Viajar a Bulgaria: claves para visitar al destino lowcost de moda en Europa

Bulgaria es uno de los mejores países de Europa para hacer un viaje como los de antes. Junto a sus vecinos (Rumanía, Hungría, Serbia…) forma un pequeño reducto de autenticidad ante la uniformización de las ciudades del oeste europeo. Los Balcanes son una región mítica donde se han confrontado las grandes civilizaciones del Viejo continente y, también, el muro donde han chocado, durante milenios, oriente y occidente. El resultado es un grupo de países con una historia y una identidad cultural muy compleja que tiene su reflejo en sus ciudades y pueblos (mezquitas, catedrales, castillos, restos romanos, rastros griegos, culturas ‘indígenas’ tan fascinantes como los tracios…). Bulgaria es un buen lugar para explorar esta identidad balcánica. Los vuelos de bajo presupuesto han puesto a ciudades como Sofia y PLovdiv en el punto de mira del turismo de escapada, pero el país da para un viaje de dos o tres semanas. De esos de tirar kilómetros en coche de alquiler y meterse por recovecos.
Un destino muy barato.- Bueno, bonito y barato. Una de las cosas que más nos sorprendió del país es lo barato que es para darse lujos. Si uno quiere economizar de verdad (tipo mochilero con hostales, compras en supermercado y nada de lujos) puede calcular un presupuesto diario que ronda los 30 euros. Nada. Pero es que el país da para darse lujos. Un buen hotel puede rondar los 40 euros diarios por persona y una comida más que decente en un restaurante puede costar unos siete euros. Los buses entre ciudades son baratos y el coche de alquiler ronda los quince euros diarios (hay opciones más baratas).

Empezar por Sofía.- Con dos noches basta. Si llegas a Sofía antes del medio día puedes destinar a verla esa tarde y el día siguiente y te va a bastar. Un tercer día te va a permitir pasear por zonas como Vitosha, el entorno del Palacio Nacional de la Cultura o los jardines y plazas que rodean el Estadio Nacional Vasil Levski. Todo lo que hay que ver se encuentra en el tramo comprendido entre la Estación de Metro de Serdika (junto al monumento a Sofía) y la Catedral de San Alejandro Nevski. Todo se puede hacer a pie y los imprescindibles están muy cerca unos de otros. Para nosotros, lo que hay que ver sí o sí es el entorno de Serdika (con varios yacimientos arqueológicos, la mezquita otomana y la impresionante Iglesia de San Jorge) y pasear por el casco histórico para ver la catedral y, sobre todo, la Iglesia de Santa Sofía, un edificio del siglo VI muy auténtico. El Museo Arqueológico Nacional de Bulgaria.- Imprescindible si eres un amante de la historia. Aquí vas a encontrar una colección imponente de la cultura de la antigua Tracia, destacando sus tesoros de orfebrería. Si sólo puedes ir a un museo elige éste. La galería nacional no merece la pena.
VER GUÍA VIAJAR AHORA DE SOFÍA

Ir a ver el Monasterio de Rila y flipar con los paisajes de montaña más bonitos del país (138 kilómetros desde Sofía).- El Parque Nacional de Rila se encuentra a poca distancia de Sofia y es uno de los lugares con mayor carga simbólica del país. Estas montañas forman parte de la Cordillera de Los Balcanes y ofrecen paisajes se infarto, una gran cantidad de lagos de origen glacial, desfiladeros y bosques densísimos. Pero Rila es, también, una de las cunas de la nación y depositario de la identidad búlgara durante la época de dominación otomana. El origen del monasterio se remonta al siglo XII, pero lo que puedes ver en la actualidad es del XV, cuando se reconstruyó tras su destrucción por parte de los turcos. El lugar forma parte del listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO y es una joya artística de primer orden. Sólo por ver sus frescos merece la pena venir. Se puede plantear la visita fugaz desde Sofía, pero no es mala idea pasar un par de días en el parque nacional.

Plovdiv, la ciudad histórica más bonita del país (232 kilómetros desde Rila).- Uno de los mejores centros históricos de Europa. Y no exageramos. Y no por sus grandes monumentos o su espectacularidad. Plovdiv es una ciudad muy singular y presume de ser la ciudad habitada sin interrupción más antigua de Europa con más de 6.000 años encima y habitantes muy ilustres: tracios, macedonios, romanos, bizantinos, otomanos… Eso se nota en un centro histórico repleto de grandes monumentos: uno de los mejores teatros romanos de Europa; restos de un estadio, un foro, una mezquita otomana –de las más monumentales de Los Balcanes-, viejas casas de madera de estilo otomano, palacios del mejor barroco balcánico… Plovdiv fue, de lejos, lo que más nos gustó de nuestro viaje a Bulgaria. Nosotros estuvimos aquí dos días completos (tres noches) y nos quedamos con las ganas de quedarnos un poco más. Pero con dos días es suficiente para verlo todo bien.

El Museo Neolítico de Stara Zagora y el Valle de los Reyes (99 kilómetros desde Plovdiv).- ¿Incluir una ciudad por un solo museo? En nuestro caso sí. Lo teníamos clarísimo desde el principio por dos razones. La primera el propio museo que es una pasada y la segunda es la cercanía del llamado Valle de los Reyes, donde se localizan varios mausoleos de la época tracia. Stara Zagora es pequeña y puede que a primera vista no diga nada pero tiene un par de cosillas interesantes más allá del museo: el antiguo Foro Romano, y la Catedral de San Nicolás. Y después está el Museo de las viviendas neolíticas montado en torno a dos casas muy bien conservadas y con un discurso muy bueno.

A pocos kilómetros de la ciudad está el llamado Valle de los Reyes, una zona de gran riqueza arqueológica donde se han descubierto varias tumbas tracias de gran calidad. A escasos 35 kilómetros del centro de la ciudad nos encontramos con Kazanlak, una pequeña ciudad que sirve de entrada al valle. Este lugar debió ser de gran importancia simbólica para los antiguos gobernantes tracios, porque se acumulan decenas de tumbas entre las que destacan las de Kazanlak, la de Ostrusha y la de Seuthes III. En los alrededores de estas tumbas reales se encontraba Seutópolis, la antigua capital de Tracia.

Un salto hasta Etar (37 kilómetros desde Kazanlak).- Este pequeño pueblo se encuentra situado en un precioso valle en pleno Parque Nacional de los Balcanes. Aquí vas a encontrar uno de los conjuntos arquitectónicos más bonitos del país (toda una clase de arquitectura tradicional), una gran cantidad de artesanos, un museo etnográfico a cielo abierto y un entorno impresionante que te permite acercarte a los míticos Balcanes. Este pueblo es un artificio ya que fue construido a mediados del XX para recrear la vida rural del llamado Renacimiento Búlgaro (siglos XVIII y XIX). Pero los talleres y casas están ambientadas con piezas de la época y el resultado es impresionante (molinos de agua, telares, herrerías, carpinterías, casas campesinas…). De vuelta a Stara Zagora no dudes en subir hasta la Estación de Esquí de Buzludja (aunque sea verano) para ver uno de los miradores más famosos del país (el Monumento de Buzludja).

Nesebar, la perla del Mar Negro (201 kilómetros desde Stara Zagora).- Una gozada. Llegar hasta las orillas del Mar Negro es un hito viajero digno de poner en los pasaportes de los viajeros más exigentes: hacerlo en Nesebar es una verdadera gozada. Esta pequeña ciudad histórica, antigua colonia griega, se convirtió en uno de los centros comerciales más importantes del Mar Negro durante la etapa clásica y siguió siendo importante bajo la dominación tracia, romana y bizantina. La joya del casco histórico es la Iglesia de Cristo Pantocrator, una de las iglesias bizantinas mejor conservadas de Europa. Pero esta ciudad amurallada es una pequeña burbuja donde el tiempo se ha detenido ofreciendo mucho que ver. Y para colmo aquí puedes disfrutas de una de las playas más queridas por las gentes del país.
Varna, la capital de la costa del Mar Negro.- Varna es la tercera ciudad de Bulgaria por población tras Sofía y Plovdiv. Y también es la ciudad balneario por antonomasia por su cercanía con ‘Golden Sands’ (así han llamado a las enormes playas que se extienden al norte de la ciudad). Ciudad portuaria importante es la principal plaza de país en la costa del Mar Negro y también uno de los puntos clave de la historia del país. Varna fue fundada por griegos de Mileto y pasó por las manos de los tracios, los famosos hunos, los romanos, los bizantinos… Y cada cultura dejó algo tras de sí. Varna es la gran ciudad romana de Bulgaria y en sus calles puedes ver rastros de la cultura latina y visitar uno de los mejores museos arqueológicos del Este de Europa. El casco histórico es muy bonito y los jardines que sirven de nexo entre la ciudad y la playa son divinos. Lo único que no nos gustó nada es la privatización de las playas que están totalmente invadidas por esos balearios horribles.

Veliko Tarnovo, primera capital de Bulgaria (221 kilómetros desde Varna).- La Colina de los zares es el centro simbólico de la ciudad y, a la vez, de la propia identidad búlgara. Esta fue la capital del país después de la rebelión contra los bizantinos y el eje sobre el que se construyó el Segundo Imperio Búlgaro que duró dos siglos. Lo más importante de esta ciudad es la Colina de Tsarevets, el lugar donde se construyó el palacio de los ‘zares’ búlgaros. En torno a la colina y al capricho del Río Yantra se extiende una ciudad curiosa de ver (con lugares como las calles Samovodska Charshiya y ulitsa Gurko que son preciosas) donde han algunos monumentos interesantes y muchísima alusión a la historia gloriosa del lugar. Veliko Tarnovo fue también el epicentro del Renacimiento Búlgaro de finales del siglo XIX y el movimiento de independencia frente al Imperio Otomano. Así que la ciudad es muy importante desde el punto de vista de la identidad del país. Y además es bonita para pasear.

La fortaleza de Belogradchik (298 kilómetros de Veliko Tarnovo; 164 kilómetros de Sofía).- La excusa para prolongar el viaje hacia el extremo oeste del país (junto a la frontera con Serbia y muy cerca de las orillas del Río Danubio). El pueblo de Belogradchik es uno de los puntos del país que están incluidos en el listado de Patrimonio Mundial de la Unesco y más allá de su imponente castillo, el lugar es famoso en el país por su entorno montañoso dominado por enormes peñascos que se integraron en la propia fortaleza como un verdadero muro de defensa. Otro lugar de interés muy cerca de aquí es la Cueva de Magura, donde se combinan la belleza de las formaciones naturales y la presencia de arte rupestre.
Fotos bajo Licencia CC: David Jones; Radek Kucharski; rivigan; del mich; Klearchos Kapoutsis; fusion-of-horizons; Dan Lundberg; Salvador Barbera; Kyle Taylor
0