La mayoría de los que pasan bajo alguna de las nueve puertas de la Muralla de Ávila llegan a primera hora de la mañana a la ciudad; pasan aquí el día (o a veces apenas unas horas combinadas con Segovia o la cercana San Lorenzo del Escorial) y se vuelven a Madrid o siguen su recorrido por otras ciudades monumentales cercanas. Para qué negarlo, las primeras veces que fuimos a Ávila lo hicimos así; de paso. Y no está mal si no se tiene la oportunidad de pasar alguna noche en esta pequeña joya del Medievo español. Lo más importante se encuentra a poco más de un radio de veinte minutos caminando desde casi cualquier sitio y los edificios históricos se encuentran en las inmediaciones de la muralla . Fantástica muralla, por cierto. Pero si tenemos en cuenta que sólo este muro prodigioso (dicen que es el mejor conservado de toda la Europa medieval) tiene más de 1,7 kilómetros de recorrido (lo que nos demandaría como treinta minutos así a todo meter y sin parar para hacer una foto), pues con una mañana ya la cosa se nos queda corta.
Las ciudades tienen diferentes caras que van apareciendo a medida que avanzan las horas del día. Y uno no conoce una ciudad si no la ha visto bajo el tamiz de la noche. Por eso, aunque ya habíamos estado aquí antes, nos animamos a pasar un fin de semana en Ávila. Y merece la pena; aunque acabes por pasar tres o cuatro veces por el mismo sitio a lo largo del día. Porque así es como se conocen las ciudades. Y ésta cuenta con recovecos increíbles que se descubren gracias a la casualidad o a la caminata pausada. Y también porque pudimos comer, cenar, beber (bien y barato) y desayunar, que es la clase de roce que a nosotros nos hace el verdadero cariño.
La ciudad desde las alturas y a ras de suelo
La gente llega a Ávila al reclamo de su muralla. Obra magna de la arquitectura militar medieval española que encierra un rectángulo de 33 hectáreas con 2.500 metros de muros de 12 metros de altura y tres de ancho que alterna lienzos y un total de 87 torres y nueve puertas. Uf. Casi nada. Las construyeron a finales del siglo XI y las hicieron tan bien que ningún ejército osó tratar de vencerlas. Y eso que cuando la construyeron, Ávila era algo así como el primer frente de defensa ante las tierras del Islam. Pero no hubo quien se atreviera. Y como son el rasgo más importante e imponente de la ciudad no es mala idea empezar la visita por aquí aunque sólo después de verlas en toda su dimensión desde Los Cuatro Postes (Acceso por Calle Cuatro Postes desde Avenida de Madrid), pequeño templete junto al Río Adaja que es el mejor mirador sobre la ciudad.
A la muralla se puede subir desde tres sitios diferentes: A dos pasos del Los Cuatro Postes se encuentra la Puerta del Puente; un poquito más lejos la Puerta del Carmen y, muy cerca de laPuerta de La Harina, se encuentra la Casa de la Carnicería (Dirección: C/ San Segundo, 17; Tel: (+34) 920 211 387; Ver Horarios ) en la que hay una pequeña exposición sobre el muro defensivo más famoso de España. El tramo visitable comprende tres de los cuatro lados de la fortaleza ; desde la Puerta del Alcázar hasta la Puerta del Puente en sus lienzos este, norte y oeste. E por medio, hitos importantes como el ábside fortificado de la Catedral de Ávila, que se integra totalmente en el muro junto a la Puerta de la Harina, y la Torre del Alcázar, en la que se ha habilitado un pequeño centro de interpretación sobre la historia local.
Ya con el pie a ras de suelo, el viajero se encuentra con una pequeña ciudad netamente medieval de callejuelas estrechas en las que se alternan los grandes edificios religiosos o palaciegos con huellas de la vida cotidiana de hace cientos de años que, por fortuna, se han conservado. Como los Hornos Postmedievales (Dirección: C/ Marqués de Santo Domingo, 15-17; Tel: (+34) 920 354 000; Horario: S 10.00 – 14.00 y 16.00 – 18.00 D 10.00 – 14.00), un antiguo horno alfarero del siglo XVI situado en el extremo oeste de la ciudad, un lugar que por su cercanía con el Río Adaja concentraba todas las actividades industriales. Ya fuera de las murallas, a pocos metros del cauce del río, se encuentran las Tenerías de San Segundo (Acceso: C/ Atrio de San Segundo) antigua curtiduría de cueros de origen medieval que estuvo en uso hasta el siglo XVIII y que son las mejor conservadas de España.
La Huella judía
Ávila también tuvo su propia judería; o más bien sus juderías. En lo que hoy es la Calle Reyes Católicos tuvieron los judíos buena parte de sus talleres y tiendas. La actual Capilla de Las Nieves (Dirección: C/ Reyes Católicos, 20; Tel: (+34) 920 211 000; Horario LS 17.00 – 19.00) se levantó sobre el solar de una antigua sinagoga y justo al lado se encuentra lo que la tradición local considera la Casa del Rabino (Dirección: C/ Reyes Católicos, 22), una casona del XV que en la actualidad es una hospedería. También dice la tradición que la preciosa Ermita de Mosén Rubí (Dirección: Plaza Fuente del Sol, 2; Tel: (+34) 920 21 15 87) se edificó sobre otra vieja sinagoga judía. Decíamos juderías, porque la Plaza del Pocillo era el epicentro de un barrio judío aún más grande que el que se concentraba a dos pasos de la Catedral. En esta parte de la ciudad, junto al sector suroeste de la muralla, se localizaban talleres artesanales, huertas y casas de pobres de una sola planta –herencia arquitectónica que ha sobrevivido en esta parte de la ciudad-.
El centro espiritual de aquel primitivo barrio era la Sinagoga de Don Samuel (Dirección: C/ Pocillo esquina Travesía de Santo Domingo), que hoy es una casa de familia como cualquier otra. Porque cuando los judíos fueron expulsados de España allá por el 1492, se perdieron casas, sinagogas, negocios, escuelas… Se perdió tanto que hasta se perdió el respeto a los muertos y las tierras del antiguo cementerio de la comunidad judía se convirtieron en solar del Monasterio de La Encarnación y las piedras de las lápidas en material de construcción: por eso no es extraño ver símbolos cabalísticos o estrellas de David en muros de casas e, incluso, iglesias cristianas.
Grandes iglesias; grandes palacios
Como sucede con las grandes ciudades históricas españolas la trama urbana de Ávila es una intrincada red de calles, callejuelas y callejones que da poca tregua al cielo abierto. Solo en lugares como laPlaza del Mercado Chico o las plazuelas de Pedro Dávila, Teniente Arévalo o la Plaza de la Catedral el cielo entra a raudales en una ciudad por lo demás encerrada en una red de yejados y muros. Estos espacios abiertos son los que dan lustre a los grandes edificios de la ciudad; iglesias enormes y palacios de las grandes familias que se concentran en las inmediaciones del antiguo Alcázar (esquina suroriental de la muralla), germen del burgo, musulmán antes que cristiano y hasta romano antes que nada –pueden verse restos de la ciudad romana junto a la Puerta de San Vicente-. Lamentablemente el castillo original fue derruido a principios del XX. Pero quedaron en pie los edificios nobles que crecieron bajo su sombra.
Como el Palacio de Valderrábanos (Dirección: Plaza de la Catedral, 9) y el espectacular Palacio de los Velada (Dirección: Plaza de la Catedral, 10), hoy convertidos en hoteles; o el Palacio de los duques de Superunda (Dirección: Plaza Corral de las Campanas, 3; Ver Horario ), que es uno de los mejores ejemplos de arquitectura renacentista de la ciudad y hoy alberga una pinacoteca centrada en la figura del pintor italiano Guido Caprotti con algunas piezas de maestros de la talla de Sorolla. Un poco más alejado del centro noble se localiza el Palacio de Polentinos (Dirección: C/ Vallespín, 19; Tel: (+34) 920 352 521; Horario: LV 10.00 – 14.30), otra joya del renacimiento que alberga un pequeño museo sobre el Ejército de Tierra español –la colección de soldaditos de plomo nos encantó-.
Pero sin duda alguna, el gran edificio de la ciudad, más allá de la muralla, es la Catedral de Cristo Salvador (Dirección: Plaza de la Catedral, 8; Tel: (+34) 608 486 808; Ver horario ), una maravilla que combina templo religioso y fortaleza militar que se adosó a las defensas de la ciudad como parte intrínseca a ellas. Dicen que es el mejor ejemplo de iglesia fortaleza de Europa y no vamos a contradecir lo que dicen los que saben lo que dicen. También dicen que este templo inauguró el gótico en tierras de Castilla , nuevo estilo importado directamente desde Francia. Otra particularidad es su arenisca roja, color característico de esta gran catedral que no tiene nada que envidiar a otros grandes edificios de la región y que cuenta, además de los elementos clásicos como la propia iglesia o su bonito claustro con el aliciente de su carácter de fortaleza militar; Fortior Abulensis –Fuerte Abulense-, la llamaron.
El peso de la iglesia católica en la configuración urbana de Ávila es brutal. Las iglesias aparecen por doquier. Visitarlas todas requeriría de varios días de estancia. Pero para los amantes de la historia y la literatura es obligado darse una vuelta por el Convento de Santa Teresa (Dirección: Plaza de la Santa, 2; Tel: (+34) 920 211 030) un soberbio cenobio carmelita de estilo barroco (siglo XVII) que se levantó sobre las ruinas de la casa de la mística Teresa de Jesús, uno de los nombres propios más importantes de la literatura española de todos los tiempos. En el lugar que ocupaba la antigua casa natal de la mística se ha construido un museo sobre su figura.
El paseo despreocupado y tranquilo depara muchísimas sorpresas. Por eso decíamos que conviene pasar al menos una noche en Ávila. Nosotros no descubrimos, por ejemplo, la Finca Güell (Dirección: C/ Marqués de Santo Domingo, sn; Concertar visitas mediante mail: visitas@fincaguellavila.com) en las excursiones previas. Y este ‘jardín secreto’ junto a las murallas es una auténtica delicia. Ir, ver y volver en el mismo día tampoco te permite caminar tranquilo por el Paseo del Rastro o volver a subir hasta Los Cuatro Postes con las primeras sombras de la noche y ver las murallas y el chato ‘skyline’ de Ávila iluminado, una estampa preciosa.
Muros afuera
La Ávila moderna se desparramó muros afuera en una sucesión de barrios, avenidas y bulevares que se tragaron gran parte del patrimonio medieval externo. La primera de estas expansiones se realizó frente al lienzo oriental de la ciudad, junto a la Basílica de San Vicente (Dirección: C/ de San Vicente, 4; Tel: (+34) 920 255 230) una preciosa iglesia que aúna los últimos momentos del románico y los primeros pasos del gótico y cuyo atrio techado, situado en el muro exterior sur está directamente emparentado al cercano románico segoviano . Estas galerías servían de centro de reuniones y fueron comunes en las iglesias de las provincias de Segovia y Ávila. El otro punto de interés del barrio de Extramuros, en contraposición a Murallas, es la Plaza de Santa Teresita, dónde se encuentra la también románica San Pedro (Dirección: Plaza de Santa Teresa, 1; Tel: (+34) 920 229 328) y adelanta un buen tramo de callejuelas que guarda algunos tesoros como el Convento de San José (Dirección: C/ Las Madres, 2; Tel: (+34) 920 222 127) o la Plaza de San Jerónimo.
El Real Monasterio de Santo Tomás (Dirección: Plaza de Granada, 1; Tel: (+34) 920 352 237; Ver Horario ; E-mail: avila.vre@dominicos.org) es otro de esos lugares que se quedan fuera de ruta si vas de paso. Pasar un fin de semana en Ávila te permite acercarte hasta una de las grandes joyas del arte flamígero español . Este monasterio se construyó a finales del siglo XV con el auspicio directo de los Reyes Católicos, que financiaron las obras y ordenaron la construcción de un pequeño palacio (Claustro Real) que debía servir de residencia real en la ciudad abulense. Hoy es una verdadera joya artística y arquitectónica que bien merece una visita tranquila. En la iglesia se encuentra el magnífico Sepulcro del Infante Don Juan, una de las mejores muestras de escultura renacentista italiana en España, y un fantástico retablo de Berruguete. El Monasterio de Santo Tomás de Ávila es una de las obras cumbre de la arquitectura española.
COMER EN ÁVILA
Siglo XII . Dirección: Plaza de la Catedral, 6; Tel: (+34) 920 252 885. Uno de los mejores restaurantes de toda la ciudad y, a la vez, la oportunidad de comer auténtica gastronomía tradicional de la zona en una casona medieval del siglo XII. En la carta se pueden encontrar todos los clásicos de la cocina abulense empezando por el célebre chuletón. Precio Medio: Desde 30 euros.
Bococo . Dirección: C/ Estrada, 11; Tel: (+34) 920 223 646. Para muchos, el mejor restaurante de Ávila. Nosotros lo probamos la última vez que estuvimos y la experiencia fue de primera. Combina una carta centrada en los productos típicos de la zona con otros platos de alta cocina con una altísima calidad de las materias primas y en los fogones. Eso sí, no es barato. Precio Medio: Desde 35 euros.
Los Candiles . Dirección: C/ Pedro Lagasca, 5; Tel: (+34) 920 213 102 y (+34) 654 166 714. Siempre que vamos a Ávila tratamos de visitar Los Candiles. Las judías del Barco de Los Candiles son legendarias y las carnes de Primera División con una variedad que trasciende el mítico chuletón. De los mejores cabritos que hemos probado y eso que somos habituales de Fuerteventura. Precio Medio: Desde 25 Euros.
Revolutum . Dirección: Calle Comuneros de Castilla, 10; Tel: (+34) 920 223 804. Porque no todo va a ser carne en la vida aunque carne, haberla, hayla. No pueden faltar los platos tradicionales de la cocina local, pero también hay hamburguesas gourmet –riquísimas, por cierto- y hasta platos para veganos; veganos en la capital del chuletón, sí señor. Precio Medio: Desde 20 Euros.