El Hierro no es una isla de grandes playas y arenales al tipo de otras islas del Archipiélago: apenas hay tres lugares que pueden considerarse playas en este sentido. El Verodal, en el oeste, Timijiraque, al este y las arenas negras de La Restinga, en el sur. Aquí la tierra se encuentra de manera casi continua con el mar a través de grandes cantiles en los que el agua suele interactuar con la roca a través de la violencia. Este es un paisaje épico. Una de las cosas que más nos gustan de este lugar es su carácter salvaje: una seña de identidad que se pone de manifiesto, en su forma más contundente, en la costa norte. Pero aún así, este trozo de litoral que va desde la mágica Tamaduste hasta el Pozo de La Salud hay un buen puñado de sitios en los que uno puedes acercarse a la costa y darse un chapuzón. Como suele suceder en otros nortes canarios, aquí manda el charco. Las llamadas piscinas naturales son una de las señas de identidad de estos litorales: charcones que con la ayuda de algún muro discreto se convierten en verdaderas piscinas de agua de mar en la que es una gozada pasar un día de playa.
En El Hierro, algunos de estos charcos son, sencillamente mágicos. Unos son una clase de antropología; otros una lección magistral de vulcanismo reciente y los más, lugares muy bonitos en los que uno puede darse un chapuzón y, de paso, admirar los paisajes duros de esta parte de la geografía insular. Ya lo hemos dicho en muchas ocasiones. El Hierro es uno de nuestros fetiches viajeros. En la más pequeña de las Canarias caben muchas cosas. Y también estas ‘playas diferentes’ en las que puedes hacer ‘un párate’ mientras vas y vienes descubriendo los diferentes hitos que hay que ver. Algunos, como verás a continuación, están muy cerca de estas playas.
Empezamos por El Tamaduste (Acceso por HI-20).- Este es uno de los lugares más bonitos de Canarias. No sólo es un buen punto para ir a la playa: para nosotros es de los mejores sitios de El Hierro para alojarse. Tamaduste es la bahía perfecta. Una auténtica bolsa de agua enorme que entra en la tierra gracias a un angosto paso que crea un piletón enorme de varios cientos de metros de diámetro (lo llaman La Ría aunque no haya río alguno). Puntos a favor: sus aguas son tranquilas y se ha habilitado una amplia zona de solariums y accesos al agua. El antiguo pueblito de Tamaduste se ha convertido en un pequeño centro turístico. Pero nada desmesurado. Si pasas por aquí no dejes de probar los pescados frescos del Restaurante Tamaduste (Tabaiba, 7 –Tamaduste-; Tel: (+34) 922 550 177), uno de nuestros fijos en las escapadas herreñas (pide el peto, una delicia local).
Una clase de vulcanismo y antropología en Las Calcosas (Acceso por HI-100 desde HI-5 –El Mocanal-).- Llegar es ya un espectáculo. Y el enclave lo supera. Se combinan tres elementos: desde el punto de vista geológico, aquí se encuentra una de las coladas del vulcanismo reciente más espectaculares de la isla (puedes ver como la lava se solidificó creando verdaderos churretes de piedra); desde el punto de vista playero, la piscina que se ha habilitado es bastante linda y, para rematar, tenemos la aldea de Las Calcosas, un precioso pueblo de casas tradicionales de piedra seca y techos de madera y paja. Este lugar, durante muchos años, fue el lugar de descanso de los vecinos de El Mocanal que crearon una pequeña población muy singular y muy pintoresca que es toda una muestra de la arquitectura tradicional herreña.
Antes de bajar a El Golfo; un balcón de diseño en El Mirador de La Peña (Acceso HI-5).- No está mal aprovechar que la isla es chiquita para ver el litoral del Valle de El Golfo (dónde se encuentra el resto de las playas que vamos a visitar) desde las alturas. Los dos puntos de referencia propuestos son El Mirador de La Peña y el entorno de la Ermita de la Virgen de La Peña. A ambos sitios se accede con facilidad desde Guarazoca. El primero es un alarde de arquitectura y paisajismo del artista lanzaroteño César Manriquue, que creó un balcón de diseño en el que, literalmente, estas colgado del abismo (y dónde se localiza uno de los mejores restaurantes de El Hierro). El otro de los miradores propuestos es la Ermita de la Virgen de La Peña (acceso por Camino de Medina) donde, para nuestra opinión, están las mejores fotos panorámicas de El Hierro –desde aquí parte el camino tradicional que comunicaba la zona de Valverde-El Mocanal con la de Frontera-. Ya que andas por aquí pásate por Guarazoca para comprar uno de los mejores gofios de Canarias en el Molino del Abuelo Pancho (Juan Chamorro, 1; Tel: (+34) 686 494 492).
Las Macetas y el Charco del Sargo; puro golfo (Acceso HI-561 e HI-556).- Las dos caras de la misma moneda. Las Macetas es una de esas piscinas ‘naturales’ que se han construido aprovechando antiguos charcones y que dan como resultado unos espejos de agua más que aceptables en tamaño y comodidad. El Charco de Los Sargos (a apenas tres centenares de metros de Las Macetas) es la cara salvaje de esta parte de la costa. En ambos casos son muy buenos lugares para acercarse al mar. Y muchas cosas que ver en sus alrededores: tirando para la zona de Las Puntas puedes ver la preciosa zona donde se encuentra el Hotel Las Puntas (el más pequeño del mundo) y, un poco más allá, unas antiguas salinas –hay que caminar un poquito-. Otro imperdible a dos pasos de La Maceta y Los Sargos es el Ecomuseo de Guinea (Las Puntas, sn; Tel: (+34) 922 555 056), una institución que aúna lo cultural (con un antiguo pueblo de casas tradicionales convertido en museo antropológico y un yacimiento arqueológico) con lo natural (aquí está el centro de recuperación del Lagarto Gigante de El Hierro).
Punto final en el Charco Azul (Acceso por Camino del Charco Azul desde HI-551).- Los últimos serán los primeros. El Camino del Charco Azul sale de la carretera HI-551 y termina en una zona de aparcamientos junto a un cantil de más de 50 metros de altura. Para acercarse hasta la costa hay que bajar por una escalera que impone más de lo que realmente exige. Pero merece la pena. Este lugar es uno de los más espectaculares de toda la isla de El Hierro. Y hay que verlo sí o sí. Aquí te vas a encontrar una verdadera obra de arte natural fruto de la fusión de las coladas de lava incandescente y el mar. El genio del hombre aprovecho unos charcones de marea para crear un complejo de piscinas muy bonitas y la naturaleza contribuye al total con una cueva en la que entra el mar a raudales y que es, simplemente, una gozada. A dos pasos del Charco Azul hay, también, otros lugares que ver. El primero en cercanía es el Pozo de La Salud, antiguo manantial de aguas salobres y medicinales que ganó justa fama por sus propiedades sanitarias; un poco más allá está la Punta de Arenas Blancas, un pequeño depósito paleontológico de restos coralinos y de conchas marinas que crea la ilusión de una playa blanca en medio de un paisaje dominado por los negros y rojos y mirando ya hacia arriba está el pueblo de Sabinosa, que es pintoresco y digno de verse.