Palacios, grandes casonas, avenidas y plazas… La vieja Estocolmo recluida en los límites estrechos del Gamla Stan se vio superada por la propia magnitud de un país que, durante el siglo XVII, se iba a convertir en una de las grandes potencias europeas de su tiempo. El fin de la Guerra de los 30 años (con la Paz de Westfalia) dio al país un rosario de pequeñas posesiones en las antiguas provincias españolas de Flandes, el control de casi toda la costa del Mar Báltico y buena parte de lo que hoy son los países de Finlandia y Noruega. Este nuevo estatus de potencia continental tuvo su reflejo en la capital sueca que desbordó los límites de la ciudad vieja creando un nuevo trazado urbano al norte del propio Gamla Stan y las posesiones reales de Djurgarden. Al principio, este lugar se llenó de almacenes portuarios y grandes depósitos (como el que aún puede verse como sede del Museo de las Artes Performativas -Sibyllegatan, 2-), pero en el XIX llegaron los ricos con sus edificios de lujo. Y el resultado fue el actual Ostermalm, que equiparó a Estocolmo a las grandes capitales europeas. Ese pasado glorioso aún puede verse en las calles, avenidas y plazas de un barrio que, en sí mismo, es una pequeña ciudad dentro de la cuidad: una ciudad espléndida llena de cosas que ver.
La Strandvägen ejerce de fachada marítima del barrio. Esta avenida costanera permite ver con desahogo las casonas y edificios históricos que forman la seña de identidad del Ostermalm: una zona de paseo habitual para los vecinos y vecinas de la ciudad y lugar de paso del histórico Tranvía de Djurgarden, uno de los transportes públicos más queridos por la población local. Aquí puedes ver una de las concentraciones de arquitectura más bonita de la ciudad. Un paseo que comienza junto al Kungliga Dramatiska Teatern (Nybroplan, 111) -uno de los teatros más importantes de la ciudad- y el complejo de edificios de los Establos Reales (Väpnargatan, 1) donde se custodian carruajes y coches oficiales de la Casa Real sueca y que culmina en el Nobelparken (acceso por Strandvägen), un pequeño pero bonito parque (más bien un bosque domado con caminos y pequeños espacios abiertos) con vistas sobre la zona más salvaje de Djurgarden. En total poco más de un kilómetro de recorrido por un paseo donde, por ejemplo, se concentran las embajadas y consulados extranjeros.
Ya en el interior del barrio, el contrapunto a la Strandvägen es la Plaza Karlaplan y las dos calles boulevares que parten de ella: Karlavägen y Narvavägen. Precisamente en esta última está el Museo de Antigüedades Nacionales de Suecia (Narvavägen, 13), uno de los más importantes del país. Aquí podrás ver las colecciones arqueológicas e históricas del país con unas salas alucinantes dedicadas a las diferentes culturas vikingas del país (con más de 2.500 piezas originales y unos contenidos multimedia que son una pasada). Este es uno de los museos que hay que ir a ver sí o sí en cualquier visita a Estocolmo. Otro clásico de las visitas a la capital es el Balneario de Sturebadet (Sturegallerian, 36), unos baños turcos construidos en el siglo XIX que son, al mismo tiempo, un spa de categoría y un lugar histórico digno de visita.
Otro clásico del barrio es el Östermalms Hall (Östermalmstorg, 3) un mercado histórico (un precioso edificio de ladrillo, madera y hierro forjado de finales del siglo XIX) que se ha reconvertido en centro gastronómico de altura donde manda la ‘husmanskost’, la gastronomía tradicional del país. Justo al lado del mercado puedes ver la Iglesia Hedvig Eleonora (Storgatan, 2) otra de las joyas históricas del barrio. Esta iglesia ha sido testigo de la práctica totalidad de las idas y venidas de Ostermalms: desde que nació como lugar de almacenes e instalaciones militares hasta que se convirtió en el top de Estocolmo. Las obras se iniciaron en 1669 y se prolongaron por más de medio siglo siendo uno de los grandes referentes de la arquitectura barroca de la ciudad. Esta iglesia se vinculó desde sus inicios a la milicia sueca que tenía aquí uno de sus acuartelamientos más importantes. Estos pabellones son ahora el Museo del Ejército (Riddargatan, 13).
Y tú dirás, ¿un museo militar? Pues sí. Es uno de los pocos que hemos visto donde se muestran las luces y las sombras de la historia militar del país: el gran objetivo del centro es mostrar los horrores y la crudeza de la guerra. Otra muestra más del carácter del país. ¿Bajar a una estación de metro? Pues sí: la Estación de Östermalmstorg es una de las más bonitas de Estocolmo. Una verdadera obra de arte que surgió del genio de la artista sueca Siri Derkert. La estación se encuentra en la plaza del mismo nombre entre la Iglesia de Hedvig Eleonora y el Östermalms Hall. El metro de Estocolmo es una atracción turística más con estaciones preciosas que llevan la firma de los más importantes artistas del país.
Mucho lujo en las Galerías Sturegallerian (Sturegatan, 4).- Junto al balneario de Sturebadet se encuentran las Sturegallerian. Este centro comercial se construyó a finales del siglo XIX siguiendo los ejemplos de complejos similares en ciudades como París o Londres y para ello se contó con la participación mancomunada de los mejores arquitectos del país. El resultado es un excepcional edificio de aire clasista que organiza el espacio en torno a galerías y patios que albergan a las grandes marcas del lujo internacional.
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