Un viaje a Skiathos: una de las islas griegas de Mamma Mia

Viajar Ahora

0

Kalokeri en griego significa verano. Un término que se asocia a todo lo bueno que puede ofrecer una isla paradisiaca: sol, buenas playas, casitas encantadoras, escenarios naturales de ensueño, aguas de color turquesa en la que los barcos parecen volar… Kalokeri se convirtió en un mito gracias a la película musical Mamma Mía en la que la isla se convertía en un protagonista más de una trama algo simplona pero muy bien adobada gracias a una banda sonora prodigiosa. Pero Kalokeri no existe. Para crearla, los localizadores usaron dos islas del archipiélago de las Espóradas y algunos puntos de la vecina Península de Pelion, ya en el continente. Y esas islas son Skopelos y Skiathos, dos pequeños paraísos que, antes de que se convirtieran en escenarios cinematográficos, pasaban casi inadvertidas para el turismo internacional. Las Espóradas se encuentran al norte del Mar Egeo. Bastante lejos de las islas más famosas y turísticas. Y eso explica que se hayan librado del turismo de masas y cruceros que se concentran en las Cícladas o el Dodecaneso. Y aunque su fama ha aumentado bastante en los últimos tiempos siguen siendo lugares mucho más tranquilos que sus vecinas del sur.

Para llegar aquí hay varias posibilidades. Skiathos cuenta con un aeropuerto internacional con conexiones diarias con Atenas y bastantes destinos internacionales (lamentablemente a junio de 2022 no había conexiones con España). También hay conexiones marítimas entre Skiathos con Volos (Hellenic Seaways, Sea Jets y Anes Ferries) y con Agios Kostantinos (Anes Ferries).

Moverse por Skiathos.- Existen tres líneas de transporte público en la isla. La Línea 1 parte desde el Puerto Nuevo –Parque Municipal- y recorre toda la costa sur hasta llegar hasta Koukounaries, en el extremo occidental de la isla. Esta línea de autobuses tiene una frecuencia de 20 minutos y numerosas paradas a lo largo de todo el recorrido. La Línea 2 –color verde- parte, también, desde el Puerto Nuevo y llega hasta el Monasterio Evaggelistrias, mientras que la Línea 3 –color azul- conecta el Puerto Nuevo con la Playa de Xanemos con parada en el Aeropuerto. El billete cuesta 1,80 euros. También hay un servicio de taxis con parada en el Parque Municipal de Skiathos. Las tarifas a cada uno de los puntos de la isla son cerrados. La mejor opción para visitar la isla por libre es alquilar un coche (unos 35 euros diarios) o una scooter (unos 25 euros).

Que ver en Skiathos, la puerta de entrada a las Islas Espóradas.- Y también la puerta de entrada a esa Kaolokeri de la película. El puerto de Skiathos es el lugar al que llegan las actrices al inicio de la trama. El Viejo Puerto, una bahía perfecta rodeada por casas blancas, es el germen de Chora Skiathos, capital de la isla. Aquí puedes ver los restos de una antigua fortaleza veneciana del siglo XIII y, sobre sus muros, el Museo Naval y de la Cultura Tradicional (Viejo Puerto). Chora es un pequeño laberinto de callejuelas de trazado imposible en el que se esconden bonitas iglesias (las más importantes son las de San Nicolás –Plaza de Agios Nikolaos- Pannagia Limmia -Epano Gitonia- y la Santísima Trinidad -Agia Triada-), plazas y pequeños jardines. Una ciudad chiquita que cuenta con tres museos. Al que ya hemos visitado en el puerto hay que añadir la Casa Museo Alexandros Papadiamantis (Papadiamanti, 12), lugar donde nació y vivió este escritor considerado como uno de las cumbres de la literatura griega contemporánea, o la Casa de Skiathos (Politechniou, sn), una antigua casona tradicional que se ha convertido en un museo en el que se puede ver como se vivía en la isla durante los siglos XIX y principios del XX. Todo esto cabe en apenas una colina. Todo apretujado. Todo junto.

Más allá de las calles de Chora la isla ofrece un auténtico paraíso natural de pinares y playas preciosas que se pueden recorrer en un par de jornadas. Lo ideal es dedicar un día al norte e la isla, dónde se puede combinar el turismo de playa y el cultural, y otra al sur, en la que se apelotonan los pequeños pueblos y más playas. Los dos grandes hitos históricos de la isla se encuentran en el norte: el Monasterio de Moni Evaggelistrias (Camino de Agalinos), uno de los centros históricos y religiosos más importantes de esta parte del Egeo desde finales del siglo XVIII. El lugar es digno de verse; por el interés artístico y arquitectónico del lugar y por la espectacularidad del entorno. Un poco más al norte, aunque hay que dar un rodeo bastante importante por carretera, se encuentra el Castillo Bizantino de Skiathos. De la antigua fortaleza queda bien poco porque cuando la capital se trasladó hacia Chora (a principios del XIX) los lugareños se llevaron hasta las piedras dejando sólo en pie las iglesias. Es un lugar curioso que merece la pena verse. En los alrededores, el bosque se adueñó de las antiguas huertas y barrios y sólo los templos sobrevivieron al abandono.

El Bosque Mágico y las playas del norte.- El Monasterio de Moni Theotokou Kechira es otro de esos lugares bonitos que hay que ver en la isla. El templo y sus anexos no son tan espectaculares como Evaggelistrias, pero el entorno vale la visita. Desde aquí parte el sendero del Bosque Mágico, apenas un paseíto que te sumerge en un auténtico túnel verde hasta las playas de Kechira y Ligaries. Una buena opción para hacer este camino sin tener que dar una vuelta de varios kilómetros con el coche o la moto de alquiler es conducir hasta Playa Kechira y desde ahí hacer el camino de ida y vuelta hasta el monasterio (apenas 2,5 kilómetros ida y vuelta). La costa norte es la más salvaje de Skiathos. El bosque llega hasta el mar en un litoral que alterna pequeños cantiles y playas. Aselinos (grande y pequeña); Agistros; Elia; Mantraki; la espectacular Krifi Ammos… Toda la costa es una verdadera joya. Y hasta las idas y venidas en carretera merecen la pena ya que te vas a topar con pequeñas aldeas e iglesias rurales como la de Panagia Kounistria.

La ruta sur camino de Koukounaries.- Esta excursión se puede hacer completa en transporte público, aunque con vehículo propio te va a dar la oportunidad de ir venir sin ataduras y meterte en Punta Kanapitsa, otro de los paraísos costeros de la isla lleno de pequeñas calas en los que merece meterse (hay auténticos playazos). La joya del sur es Koukounaries. El pueblo (en realidad un par de casas dispersas entre las que abundan alojamientos turísticos) no da para mucho. Hay una pequeña iglesia muy sencilla (Agia Eleni), un puertito y poco más. Pero el entorno es espectacular. Todas las construcciones rodean la Laguna Strofilias, un pequeño lago de aguas salobres que se conecta directamente con el mar a través de un canal estrecho. También hay muy buenas porciones de pinar. Y después están las playas, para no variar. Todas son espectaculares aunque mucho más concurridas que sus vecinas del norte.

Fotos bajo Licencia CC: Falco Ermert; Marco Verch; Artur Malinowski; Son of Groucho