Los valles de los ríos Lot y Dordoña son uno de los secretos menos conocidos de Francia. Todo el mundo conoce, al menos de oídas, otros valles mágicos como el del Loira (que presenta una de las mayores concentraciones de castillos y palacios medievales del mundo) o los pueblitos de la Alsacia (que no es otra cosa que la orilla oeste del Río Rin). El departamento de Lot-Gorone (por sus dos principales ríos) se encuentra al sur del país a poco más de 110 kilómetros de la ciudad de Toulouse (la gran capital tecnológica y aeroespacial del sur francés) y a casi 600 de París. Es un lugar muy apreciado por el turismo francés, pero prácticamente desconocido para los viajeros de otros países. Y eso que muchas de las poblaciones que se encuentran a orillas de estos dos ríos se cuelan de manera recurrente en los listados de los pueblos más bonitos de Francia.
Y el lugar lo merece. Desde el punto de vista natural, la comarca es una sucesión de grandes viñedos, bosques y desfiladeros que se combinan con una potente oferta cultural e histórica. Los imponentes castillos, las viejas iglesias y monasterios son, seguramente, los elementos más espectaculares de un listado patrimonial muchísimo más fecundo. En la zona hay varias cuevas con pinturas rupestres paleolíticas –este es uno de los lugares de Francia con más grutas de origen kárstico-; antiguos castros célticos; pueblos de origen medieval que se han mantenido intactos a lo largo de los siglos y una cultura fascinante que se manifiesta de manera especial en su gastronomía.
¿POR DÓNDE EMPEZAR? PARADA Y FONDA EN CAHORS.- Cahors puede oficiar de ‘capital’ de la comarca en su mitad sur: primero porque es ciudad de entidad; segundo porque tiene muchísimo que ver y puede ser una buena base de operaciones para pasar las horas ‘muertas’ entre idas y venidas y, tercero, porque se encuentra en una posición que permite acceder a cualquier lugar del listado propuesto en un par de horas –como máximo- de carretera. Además, Cahors es un aperitivo ideal antes de empezar a hacer kilómetros. Basta acercarse al río y ver el Puente Valentré para empezar a alucinar. Este puente fortificado con tres torres se construyó durante la cruenta Guerra de los 100 años que enfrentó a Inglaterra y Francia y es uno de los mejores ejemplos de fortificación fluvial de Europa. La ciudad antigua se blindó del exterior aprovechando las facilidades de una curva muy cerrada del río que permitió proteger el burgo con un breve lienzo de murallas de las que sobreviven algunos tramos junto a la Torre des Pendus.
Puertas adentro, Cahors es una ciudad que sorprende por su monumentalidad concentrada. El casco histórico es un verdadero laberinto de casas de piedra y madera con edificios más que notables entre los que destaca la Catedral de San Ethienne, una verdadera delicia que destaca, además de su por arquitectura a caballo del último románico y el primer gótico –siglo XI-, por sus espectaculares frescos. El templo es grande y pone de manifiesto la importancia de la población como fin y principio de una de las etapas históricas del Camino de Santiago en Francia. Los otros grandes ‘monumentos’ de la ciudad son la Torre del Papa Juan XXII y la Iglesia de San Bartolomé (Rue de la Tour), vestigios de un antiguo palacio hoy desaparecido y la Torre del Rey (Rue Devia). Pero lo que sorprende de este pequeño centro medieval son los pequeños detalles: como los jardines secretos que se esconden entre las manzanas de viejas casas o tras los muros de antiguos conventos hoy desaparecidos. La Rue de la Daurade es un buen ejemplo de ello: aquí no sólo se concentran algunas de las casas más antiguas y mejor conservadas de la ciudad (algunas del siglo XIV) sino que también nos encontramos con el Huerto de los Benedictinos, uno de esos viejos jardines que se enclaustran entre muros por toda la ciudad.
Optar por quedarse en Cahors permite explorar en pocas horas el valle del Lot. 50 kilómetros aguas abajo se encuentra el Castillo de Bonaguil una maravilla del siglo XIII que aún sigue en pie y es uno de los mejores castillos medievales e toda Francia. Y aguas arriba podemos acercarnos en apenas media hora a pueblos encantadores como Saint Cirq Lapopie (25 kilómetros), una localidad que presume de estar entre los más bonitos de Francia. Encaramado al borde de un precipicio que cae a plomo sobre el río el pueblo es un conjunto armonioso de viejas casas de piedra, madera y tejas con calles empedradas, un viejo castillo y una bonita iglesia medieval. Es una de las postales más encantadoras de la región y, también, punto de partida del Chemin de hâlage (Camino de carretas), una senda literalmente excavada en las paredes calcáreas que encajonan en Lot a su paso por el ‘vecindario’. También a tiro de piedra está Capdenac (a 50,1 kilómetros de Saint Cirq Lapopie), otra maravilla medieval que se asoma al precioso Valle del Lot desde su atalaya de piedra. Una hipotética primera jornada de ruta desde Cahors podría culminar en Cardaillac , otro de los pueblos bonitos de la comarca. Si te gusta la prehistoria no dejes de visitar la Gruta de Pech Merle, una de las joyas del arte rupestre paleolítico europeo.
EL PARQUE DE QUERCY Y EL VALLE DEL DORDOÑA.- Gran parte de los pueblos y parajes que ya hemos visitado forman parte del Parque Natural de los Causses du Quercy, un ‘geo parque’ que aúna los enormes valores naturales, culturales y patrimoniales de toda la comarca. Quercy es una inmensa meseta calcárea surcada por valles y horadada por multitud de cuevas (la de Pech Merle es sólo una de las muchas grutas visitables que existen en la comarca: Cougnac; Lacave; Las Maravillas; Padirac…). Es un verdadero paraíso geológico (forma parte del listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO) que por tener tiene hasta un Parque de Dinosaurios un tanto naif que sirve para que los chicos tengan un respiro entre castillo y castillo. El Río Dordoña es el segundo de los grandes ejes patrimoniales de la región. Al igual que sucede con el valle del Lot, los pueblecitos encantadores cuajados de joyas históricas se suceden en una colección difícil de asumir. No es posible tanto y tan bueno en tan poco espacio.
Rocamadour es el gran pueblo de esta zona del Quercy. Literalmente adosada a la pared de una de las grietas que cortan la gran meseta, esta ciudad medieval parece sacada de un decorado de alguna película fantástica. Las casas, las torres y las iglesias se pegan a la pared con la mitad de sus instalaciones dentro de la propia roca. Es un lugar realmente fantástico en el que las calles son verdaderas rampas y escaleras que comunican un pueblo hecho a niveles que culmina en un castillo que domina todo el valle. El Santuario de Notre Dame es el monumento más importante de la ciudad y, sin duda alguna, el más espectacular. Como otros grandes edificios de la ciudad, este monasterio (también muy vinculado al Camino de Santiago) se pega a la roca formando un conjunto tan bonito como insólito –desde la puerta de San Marcial se obtiene una fotografía brutal-. A dos pasos del Castillo podemos hacer un verdadero viaje en el tiempo en La Gruta de las Maravillas Gruta de las Maravillas, con impresionantes formaciones calizas y pinturas rupestres paleolíticas. Desde el pueblo también se pueden visitar otros atractivos de la región que quedan a pocos kilómetros (Las cuevas de Lacave; el pueblo de Gourdon o las pinturas rupestres de Cougnac).
El otro gran punto de interés del Quercy es el valle del Río Dordoña, que ocupa el extremo norte del parque natural. Carennac es el pueblo de referencia de esta parte de la comarca. El Castillo del Dean y la Iglesia tardo románica de San Pierre, que cuenta con uno de los claustros más interesantes del sur de Francia (siglo XI) son las joyas arquitectónicas de un pueblo por el que parece que no han pasado los últimos diez siglos. Río arriba, te vas a encontrar con otras localidades similares de entre las que destacan Loubressac (una excepción de la región en la que los edificios medievales se mezclan con un conjunto de casas renacentistas muy interesantes) y la espectacular Autoire, una localidad medieval de cuento escondida a media ladera en medio de una exuberante vegetación.
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