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Carmona: una ciudad-museo a media hora de Sevilla

Cúpulas y torres. Cielo de Carmona.

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Apenas 30.000 habitantes. Un pueblo blanco de esos tan habituales en las campiñas de Andalucía. Un pueblito bonito de casas encaladas, viejas iglesias mudéjares y barrocas… Un pueblo a media hora de Sevilla valle del Guadalquivir arriba. Un pueblo muy bien comunicado por la A-4 que permite llegar en 20 minutos desde la capital hispalense y plantarse en menos de una hora en Córdoba. Pero Carmona no es un pueblo más. Y tiene mucho que ver el lugar que ocupa en uno de los corredores históricos y culturales más importantes de toda Europa. Entre Sevilla y Córdoba. Casi nada. Con todo lo que eso significa. Un pueblo de 30.000 habitantes que, por ejemplo, cuenta con tres castillos medievales impresionantes: uno en el camino que va hacia la capital sevillana y otros dos en la salida que conduce a la cordobesa. Pero es que hay mucho más. Mucho. Tanto que merece la pena incluirla en una escapada sevillana de varios días o usarla como parada y fonda en un viaje largo por los campos y ciudades de esa Andalucía infinita que empieza y no se acaba nunca.

Carmona, entre los arqueólogos, es famosa por su Necrópolis Romana (Av. Jorge Bonsor, 9), de lejos la mejor conservada y espectacular de toda España. Lo que pone de manifiesto su importancia en tiempos de Roma. Carmona fue de las primeras poblaciones en situarse al lado de Julio César en la guerra civil que lo convirtió en el gobernante todopoderoso de la República moribunda. Por eso le concedió estatus de municipio y derecho de acuñación de moneda. Y las timbas que pueden visitarse son una muestra de esa importancia y esa opulencia. El conjunto cuenta con nueves mausoleos excavados de diversa tipología e importancia en una superficie de ocho hectáreas donde puedes ver joyas como la Tumba del Mausoleo Circular, que está tal cual lo dejaron los romanos veinte siglos atrás o los frescos de la Tumba de Postumio. A dos pasos de este ejemplo magnífico de cultura funeraria puedes visitar el Anfiteatro y por las calles del pueblo hay varios vestigios de la ‘Carmo’ de los romanos (como el Hipogeo de la Calle San Felipe). Historia con mayúsculas.

El mosaico de las medusas.- Es otro de los grandes hitos históricos de Carmona.  Para ver este mosaico romano hay que llegarse hasta la sede del Ayuntamiento local (El Salvador, 2) que ocupa un antiguo colegio de los jesuitas del siglo XVI –San Teodomiro-. Así que ya sólo para ver las viejas instalaciones escolares (con un claustro precioso) ya merece la pena. El mosaico se encuentra en el antiguo claustro y no sólo es de enormes dimensiones, sino que se encuentra en un estado de conservación impresionante. El motivo central es el mito de Medusa enmarcado por un complicado diseño geométrico. En el salón de plenos del consistorio podemos ver otros fragmentos de mosaicos romanos.

Qué ver en Carmona. El casco histórico.- La situación de la necrópolis de Carmona cerca del camino que conduce a Sevilla no es una casualidad. Los romanos situaban sus monumentos funerarios a las afueras de las ciudades y junto a los caminos principales. En este caso la mismísima Vía Augusta que empezaba en Cádiz y conducía hasta la mismísima Roma. La actual Calle Sevilla y el Paseo del Estatuto nos condicen a la vieja Carmona pasando junto al primer gran hito: la Iglesia de San Pedro y su Giraldilla (San Pedro, sn) que se construyeron ya a extramuros cuando las fronteras y las idas y venidas de religiones e invasores iban quedando atrás (siglo XV). Y justo en frente del templo nos encontramos con el primero de los castillos carmonenses: el Alcázar de la Puerta de Sevilla (Plaza de Blas Infante, sn). Estamos ante el germen de la ciudad: posible bastión tartésico y fenicio, oppidum íbero, torre romana, castillo visigodo, alcázar musulmán y fortaleza cristiana. Lo que hoy vemos data de los siglos XII y XV, pero entre sus muros se puede rastrear prácticamente toda la historia de la ciudad.

La Puerta de Sevilla da paso a un centro histórico muy rico con multitud de palacios y casas solariegas en los que puedes ver pequeños conjuntos monumentales que se apelotonan en torno a las plazas e iglesias más importantes. El más notable es el que podemos ver junto a la Plazuela del Marqués de Torres: aquí tienes la otra gran iglesia de Carmona: Santa María de la Asunción. Fue templo visigótico y mezquita antes de parroquia y muchos de los materiales anteriores se aprovecharon para levantar un gran edificio que se sitúa entre los últimos momentos del gótico y los primeros del renacimiento. Este gran edificio (el más grande de la ciudad) sirve de nexo a varios palacios como la Casa de los Rueda (Carlota Quintanilla, 1); el Palacio de los Aguilar (Martín López, 39); la Casa del Marqués de San Martín (Ramón y Cajal, 12) o el Palacio de don Alonso Bernal Escamilla (General Freire, 5). Dominan las líneas del Renacimiento, pero estos palacios carmonenses son pequeñas ‘matriuscas’ arquitectónicas que esconden sucesivas capas. No es de extrañar ver restos medievales y patios árabes entre columnas barrocas o neoclásicas.

Una mención aparte merece el Palacio del Marqués de Las Torres (San Ildefonso, 1). No sólo porque es uno de los más grandes y que mejor ejemplifica esa superposición de estilos a lo largo de los siglos, sino porque sirve de sede al Museo de la Ciudad de Carmona. Con tanta historia a cuestas ya te podrás imaginar la amplitud y la calidad de las colecciones que puedes ver. La pieza más importante de la exposición es el llamado Mosaico de las estaciones, una maravilla en la que las estaciones se representan en las esquinas (verano, otoño e invierno ya que la primavera ha desaparecido). La colección abarca desde la Prehistoria a la edad contemporánea, pero las salas que creemos más interesantes son la tartésica y la romana. El Centro Temático del Mudéjar (Ancha, 26).- Un centro interesante. Este edificio formó parte de un palacio del siglo XV y es uno de los muchos ejemplos de mudéjar de la ciudad (ese arte español que une las tradiciones medievales europeas –gótico y romano- e islámicas). El edificio pasó de ser una casona nobiliaria a almacén y patio de vecinos hasta que fue recuperado como centro cultural que sirve para identificar los elementos centrales de este estilo tan característico de la Península Ibérica.

Dos castillos, dos.- La visita al casco histórico de Carmona culmina en los alrededores de la Puerta de Córdoba (Dolores Quintanilla, sn), una de las dos grandes puertas de la ciudad que tras perder su función defensiva se convirtió en una gran puerta monumental (de u precioso estilo renacentista). Pero aún así pueden verse las piedras fundacionales de la antigua fortaleza romana que daba paso a la Vía Augusta. Antes de abandonar Carmona exploraremos algunos lugares importantes como los alrededores de la Calle Judería (ni que decir tiene de dónde viene el nombre) o edificios de porte como el Convento de Santa Clara (Torno de Santa Clara, 1) o la Iglesia de Santiago (Plaza de Santiago, 2), en cuyo campanario pueden verse las trazas del Minarete de una vieja mezquita. Pero los dos grandes monumentos de la zona son las otras dos fortalezas: el Alcázar de la Reina (Hermana Concepción Orellana, 2) es más palacio que castillo aunque conserva gruesos muros que dan fe de su función primigenia (se llama así porque aquí residió la reina Isabel de Portugal, la esposa del rey Juan II de Castilla, durante un tiempo). Ya castillo con todas las de la ley es el Alcázar del Rey don Pedro (Los Alcázar, sn), un enorme complejo de muros, torres y baluartes construido en el siglo XIV por Pedro de Castilla sobre un edificio almohade anterior. Este enorme alcázar servía para asentar la defensa de Sevilla y del valle del Guadalquivir ante posibles ataques desde Granada o el norte de África.

Y para terminar un poquito de Vía Augusta.- Culminamos la visita a Carmona abandonando la plaza por la Puerta de Córdoba y seguimos por la calle Dolores Quintanilla hasta el arranque de un camino que conduce al llamado Puente Romano, que no es romano pero si ocupa el lugar de un antiguo puente romano. A lo tonto estamos caminando sobre las huellas de la antigua Vía Augusta. Después de cruzar el puente (reformado durante la Edad Media y recientemente restaurado) puedes ver un pequeño tramo de camino de tierra que sí es romano y que pone de manifiesto que la actual N-4 se construyó sobre el trazado imperial. Qué cosas.

Fotos bajo Licencia CC: Jocelyn Erskine; katiebordner; Benjamin Smith; Alain Rouiller; Larry Wentzel; Paul VanDerWerf

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