Dejamos atrás la idílica Füssen con sus castillos, sus murallas, sus palacios e iglesias. Dejamos atrás la sección más histórica y monumental de los Alpes Bávaros para meternos de lleno en el reino de la alta montaña. Aquí se recupera la visión típica de la cordillera: valles cerrados por gigantes vestidos de bosques en sus zonas bajas y de piedra y hielo en las alturas. Alpes en estado puro que culminan en los casi 3.000 metros del Zugspitze, pico más alto de Alemania y frontera física con el mítico Tirol austríaco. La mejor opción para llegar hasta esta zona central de la cordillera en territorio alemán es, paradójicamente, a través de Austria. Hay que ir en dirección Reutte y tomar ahí el enlace con la L255, una carretera de alta montaña que lleva de manera directa al entorno del Zugspitze sin tener que hacer el rodeo por Steingaden y Saulgrub (aunque en kilómetros apenas es una diferencia de diez kilómetros). La L255 está en muy buenas condiciones y te acerca a lugares muy bonitos como el Lago Plansee (con sus playas de arena y todo) y los bosques del Valle de Ammerwald. Además, hay dos razones importantes para ir por aquí en vez de ‘volar’ por las imponentes carreteras alemanas.
La primera de estas excusas para ir por este lado es el Palacio de Linderhof. Luis II no tuvo suficiente con Neuschwanstein (el castillo más famoso de Füssen) y también e hizo construir un ‘pequeño’ pabellón de caza rodeado de jardines a la francesa que parece un Versalles en miniatura (por fuera y por dentro). Y esa segunda parada de la que se hablábamos con anterioridad está unos kilómetros más adelante: en Ettal (no dejes de salirte de la ruta aquí y dar un paseo tranquilo por los prados rodeados de montañas que anteceden al pueblo y acercarte al cauce del Río Ammer). La Abadía Benedictino de Ettal (Kaiser-Ludwig-Platz, 1) es una pasada. Este enorme complejo de edificios tiene su origen en el siglo XIV, pero su fisonomía actual es de un barroco germánico espectacular. La cúpula de la Basílica es una de las obras cumbre de este estilo arquitectónico y artístico de todo el continente. Y el entorno es de una belleza sobrecogedora. La Abadía tiene, a parte de la basílica y el conjunto de claustros, extensos jardines alpinos, una destilería de licores con buena fama y un entorno espectacular. Los bosques que se encuentran al norte del edificio principal, por ejemplo, son ideales para hacer un paseo y ver gamos.
Haciendo base en Garmisch-Partenkirchen.- Esta localidad desparramada a los pies de las primeras rampas que suben hasta el Zugspitze es famosa en todo el mundo por sus trampolines para saltos de esquí que se retransmiten para todo el mundo cada uno de enero. Así que el propio complejo de trampolines de Olympia-Skistadion (Karl-u.-Martin-Neuner-Platz, 1) es uno de los lugares más visitados de esta ‘ciudad’ desmesurada llena de hoteles, casas de huéspedes, tiendas y restaurantes. Aunque también hay un pequeño centro histórico en torno a Ludwigstraße, la principal arteria del pueblo original antes de desmadrarse por todos lados. A dos pasos de esta calle histórica están la vieja iglesia, un pequeño museo etnográfico, viejas casonas y alguna sorpresa como el chalet alpino que fue residencia del músico Richard Strauss (Schnitzschulstraße, 19). El resto de la ciudad no es más que un resort de alta montaña enorme pensado por y para el esquí en temporada de invierno y el senderismo en temporada de verano. Hay alojamiento para todos los gustos y bolsillos (siempre teniendo en cuenta de que Alemania es un destino caro) incluidos varios campings que te detallamos más abajo.
¿Qué excursiones se pueden hacer desde Garmisch-Partenkirchen? Las indispensables son ascender hasta el Pico Zugspitze y recorrer la Höllentalklamm. Si tienes pensado pasar aquí sólo una dos noches no puedes dejar de hacer al menos estas dos salidas. Para subir hasta el techo de Alemania tienes dos opciones: o una ruta de cinco horas así a lo bestia o subir en el teleférico que conecta la ‘cima’ con Eibsee. Eso sí, hay que preparar la cartera porque el precio del billete ida y vuelta ronda los 50 eurazos por persona. Desde la plataforma del teleférico (con vistas alucinantes) se puede acceder a la propia cima del pico a través de una vía ferrata. Obvio que si no vas equipado/a como corresponde no te van a dejar pasar. La segunda de las excursiones indispensables es la Garganta de Höllentalklamm (acceso desde Hammersbach –aquí hay parada de autobús público y también del tren cremallera desde Garmisch-Partenkirchen). La primera parte del camino (en total la ruta es de 2,5 kilómetros ida) transcurre por un bosque junto al cauce del Río. Poco después el agua se encajona entre paredes verticales formando un cañón de gran belleza. Siguiendo por esta ruta se llega hasta la cima del Zugspitze (10 kilómetros con un desnivel de más de 2200 metros). Si vas a estar más tiempo en la zona o eliges no subir a la montaña, otra opción muy bonita y sencilla es hacer el sendero circular del Lago Eibsee (7,2 kilómetros que se recorren en unas tres horas).
Camino del Caribe bávaro.- La última de las recomendaciones de esta zona central de los Alpes alemanes es el Lago Walchen un espejo de agua rodeado de bosques que es famoso en la región por sus ‘playas’. Antes de llegar al lago hay que hacer una pequeña parada en el precioso pueblo de Mittenwald donde puedes ver algunos edificios notables (la Iglesia de San Pedro y San Pablo; la Casa de Goethe; el Geigenbaumuseum –un antiguo taller de lutieres del siglo XVIII-…) antes de visitar el lago. Si te interesa la prehistoria no dejes de ver el círculo de piedras de Stein-Garten (acceso por Kaffeefeld). Más allá de Walchen, junto al Lago Kochelsee puedes ir a visitar el Castillo de Aspenstein (Am Aspensteinbichl, 9) que aunque es modesto en comparación con los palacios de los alrededores tiene su aquel.
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