Según se dice, en esa lomada que mira de cara a su vecino San Juan, ya existía un barrio de canarios muchos años antes de que los españoles empezaran a dar forma a la ciudad de Telde allá a finales del siglo XV. Los restos de la Calle Bailadero así lo ponen de manifiesto.Cazoletas excavadas en la roca volcánica y muros de piedra seca que según los expertos era un adoratorio de los antiguos (de ahí el nombre de El Bailadero) dan fe de que mucho antes de los muros de cal, las tejas rojas y las balconadas de madera por estos pagos ya vivían hombres y mujeres. También dicen que en este lugar, y como contraposición a San Juan, se quedaron a vivir los descendientes de aquellos de los que hablábamos con anterioridad y que lo que hoy es la Calle León y Castillo sirvió de frontera imaginaria entre los de acá y los de allá; esto es entre los descendientes de los conquistadores y los pocos aborígenes que pudieron quedarse después de la conquista. Quizás por eso, las casas antiguas de San Juan son señoriales y las de San Francisco, salvo excepciones, son más sencillas y ‘populares’.
También dicen que junto a estos canarios vivieron jornaleros, campesinos y pequeños artesanos muchos de origen judío, que encontraron refugio en la isla tras la expulsión. Pues juntos crearon un barrio de calles irregulares y casitas blancas que supo conservar su esencia a lo largo de los siglos; estaríamos oficiosamente ante la única ‘judería’ de Canarias. Después llegó la iglesia, y algunas grandes familias que construyeron acá casonas de consideración en torno a huertos de cierta importancia. Como los Sall, una familia de origen irlandesa que se instaló en la zona allá por los inicios del siglo XVIII para aprovechar la querencia de la clase alta local por el comercio. La Casa de los Sall (Calle Altozano) ha sido recientemente restaurada y pronto será un Centro de Interpretación sobre la historia del casco histórico teldense.
Y tiene pinta de judería: calles retorcidas y estrechas que se abren en pequeñas plazas que no son sino cruces de caminos. Como la que alberga el llamado Árbol Bonito, un gigantesco laurel de indias situado en la confluencia de las calles Altozano, Fuentes, San Francisco, Tres Casas y Huertas que protege un pequeño crucifijo de piedra volcánica rojiza. Entorno encantador dónde se combinan flores, tapiales y ejemplos notables de arquitectura popular canaria que abarcan más de cuatro siglos de historia. Casas donde la madera se combina de manera magistral con la teja y con la cal poniendo de manifiesto la belleza sencilla de los pueblos de la isla cuando se sabe respetar lo que nos dejaron los siglos.
Las únicas concesiones al espacio del barrio son las huertas que se abren entre algunas de las casas y la Plaza de San Francisco. Aquí se concentran tres de los edificios más importantes del barrio. El más curioso es el ‘ Calvario’, un pequeño edificio de planta cuadrada que presenta dos ranuras para depositar limosnas o los diezmos que los campesinos debían pagar a la Iglesia; justo en frente se levanta la Iglesia Conventual de San Francisco (de principios del siglo XVII) y casi esquina con esquina la pequeña Ermita de San Francisco. A dos pasos de la plaza se encuentra la Calle Santa María, desde dónde se pueden ver buenas vistas sobre el Barranco de Telde.
Para salir de San Francisco conviene dar un par de rodeos y dejarse encantar por las callejuelas y los recovecos. De esta manera, un par de centenares de metros se convierten en un laberinto de sorpresas. Como los callejones La Montañeta oSanta María o los arcos del acueducto de San Francisco, que servía para conducir el agua hasta la vecina San Juan.
SEÑORIAL SAN JUAN
La Plaza de San Juan y la Calle León y Castillo son el corazón del ‘barrio noble’ del casco histórico teldense. La ‘oposición’ a San Francisco también se manifiesta en los colores que adornan las fachadas de las casas, que contrasta con el blanco impoluto de San Francisco. También contrasta la transformación urbana que sufrió esta parte de la ciudad en el siglo XIX transformando fachadas y tejados. Para descubrir la personalidad original del lugar hay que entrar, por ejemplo, a la Casa Museo León y Castillo Casa Museo León y Castillo (Dirección: C/ León y Castillo, 43-45; Tel: (+34) 928 691 377; Horario: MD 10.00 – 18.00; E-mail: leonycastillo@grancanaria.com) residencia natal de uno de los políticos canarios más influyentes del siglo XIX y, también, magnífico ejemplo de residencia de las élites isleñas de aquellos tiempos.
La Basílica de San Juan (Dirección: Plaza de san Juan, sn; Horario: LD 8.00 – 14.00 y 17.00 – 20.00) con sus torres cónicas de piedra azulada es el corazón del lugar y, también, uno de los edificios históricos más importantes de la isla. De estilo gótico tardío, la iglesia es de las más antiguas de Canarias y guarda tesoros como suretablo flamenco (siglo XV), la imagen del Cristo de Telde, moldeado en pasta de maíz por indígenas de Michoacán, en México y varias tallas del imaginero grancanario José Luján Pérez, uno de los más importantes escultores religiosos de los estertores del XVIII español. Es linda la iglesia.
Y da para un buen rato antes de lanzarse al placer de callejear e ir descubriendo rincones como el coqueto Parque de Lulú (Dirección: C/ Duende), un jardincillo romántico de pequeño tamaño que recibe su nombre oficioso (en realidad se llama Jardín de Santa Rosalía) por una chimpancé que vivió allí durante años. Es uno de los lugares más bonitos del recorrido e ideal para relajarse un rato bajo las palmeras o para los que viajan con niños.