Un viaje al Outback, el corazón rojo de Australia
La forma más romántica de llegar a la remota Alice Springs es a través del mítico The Ghan , el tren que comunica el centro desértico de Australia con las costas norte y sur de esta isla continente. Entre las ciudades de Adelaida, en el extremo sur del país, y Darwin, la población australiana más septentrional, median unos 3.000 kilómetros de línea férrea que atraviesa uno de los paisajes más inhóspitos y, al mismo tiempo, más hermosos del planeta. Lo llaman Outback, algo así como allá afuera. Un enorme desierto dónde predominan las tierras ferruginosas y el color rojo intenso. The Ghan es una buena oportunidad para ir de un lado a otro y aprovechar el ‘interín‘ para visitar algunos de los lugares más intensos del interior de Australia. Pero The Ghan es caro (el viaje entero cuesta desde los 850 euros de la butaca hasta los 2.600 de la cabina) y no está al alcance de todos los bolsillos. Otra opción es tomar un vuelo hasta Alice Springs desde otro destino australiano (conexiones con Sydney, Adelaide, Brisbane, Darwin, Cairns, Melbourne, Katherine, Tennant Creek y Ayers Rock de las compañías Airnort, ChartAir, Virgin Australia y Qantas) y desde ahí explorar los puntos más interesantes del territorio. El alquiler de un coche de gama media ronda los 51 dólares australianos al día. Es quizás la mejor manera de moverse por los alrededores de Alice Springs y planear escapadas a algunos de los lugares cercanos que hay que ver sí o sí.
Las distancias no son cortas. Lo primero que se viene a la cabeza es la excursión hasta el Monte Uluru, uno de los emblemas naturales y culturales de Australia. Entre la ciudad y la gran roca roja median 468 kilómetros de buenas carreteras (el camino puede hacerse en unas cuatro horas y media) lo que permite ir y venir haciendo algunas paradas interesantes en apenas dos días (es imprescindible pasar una noche junto al Ayers Rock). Otros atractivos como el Parque McDowell están aún más cerca. Lo ideal es quedarse tres o cuatro noches en la ciudad y dos días a los pies del Uluru.
ALICE SPRINGS, UNA CIUAD DE FRONTERA .- Decir que Alice Springs es un lugar con muchas cosas que ver es mucho decir. Pero si eres un viajero de los de verdad, llegar hasta aquí será un hito importante en tu currículo viajero. Esta pequeña población de poco más de 25.000 habitantes en medio de la nada fue uno de los lugares más remotos y aislados del mundo hasta hace relativamente poco tiempo. Nació como posta telegráfica (la antigua estación del telégrafo se encuentra algunos kilómetros al norte del centro urbano –ver mapa-) a finales del XIX aprovechando las aguas del Todd River, uno de los escasos cauces permanentes del basto territorio desértico que se extiende en todas direcciones. El Todd fue, desde hace más de 30.000 años, la principal fuente de agua y sustento de los aborígenes del área, que llamaron al lugar Mparntwe (lugar de enseñanza) por ser un punto de reunión habitual de los grupos que se movían por la comarca.
De la Alice Springs de aquellos primeros años quedan algunos edificios en torno a la calle Todd Mall: los más destacados son el Adelaide House Museum (con algunas piezas históricas y el telégrafo original de 1872), la vieja Escuela de Hartley Street, la Stuart Town Gaol –diminuta cárcel que es de los edificios más viejos del lugar- y The Residency (casa del gobernador). Este lugar fue el germen de la población que no fue más que un puñado de casas de madera hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. De resto, la ciudad es una pequeña extensión de casas chatas, algunos edificios sin mucha historia y varios barrios de casas residenciales. Una buena manera de disfrutar de la ciudad es usarla como base de operaciones para ver las atracciones de los alrededores y volver por la tarde para visitar alguno de sus museos y centros culturales. Para nosotros, el único que merece la pena de verse es el Museo de Australia Central (Memorial Avenue, 4) a medio camino de museo de ciencias naturales y de antropología.
Justo al lado hay otros dos centros: el Museo de la Aviación de Australia Central Museo de la Aviación de Australia Central , con una interesante colección de aeronaves, y el Centro Cultural Araluen Centro Cultural Araluen , con buenas colecciones artísticas regionales incluyendo el fantástico arte aborigen. Si de algo puede presumir Alice Springs es de tener multitud de museos históricos: cada casa de a primitiva ciudad se ha convertido en un centro de interpretación. En Stuart Terrace (número 8) la antigua casa del médico se ha convertido en una exposición sobre el Royal Flying Doctor Service Royal Flying Doctor Service , que extendía sus cuidados médicos por una extensa porción de desierto gracias al avión. El Women's Museum of Australia Women's Museum of Australia (Stuart Terrace, 2) habla del papel de las mujeres en la colonización europea del Outback y ahí al lado hay un pequeño zoológico de reptiles pequeño zoológico de reptiles (Stuart Terrace, 9) ideal para ir con niños. Hay bastantes cosas que ver aunque sea apenas un pueblo medianamente grande. El National Road Transport Hall of Fame National Road Transport Hall of Fame (Acceso por Ruta 87) está bastante retirado de la ciudad, pero tiene una colección de más de 200 coches clásicos y algunas locomotoras y vagones del The Ghan. Justo en frente está The Kangaroo Sanctuary Alice Springs The Kangaroo Sanctuary Alice Springs , una reserva natural dedicada a la recuperación de canguros heridos o huérfanos –ver mapa-.
UN PASEO HASTA AYERS ROK .- Más allá de las últimas cuadras de casas, la naturaleza toma el mando de manera absoluta. La forma más directa de llegar hasta el famoso Uluru es tomar la Ruta Nacional 87 hasta la pequeña posta de Ghan y de ahí incorporarse a la Lasseter Highway (Ruta 4) hasta llegar al cruce con Ayers Rock. Como decíamos antes, el recorrido tiene 468 kilómetros y el estado de la carretera es muy bueno. Otra opción es tomar la Ruta 6 y hacer una ruta de dos o tres días que incluya el Parque Nacional MacDonnell Oeste, uno de los puchos espacios naturales que bien merecen una visita en los espacios abiertos del Outback. El punto estrella de esta zona es el Glen Helen Gorge Glen Helen Gorge , un pequeño lago producido por el estrangulamiento del Río Finke que aúna una alto valor ecológico –es un abrevadero habitual de muchísimas especies- y paisajístico. Este lugar dista 138 kilómetros de Alice Springs y nos dijeron que las noches son brutales (hay alojamiento junto a la Ruta 2 –un área de acampada y un eco lodge).
Otro punto de obligada visita en este paseo es el King´s Canyon (acceso por Ruta 6 -342 kilómetros desde Alice Springs por la ruta propuesta-). Este es uno de los lugares más espectaculares del Outback australiano. Este estrecho cañón de arenisca guarda un verdadero oasis de vida. Los árboles se apelotonan en torno a una sucesión de pozas de agua en lo que los locales llaman ‘El Jardín del Edén’. Este desfiladero es sólo una parte del Watarrka National Park, un lugar de gran importancia cultural y etnográfica. En la zona se localizan numerosas estaciones de pinturas rupestres. El arte aborigen australiano es una auténtica pasada y Watarrka es una magnífica parada previa a la guinda del pastel. El mítico Uluru.
AL MENOS DOS DÍAS EN AYERS ROCK .- Si haces la ruta que te proponemos (636 kilómetros desde Alice Springs) puedes llegar hasta los pies del Uluru a última hora de la tarde o por la noche. Y no es mal plan. Los cielos limpios de esta parte del mundo ofrecen un espectáculo inolvidable. Ayers Rock es un lugar especial. Desde e punto de vista geográfico ocupa el centro del país; es una maravilla de carácter geológico y, también, ocupa un lugar simbólico como corazón del país. Un simbolismo que une, por igual, a aborígenes y a descendientes de europeos. Y para los viajeros de verdad es uno de esos sitios que hay que visitar sí o sí al menos una vez en la vida. La entrada al Parque Nacional cuesta 25 dólares australianos (unos 15 euros), es válida por dos días e incluye otro lugar imponente que hay que ir a ver: Kata Tjuta (The Olgas).
Uluru es un monolito de intenso color rojizo que se yergue unos 300 metros sobre una gigantesca planicie que alterna arbustos y amplias zonas de arenal (lo que acentúa lo surrealista del paisaje). Hasta hace poco, uno de los retos de la visita era subir hasta la cima de la gran roca, pero recientemente lo han prohibido por respeto a las creencias de los aborígenes (bien hecho!!!!). Aún así, rodear este gigante es una experiencia única. Después de visitar el Cultural Center, puedes ir y venir descubriendo los secretos de un lugar que sigue siendo sagrado para los aborígenes australianos. La base del monolito está llena de grietas, cañones, grandes pozas y cuevas repletas de pinturas rupestres. Es una auténtica maravilla. Uno de los lugares más bonitos que vimos jamás. Las vistas al atardecer, cuando la roca es tan roja que parece irreal, son brutales. A pocos kilómetros del Uluru se encuentra otra formación rocosa sagrada para los primeros australianos. The Olgas (Kata Tjuta) es otro lugar imponente. Una red de senderos recorre gran parte de este lugar mostrando un repertorio increíble de paisajes brutales y muestras de la cultura ancestral. Merece mucho la pena ir.
¿Dormir en Uluru? La respuesta es sí. Un clásico es contratar la cena Sounds of Silence y cenar bajo las estrellas con la silueta del gran Uluru en el horizonte. El Aeropuerto de Ayers Rock tiene conexiones directas con varias ciudades australianas (Sydney, Melbourne, Cairns, Darwin, Adelaide y Alice Springs) lo que permite hacer una escapada breve. Pero quedarte aquí al menos una noche tiene mucha mística. En Yulara (a pocos kilómetros del monolito) hay alojamientos para todos los gustos (desde un camping a hoteles de lujo y resorts). Alojarse aquí no es barato, pero merece la pena. Levantarse temprano y ver como el sol del amanecer empieza a iluminar la gran roca es un auténtico espectáculo.
Fotos bajo Licencia CC: Ian Cochrane; DGriebeling; Ed Dunens; Viajar Ahora; NeilsPhotography; Stephen Michael Barnett; Jun; mrpbps; Tchami; Neil Willsey
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