetales y uno animal: los lugares vinculados a la flora que creemos que no deben faltar en una visita son el Bosque de la Llanía (HI-1) donde puedes encontrar el mejor sector de Laurisilva de la zona alta de la isla; la Hoya del Morcillo (H-400) donde puedes ver un bosque de pino canario muy viejo (nada de esas alfombras de pinos de los bosques de repoblación) y El Sabinar (HI-506) un espacio mágico en el que se encuentran esas sabinas retorcidas por el viento que se han convertido en el icono vegetal de la isla. El otro icono natural es el Lagarto Gigante de El Hierro, una especie que estuvo a punto de desaparecer y que hoy vive una segunda juventud gracias al Centro de Recuperación de El Lagarto Gigante de El Hierro (Calle Gral. las Puntas, sn -) un lugar que se puede y se debe visitar –está junto al Ecomuseo de Guinea-.
La cultura pastoril.- El ganado es el eje sobre el que pivota la cultura tradicional de la isla. Y buena muestra de eso son los estupendos quesos herreños que puedes comprar en la Cooperativa de Quesos Herreños (Carretera El Majano, sn –San Andrés-) uno de los grandes referentes económicos de toda la isla. Los quesos de la isla (los ahumados son de una potencia alucinante) no son más que la demostración empírica de un modo de vida que tiene su reflejo en los paisajes de la isla. Sobre todo en dos lugares: los prados verdes de la Llanura de Nisdafe (HI-1) donde puedes ver la particular estructura de la propiedad de campos y pastos y La Dehesa (HI-506), zona tradicional de pastos comunales que ocupa las tierras altas de todo el extremo occidental de la isla (donde se encuentra El Sabinar). Una patrona por un par de quesos.- Tierra de pastores y virgen de pastores. El Santuario de Nuestra Señora de los Reyes (HI-506) es una sencilla y bonita iglesia que sirve de guarda para una pequeña talla tardo gótica que ‘eligió’ quedarse en la isla. Dicen que un barco que se dirigía a América estuvo varios días en la costa atrapado por la ausencia de vientos. Para avituallarse tuvieron que cambiar la talla por víveres (entre ellos varios quesos de la isla) y justo cuando la virgen tocó tierra empezó a soplar el viento.
La mística del fin del mundo.- La Isla del Meridiano. La condición de El Hierro como último confín del mundo conocido hasta el descubrimiento de América es una de sus señas de identidad más potente. También un atractivo para los que viajan por sus caminos en busca de estos lugares insólitos que diferencian a El Hierro del resto de las islas. Orchilla es uno de esos puntos culminantes de viaje que abundan poco y son exclusivos de destinos especiales. En Orchilla se encuentra el verdadero Faro del fin del mundo (acceso HI-503) en uno de los paisajes más intensos de la isla. En las inmediaciones del faro puedes ir a ver el monumento que conmemora los muchos siglos que por aquí pasó el Meridiano Cero, el punto geográfico que servía para medir la longitud geográfica. El lugar merece la pena. También bajar hasta el embarcadero del faro para echarse un chapuzón en las inmediaciones del punto más occidental de España.
Por supuesto, ir a la playa y disfrutar del mar.- Islas Canarias, sol y playa… Y en El Hierro también hay lugares impresionantes para acercarse al mar y pasar un día de playa. Eso sí, aquí no existen esos grandes arenales de otras islas. Aquí uno se encuentra con el agua a través de charcones naturales, piscinas artificiales y pequeñas playas y bahías. Y hay rincones que son una pasada. Como Tamaduste, por ejemplo, un antiguo pueblo de pescadores que se encuentra junto a una pequeña bahía de aguas tranquilas y limpísimas que es una pasada. Nuestros otros sitios de ‘playa’ favoritos de la costa herreña son el Charco de las Calcosas (HI-100) del que ya te hablamos antes, El Charco Azul (HI-551), que es el charco de marea más bonito de toda Canarias, y la Playa de Tacorón (HI-410). El que busque una playa de arena al uso tiene que irse hasta La Restinga el gran pueblo de pescadores de la isla. Aquí también tienes el Centro de Interpretación del Mar de Las Calmas (Puerto de La Restinga, sn) uno de los mejores lugares para bucear del mundo (cosa que nunca hemos hecho). La costa de El Hierro tiene otros muchos lugares donde uno se puede dar un chapuzón (La Caleta, La Maceta, Los Sargos…) y también espacios curiosos como El Pozo de la Salud (H-500), donde puedes beber aguas salobres que atrajeron a los viajeros desde hace siglos, o la Punta de Arenas blancas.
Una tierra marcada por el abismo.- El Hierro es tierra de alturas extremas y de caídas abruptas. Las ‘tierras altas’ de la isla suelen acabar en grandes abismos con panorámicas brutales. El Mirador de La Peña (HI-10) es el gran balcón sobre el Valle del Golfo. Un lugar dónde se unen la propia vista y la intervención arquitectónica del artista lanzaroteño César Manrique. Las cresterías de la isla (accesibles fácilmente por carretera y pequeños paseos) son una sucesión de atalayas espectaculares que abarcan toda la costa norte de la isla: Jinama (HI-120); Pico Malpaso (HI-45); Cruz del Humilladero (HI-45) y Mirador de Bascos (HI-506). En la vertiente sur destaca el Mirador de Las Playas (HI-402). También se pueden ver las alturas desde abajo en lugares muy señalados: en El Valle te recomendamos subir hasta el Campanario de Joapira (HI-1) y en la zona de Las Playas tienes que atravesar Timijiraque para llegar hasta el Roque de Bonanza (HI-2), otro de los iconos paisajísticos de la geografía insular.
Una tierra de vinos.- Bajo la Denominación de Origen Vinos de El Hierro se amparan a un total de 13 bodegas (más de dos centenares de viticultores) que trabajan en cuatro grandes zonas de la isla: Echedo (en los alrededores de Valverde); Frontera; Sabinosa y El Pinar. Los paisajes del vino en la isla son diversos: desde las terrazas de El Valle (Frontera y Sabinosa) a los volcanes repletos de viñedos de El Pinar (como los que se pueden ver en el Camino de El Cascajo). Se puede ir a comprar vino a algunas de las bodegas que forman parte de la Denominación de Origen y hay vinos que tienen justa fama y se agotan, literalmente, en horas después de salir a la venta (como el Vijariego negro de la Bodega Tanajara). Esta cultura del vino tiene su reflejo en los campos y pueblos dónde el topónimo de El Lagar es frecuente. Estas infraestructuras para sacar el mosto de la uva se encuentran repartidas por toda la isla y en Sabinosa puedes ver uno en pleno casco urbano.
Fotos bajo licencia CC: Jose Mesa; Fernando Marín Armas; Víctor R. Ruiz; Julen Iturbe-Ormaetxe; Mario Trifuoggi; Ramón Pérez Niz