Una escapada a Verona: mucho más que la historia de Romeo y Julieta
En la Casa de Julieta (Via Cappello, 23) nunca vivió Julieta. Pero aún así, este es uno de los puntos culminantes para los que se acercan a esta ciudad del norte de Italia famosa en el mundo entero por ser el escenario de una de las historias de amor más trágicas de la cultura universal. La Casa de Julieta es un palacete medieval que perteneció a la familia Cappelletti (los Capuleto de la inmortal obra de Shakespeare) como puede verse en el enorme escudo heráldico que adorna el arco principal de acceso al patio central del ‘palazzo’. Y sí, en aquella Verona del siglo XIII existieron los Capuletos y los Montescos, pero ni rastro de Julieta ni de Romeo, pese a que los turistas suelen dejar miles de cartas de amor en el pasillo de acceso al patio de la casa (otras tantas llegan por correo desde los cuatro puntos cardinales). Una de las cosas para las que sirve acercarse hasta Verona es saber que Shakespeare hizo un ‘remake’ de una obra anterior: una cuento publicado por Mateo Bandello casi cien años antes de que el inglés la convirtiera en un mito (también le metió un par de goles a Bandello con ‘Mucho Ruido y Pocas Nueces’ y otras obras ‘italianas’).
Del palacio del siglo XIII apenas quedan algunos arcos del patio y la entrada. Así que el famoso Balcón de Julieta ni siquiera estaba ahí cuando los Capuleto andaban maquinando. Se fueron quitando y añadiendo cosas hasta que terminó siendo una posada de mala reputación que fue visitada por Charles Dickens en el XIX. Pero hoy, por arte y magia del marketing, la Casa de Julieta es uno de los grandes atractivos turísticos de la ciudad: aquí vas a encontrar una colección de obras de arte y objetos relacionados con el mito. Y amor, mucho amor. Amor por todos lados. Pero Verona es mucho más que el mito shakesperiano. Mucho más.
Para encontrarte con las raíces de la ciudad hay que empezar la visita por la Arena de Verona (Piazza Brà, 1), uno de los anfiteatros romanos mejor conservados de toda Europa. El coliseo veronés data del año 30 de nuestra era y tiene una capacidad de unas 30.000 personas. Un monumento que fue restaurado y mimado desde el Renacimiento y de ahí que luzca como luce. La ciudad nació como colonia romana en el Valle del Po en el 49 AC y eso aún se deja sentir en sus calles, plazas y alrededores. Maravillas como la Porta Borsari (Corso Porta Borsari), la Porta Leoni (Via Leoni, sn) o el Arco dei Gavi (Corso Cavour, 2) ponen de manifiesto la monumentalidad de la urbe.
La Verona medieval y moderna sepultó a la ciudad romana que apenas se deja ver en detalles. Hay que bajar al subsuelo en lugares como la Loggia Sgarzerie (Corte Sgarzarie, 8) donde puedes ver los restos del Capitolium, el templo más importante de la colonia dedicado a la triada de dioses capitolinos (Júpiter, Juno y Minerva). Otros rastros del pasado romano de la plaza son algunos de los arcos del Puente de Piedra -Pons Marmoreus- (Via Ponte Pietra) y el cercano Teatro Romano (Rigaste Redentore, 2) que también alberga un completo museo arqueológico con importantes piezas de la época romana (aprovecha para pasear por el Giardino dei Giusti). Para ver la última de las maravillas de los primeros tiempos de la ciudad hay que andarse hasta el barrio de Valdonega donde se encuentran los restos de una Villa Romana (Via Zoppi, 5) del siglo I (puedes ver varias habitaciones incluyendo uno de los ‘oecus corinthius’ -sala de banquetes- mejor conservados del mundo romano, mosaicos, pinturas murales…).
¿Y antes de Roma? Para los amantes de la arqueología y quieran profundizar más allá de la ciudad romana deberán darse una vuelta por el Museo Arqueológico Nacional de Verona (Stradone S. Tomaso, 3) que ocupa las dependencias del antiguo convento de San Tomás Becket -siglo xv-. Aquí puedes ver interesantes colecciones que van desde el Paleolítico hasta la Edad del Bronce, justo el momento en el que Roma entra en escena.
Un paseo por la historia de la ciudad en el Castelvecchio.- Tras el colapso de Roma, Verona se convirtió en una de las capitales de los reinos ‘barbaros’. Hubo que esperar al siglo XII, en los momentos previos al Renacimiento, para ver un resurgimiento que tendría en los siglos XIII y XVI pequeñas edades de oro que llenaron las calles de palazzos, iglesias fastuosas y obras de arte. El Castelvecchio (Corso Castelvecchio, 2) es el gran ‘depósito’ histórico de la ciudad. El museo guarda casi mil piezas que abarcan toda la historia de Verona desde sus orígenes hasta el siglo XVIII: piezas arqueológicas, monedas, cuadros, esculturas, armas, pinturas, objetos de artes decorativas y etnográficos. Todo en un edificio que también es importante para entender la ciudad ya que este castillo palacio se construyó en el siglo XIV justo en uno de esos momentos de esplendor veronés para defender uno de los principales accesos a la villa (a través del Puente de Castelvecchio, otra maravilla de la arquitectura militar medieval).
El corazón de la ciudad histórica se encuentra en el eje que forman la Piazza delle Erbe y la Piazza dei Signori. La primera de las plazas coincide con el antiguo Foro Romano y es el germen primigenio de Verona. Y también un centro patrimonial de primer orden con la concentración de palazzos y torres. Una buena idea para tener una visión en 360 grados del espacio es acercarse hasta la Fontana de la Madonna de Verona y rodearla para ver las fachadas de los edificios que rodean la plaza. Seguidamente hay que subir hasta la Torre dei Lamberti para ver, desde su tope, el entorno de la plaza. Aquí puedes ver que Verona no tiene nada que envidiar a otras grandes ciudades italianas. En delle Erbe nos encontramos con tres palazzos impresionantes: el Palacio de la Razón (Cortile Del Mercato Vecchio, 10) -museo de artes plásticas-; el Palacio Maffei (Piazza Erbe, 38), una construcción barroca que alberga una colección de más de 600 obras de arte y las Casas Mazzanti (Piazza Erbe, 32), con sus espectaculares fachadas cuajadas de pinturas al fresco.
El Arco della Costa (con la curiosidad de tener colgada una costilla de ballena) comunica Delle Erbe y dei Signori: del espacio abierto romano al recogimiento umbrío de la Edad Media. Esta plaza fue el epicentro del poder de la familia Scaligeri, la dinastía que dominó Verona durante los siglos XIII y XIV y cuyo poder se manifiesta en tres edificios: el Palazzo del Podestá; la Loggia del Consiglio y, sobre todo, el Arche Scaligere (Via S. Maria Antica, 4), un fastuoso monumento funerario donde descansan los restos de los miembros más importantes de esta familia. El centro de Verona es inabarcable. Visitar cada una de las iglesias y los palacios que se encuentran en torno a estas dos plazas es incontable. Imprescindibles son el Duomo de Verona (Piazza Vescovado, sn), una verdadera obra maestra del románico del siglo XII y subir hasta el Castel de San Pietro (Piazzale Castel S. Pietro) para ver Verona desde las alturas.
Aprovechando el mito de Romeo y Julieta podemos añadir dos lugares que quedan un poco a desmano del entorno de la Plaza delle Erbe: la historia de los Capuleto y los Montescos sitúa en la Basílica de San Zenón (Piazza San Zeno, 2) la boda entre los dos jóvenes amantes. Pero más allá de este papel de escenario de la historia más famosa de Verona, San Zenón es una pieza monumental central de la ciudad. Este complejo religioso de mediados del siglo X es uno de los mejores ejemplos de Románico del norte de Italia y su arquitectura es bellísima. En la cripta (uno de los espacios más antiguos del edificio) se encuentran los restos de San Zenón y fue el lugar donde se celebró esa boda de ficción. Y de la alegría a la tristeza. El Convento de San Francesco al Corso (Via Luigi da Porto, 5) es hoy la sede del Museo de los Frescos (con una colección de pintura rescatada de varios espacios religiosos y privados de la ciudad) pero en su cripta se encuentra una tumba que según la tradición popular (y el marketing) albergó el cuerpo de Julieta.
Fotos bajo Licencia CC: Daniel Thornton; Dimitris Kamaras; Antonio Campoy; Hervé Simon; Kent Wang; Matt Buck; Paul Arps; Richard
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