Cuando el mar entra en la Cueva de Fingal, una pequeña gruta costera situada en la remota isla de Staffa, a unas 50 millas del litoral de Escocia, el agua juega con las piedras formando curiosos sonidos. El lugar tiene una aureola mágica. Los muros y techos de esta gruta están formados de cientos de miles de columnas exagonales de basalto que confieren al lugar una mística de catedral primigenia. No estamos lejos de la mítica Calzada del Gigante, ese paisaje surrealista de la costa norte de Irlanda que la tradición vincula con leyendas de gigantes irlandeses y escoceses (son parte de una misma formación geológica aunque entre ellas medien bastantes kilómetros de agua). La también conocida como Cueva de la Melodía fue, en su día, parte del Castillo de Fionn mac Cumhaill, el guerrero y gigante que construyó la calzada y cuyo cuerpo aún se encuentra oculto en algún lugar de Irlanda esperando la ocasión para despertar cuando la isla esté en peligro (este personaje es uno de los mitos del nacionalismo irlandés). Cosas que se cuentan por esta parte del mundo y que la convierten en el rincón más mágico de Europa. Hoy Staffa es un lugar donde apenas hay rastros de la presencia de las mujeres y los hombres. Un lugar dónde crece la hierba a duras penas más allá de los cantiles azotados por la marisma. Del castillo del gigante no queda ni una piedra, pero la excursión a la isla merece mucho la pena más allá de las columnas de basalto: este es uno de los mejores lugares de Escocia para fotografiar frailecillos. La excursión suele incluir una parada en la vecina isla de Lunga.
Para llegar hasta Staffa hay que partir en barco desde algunos de los pequeños y escasos embarcaderos que se encuentran en la Isla de Mull (principalmente desde Tobermory o Fionnphort). Adentrarse en la Cueva de FIngal es una de las grandes experiencias de un viaje largo a Escocia. Y de paso aprovechar la ocasión para dejarse atrapar por los paisajes abruptos y sencillos de Mull, una isla que merece la pena por sí misma y que se encuentra muy cerca de la Isla de Sky y a tiro de piedra de Fort William, una de las puertas de entrada de las Tierras Altas escocesas. Mull forma parte del Archipiélago de las Hébridas y como tal comparte con ellas paisaje y paisanaje: una tierra donde los castillos y pueblos vienen con fantasma y miles de leyendas. Un lugar increíblemente bello y magnético. Una tierra donde por cada persona hay varias ovejas.
La mejor forma de llegar a Mull es desde el puerto de Oban, en la costa oeste escocesa justo en el lugar dónde se encuentra una de las destilerías de whisky más famosas y aclamadas de esta parte del país: la Oban Destilery (Stafford Street, sn) famosa por su cebada secada en horno de turba (una delicia). El ferry que parte hacia Mull está operado por la Compañía Calmac y tarda unos 50 minutos en cubrir la distancia con el puerto de Craignure. El precio por trayecto en 2024 era de 4,5 libras por trayecto y llevar el coche costaba 16 libras. Otras opciones más barata es las líneas de Calmac que unen los puertos de Lochaline y Fishnish (2,5 y 8,3 libras) y Kilchoan y Tobermory (3,35 y 10,4 libras). Esta última opción es la mejor si vienes en coche desde la Isla de Skye.
Si entras a la isla por la línea de Oban lo primero que deber ir a ver la dupla de ‘grandes’ castillos de la isla. En un promontorio sobre la propia línea de costa está el Castillo de Duart (acceso desde A-849), una fortaleza imponente del siglo XIII que fue durante siglos la casa matriz del Clan McLean. Aquí puedes ver una exposición bastante interesante sobre la historia de los clanes escoceses y, curiosamente, una pequeña muestra sobre la historia del escultismo en la isla (este fue uno de los lugares pioneros de los scouts). Muy cerca de aquí se encuentra el Castillo Torosay (A-849) una de las típicas residencias georgianas que fueron, poco a poco, sustituyendo a los viejos castillos medievales a partir del siglo XVIII. Por suerte, los herederos de los McLean decidieron hacer una casona con vistas al viejo castillo en vez de cargarse la fortaleza original. Hoy podemos ver las dos y entre medias el cementerio del clan frente a la costa.
La capitalidad de la isla reside en la pequeña localidad de Tobermory, un pueblecito a orillas del mar famoso por su frente marítimo de casitas de colores (el reflejo en el agua de esta línea de casas es una de las fotos típicas de la isla). La ‘ciudad’ apenas es un montón de casas en torno a su bonito puerto pesquero, pero hay algunas cosas que ver: En el Mull Museum (Main Street, Columba Buildings) tienes una pequeña pero muy completa sobre la historia de la isla con algunas piezas históricas muy interesantes; otro lugar de interés es el Tobermory Distillery Visitor Centre (Harbour, sn) que te permite visitar una de las destilerías con más solera de Escocia (con un espectacular Ledaig o whisky de turba) y, también en la explanada del puerto se encuentra el Mull Aquarium (Harbour, sn), un centro de divulgación centrada en la fauna marina local y que presume de ser el primer acuario de Europa que captura y suelta de manera continua a sus ejemplares.
Muy cerca de la ‘ciudad’ nos encontramos con otros dos de esos lugares que define la esencia de la isla. Las Piedras de Baliscate (acceso por A-848) es uno de los muchos monumentos megalíticos que hay repartidos por todo el territorio insular. Y en la granja de Sgriob-ruadh Farm (B8073) elaboran uno de los mejores quesos de vaca que hemos probado nunca. El bosque de Aros Park (acceso por A-848).- Mull Island no es ajena al trabajo intenso de reforestación y renaturalización que se está haciendo en toda Escocia. Por toda la isla vuelven a crecer pequeños bosques que van recuperando el terreno que el ganado fue desbrozando a lo largo de los siglos. El bosque de Aros Park se encuentra a las afueras de Tobermory y es un ejemplo de lo que se pretende: devolver el esplendor a las antiguas frondas de Caledonia. Aquí puedes ver un río con varias cascadas y un lago donde se pesca la trucha.
Hacer base en Tobermory.- Es la mejor opción. Desde aquí parten excursiones para visitar la Cueva de Fingal en Staffa y también aquí se concentra la mayor parte de la oferta de alojamiento y restauración de toda la isla. Las distancias en la isla son cortas y un buen plan, para dos o tres días, es hacer las excursiones hasta la hora de comer y después aprovechar las tardes para ir conociendo el pueblo y sus alrededores. Comer en Tobermory.- Los pubs en las islas británicas son toda una institución y el pub preferido por los locales de Tobermory es The Mishnish (Main Street – Hotel Minhnish-).
El norte de Mull: un paseo hasta Calgary Beach.- La Playa de Calgary (a 19 kilómetros de Tobermory) es uno de los puntos culminantes del norte de la isla. Como te decíamos con anterioridad, las distancias en Mull son pequeñas y aunque hay que ir con cuidado por la abundancia de ganado suelto y las carreteras estrechas, las excursiones bien planificadas te van a permitir hacer mucho en un par de horas. Un ejemplo es este camino que culmina en Calgary Bay y sus arenas blancas casi caribeñas (aunque la temperatura del agua diga todo lo contrario). Saliendo desde la capital de la isla tienes varias paradas a medio camino: La orilla norte de Loch Frisa; varios monumentos megalíticos (Dervaig y Kilmore) y, si te interesa la historia y la artesanía local el pequeño desvío que lleva hasta The Old Byre Heritage Centre (acceso desde B-8073 –Dervaig-) donde tienes curiosas miniaturas y dioramas sobre la historia remota de la isla y un buen lugar para tomar un té y la deliciosa pastelería local.
La ruta escénica B-8073 sigue hacia el sur siguiendo la línea de costa de Mull. Aquí hay varios puntos de interés que puedes ver marcados en el mapa. La bajada hasta Clac Gugairidh, ruinas de un viejo asentamiento medieval, es bastante tediosa y al final sólo vas a ver viejos muros de piedra derruidos así que si no te interesan mucho estas cosas puedes seguir hacia adelante. Imperdible es la Cascada de Eas Fors (B-8073), una sucesión de saltos de agua entre roquedos y pequeñas manchas de ese bosque que poco a poco va recuperando su espacio. Otro punto curioso es la Isla de Ulva. Para llegar debes dejar el coche y avisar a través de un curioso sistema manual de señales al bote que se encuentra en Ulva para pasar el pequeño salto de agua que separa las dos islas. En Ulva no hay mucho que ver, pero en The Boat House (Visitors Centre, Oskamull) se come el mejor pescado fresco y marisco de toda la zona. Esta mini ruta culmina en Killiechronan, un trozo de prados bajos que une la dos mitades de Mull a pocas millas de Salen. Aquí puedes ver una de esas piedras prehistóricas que tanto abundan en la isla (Menhir de Gruline) y un mausoleo curioso que tiene que ver con el nacimiento de Australia. El templete guarda los restos de Lachlan MacQuarie, gobernador de Nueva Gales del Sur a principios del siglo XIX y uno de los considerados padres de la Australia moderna –responsable, también, de un par de masacres de aborígenes australianos-. Desde aquí de vuelta a Tobermory apenas hay 20 kilómetros. El total de la excursión no llega a los 80.
Camino de Fionnphort y la Isla de Iona.- El camino hacia el extremo sur de la isla es otra muestra del potencial de Mull para cualquier viajero con inquietudes. Más allá de dejarse encantar por los paisajes de la isla el gran atractivo del sur de Mull es llegar hasta la Isla de Iona para ver una de las abadías medievales más importantes de todo el país. Pero vayamos por partes. Si en la llegada ya has aprovechado para ver los castillos de Duart y Torosay, puedes ir a tiro hecho con alguna parada previa en la bonita postal de los barcos varados de Salen Bay (A-848) y el Mirador de Three Lochs (A-849) antes de llegar al pequeño puerto de Fionnphort. Antes de dar el pequeño salto hasta Iona date una vuelta por el entorno del embarcadero y alucina con las pequeñas calas de arenas blanquísimas (Fidden Beach y el Banco de Arena de Knockvologan) enmarcadas entre peñascos y prados verdes (no es difícil ver focas en esta parte de la isla).
Y después está Iona. Estamos hablando de uno de los centros religiosos y culturales más importantes de la Europa medieval. La Abadía de Iona es un cenobio que data del siglo VI y que produjo, entre otras joyas bibliográficas, el famoso Libro de Kells que se custodia en el Trinity College de Dublín. Era tan importante este lugar durante la Edad Media que hasta 48 reyes de Escocia, Irlanda, Francia y Noruega se hicieron enterrar aquí. El cenobi fue atacado hasta en cuatro ocasiones por los vikingos por lo que en el siglo XIII sufrió una gran remodelación que le dio su actual aspecto gótico. Los restos más significativos de los primeros tiempos son las numerosas cruces celtas que aún pueden verse por toda la isla. La más mamosa es la Cruz de los MacLean, el clan local de la isla de Mull. En el Museo de la Abadía puedes ver una muestra de obras de arte y libros relacionados con la historia del lugar.
Acercarse hasta Cairsaig y Lochbuie.- El desvío hacia Cairsaig sale desde la carretera A-849 poco antes de llegar a Fionnphort y supone un camino de ida y vuelta de apenas once kilómetros. Aquí vas a encontrar una playa de arena negra una cabina de teléfono cinematográfica junto a una espectacular cascada (la película romántica ‘I Know Where I’m Going’ que es un mito en el Reino Unido) y uno de los senderos más bonitos de la isla que conduce hasta los Arcos de Cairsaig, dos arcos naturales con las típicas columnas de basalto tan habituales por estos andurriales. En el caso de Lochbuie, el desvío se toma cerca de Duar Castle en un paraje conocido como Ardura. En este caso, el desvío (ida y vuelta por el mismo lugar) demanda 8 kilómetros y la meta es una bonita bahía formada por prados donde puedes ver algunos monumentos megalíticos, los restos de un castillo medieval (Moy Castle –que ejerció como atalaya de vigilancia de los MacLean-), una playa de arena blanca (Laggan Beach) y una preciosa iglesia (St Kilda's Church). Desde aquí también parte un sendero bonito de hacer que llega hasta Glen Byre Pools, una zona de pozas y saltos de agua (4 kilómetros ida y vuelta).
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