La amenaza del fracking está cada vez más cerca de concretarse. Pese a la aprobación de una ley autonómica para prohibir el uso de esta técnica de extracción de gas en Cantabria, una norma que está paralizada en los tribunales, los colectivos sensibilizados ante el peligro de la fractura hidráulica han dado otra señal de alarma: las cuevas con arte rupestre podrían sufrir las consecuencias si no se hace algo para detener el “inminente comienzo” de los sondeos para determinar la ubicación de los pozos de extracción de gas.
En este sentido, la Asamblea contra la Fractura Hidráulica de Cantabria ha explicado este jueves que han decidido remitir al Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO en París un documento en el que se alerta de los daños “irreparables” que pueden causar estos sondeos de fracking en las diez cavidades cántabras declaradas Patrimonio de la Humanidad por este organismo.
Tal y como han podido comprobar estos activistas, los trabajos de investigación para determinar la ubicación de los pozos de extracción de gas mediante la fractura hidráulica están en marcha, con el consiguiente riesgo para el conjunto del patrimonio arqueológico cántabro.
En su escrito, la asamblea antifracking insta a la UNESCO a poner en marcha todos los mecanismos que tenga a su alcance para defender este patrimonio, así como que sea interlocutor en el debate sobre el uso de esta peligrosa técnica tanto en Cantabria como en el resto del país.
Los portavoces de la Asamblea contra la Fractura Hidráulica de Cantabria, Josue Bilbao y Adrián Lavín, han presentado en rueda de prensa el documento titulado 'Arte paleolítico rupestre y fracking en Cantabria. Evidencias sobre posibles daños en el Patrimonio de la Humanidad', en base a la información ofrecida por el Ministerio de Energía de los permisos concedidos en territorio regional.
El texto denuncia las “repercusiones” de esta práctica de extracción de gas no convencional puede tener sobre el patrimonio de Cantabria porque “en ningún caso se han tenido en cuenta estos enclaves y su preservación ni a la hora de solicitar permisos ni a la hora de concederlos”.
Seis permisos activos
Lavín, que ha sido el encargado de elaborar el documento, ha recordado que en Cantabria hay seis permisos activos, tres de ellos en fase de solicitud (Los Basucos, en Santillana del Mar; Gran Enara, entre Burgos, Cantabria, Álava y Vizcaya, y el Galileo, en la zona oriental de Cantabria y por la cuenca del Asón hasta Burgos); y tres de ellos concedidos (el de Luena, en los Valles Pasiegos; el Bezana-Bigüenzo, en la zona de Valderredible, y el Angosto I, que toca parte de Soba).
Así, ha detallado que, para determinar los riesgos, se han cruzado estos permisos con la ubicación de las diez cuevas Patrimonio de la Humanidad en Cantabria: Altamira, en Santillana del Mar; El Chufín, en Rionansa; Hornos de la Peña, en San Felices de Buelna; El Pendo, en Escobedo de Camargo; La Garma, en Ribamontán al Mar; Covalanas, en Ramales de la Victoria; y el conjunto de cuevas de Monte Castillo, en Puente Viesgo, formado por las cavidades de Las Monedas, El Castillo, Las Chimeneas y La Pasiega.
“Si cruzamos en un mapa estos datos, se observa que el permiso solicitado de Los Basucos afecta a Altamira y El Pendo; que la cueva de Covalanas se encuentra dentro del área del permiso Galileo; y que el conjunto de cavidades de Monte Castillo y la cueva de Hornos de la Peña están en los límites del permiso Luena, ya concedido”, ha indicado Lavín.
Por ello, ha subrayado que la plataforma ha alertado a la UNESCO de que los riesgos para estas cuevas “se pueden convertir en daños irreparables” en las demostraciones artísticas de más de 20.000 años de antigüedad que acogen muchas de esas cavidades y que son el “legado de los primeros habitantes” en la Comunidad Autónoma.
Los factores de riesgo
En concreto, el documento evidencia que estas cuevas deberán enfrentarse a tres factores de riesgo: la contaminación química del agua, la sismicidad inducida por la inyección de fluidos y el tráfico de vehículos pesados.
Lavín ha explicado que la contaminación química del fracking en las aguas subterráneas hará “más vulnerables” a las cuevas y tendrá efectos “impredecibles” sobre sus pinturas. “Los contaminantes pasarían a formar parte del régimen hídrico de la cueva atacando la roca soporte de las pinturas y dañándolas de forma irreparable”, ha añadido.
En cuanto a la sismicidad inducida, ha apuntado que el fracking puede causar “habituales eventos microsísmicos” y “otros mayores menos frecuentes”, y ha puesto como ejemplo los episodios registrados en el Golfo de Valencia por el proyecto Castor.
“Un terremoto puede causar diversos daños en la pintura rupestre como desprendimientos de la roca soporte de la pintura, aparecer grietas o fisuras o, incluso, grandes grietas que comuniquen la cueva con el exterior variando las condiciones del clima de la cueva y produciendo alteraciones en las pinturas”, ha señalado, al tiempo que ha advertido que, “en el peor de los casos, la cueva podría colapsar y hundirse”.
En este punto, también ha afirmado que, aunque Cantabria no es una región sismicamente activa, sí es “sensible” porque existen fallas latentes o con capacidad para reactivarse. “Una de ellas, la principal, se extiende desde oeste a este desde Asturias, por la sierra de El Escudo hasta Arredondo; y de ella se bifurcan algunos ramales, uno de ellos en dirección sur hasta Selaya”, ha detallado.
Respecto al tráfico de vehículos pesados, la Asamblea Cántabra contra el Fracking advierte en el documento remitido a la UNESCO de que, para crear una plataforma de unos seis pozos de fracking, se necesitan “entre 4.000 y 6.000 viajes de camión” causando unas “vibraciones permanentes”, similares a las de un terremoto, que afectarán de “manera sostenida” a las cuevas.