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Cantabria acaba el año en la 'España seca': la sequía deja los embalses al 26% de su capacidad

La sequía en el pantano del Ebro ha provocado que salgan a la luz restos bajo el agua.

Javier Fernández Rubio

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Cantabria empezó el año en la España húmeda y lo acaba en la España seca. Con los embalses al 26%, la comunidad no se recupera de la sequía y sitúa sus reservas hídricas al nivel de Andalucía y Murcia. Y es que a mediados de diciembre, las reservas están al 26,61%, es decir, a un cuarto de su capacidad, y la mitad de lo que disponen País Vasco, Asturias o Galicia, según datos oficiales del Ministerio de Transición Ecológica, la Agencia Española de Meteorología y las Confederaciones Hidrográficas.

Comparada la situación que vivía Cantabria hace ahora exactamente un año, la reserva hídrica se sitúa por debajo de la mitad. Si entonces se disponía de 343 hectómetros cúbicos almacenados (59,65%), actualmente, la reserva hídrica es de 153 hectómetros cúbicos. Si se echa la vista aún más atrás y se extrae la media en 10 años de los recursos hídricos, tampoco la situación actual resiste la comparación: la media de la década a estas alturas del año es del 56,59%, 325 hectómetros cúbicos. Si se observan las curvas de evolución de la reserva hídrica se comprueba fácilmente que cuando en 2020 y 2021 las reservas estaban en pleno ascenso, en este 2022 la curva sigue plana.

Por embalses, la situación más preocupante es la del Ebro, el gran pantano de la comunidad sin parangón con La Cohilla y Alsa. El del Ebro está hoy al 25,14% de su capacidad, con 136 hectómetros cúbicos almacenados. Hace un año tenía guardado 310 hectómetros cúbicos, el 57,30% de su capacidad. En la última década, su capacidad se situaba en diciembre en el 55,32%.

La Cohilla, proporcionalmente está peor aún. De 12 hectómetros cúbicos de capacidad, ahora solo alberga dos, el 16,67% del total disponible. Alsa guarda 15 hectómetros cúbicos y está al 62,18%, pero su relativo buen estado no compensa el déficit de los demás.

Ya en octubre, Cantabria apenas rozaba el 30% de su capacidad hídrica, después de un verano catastrófico en que las reservas bajaron a la mitad en dos meses. Sin embargo, lejos de recuperarse, la reserva ha perdido cerca de cuatro puntos más.

Como en el resto, pero peor

La situación de sequía es generalizada en España, pero más grave en el sur y en Cantabria. La escasez de las precipitaciones y la sobreexplotación de los recursos son las causas. Actualmente, las reservas de agua de las que dispone España para satisfacer su demanda apenas superan un tercio de la capacidad total. Mucho menos de lo que deberían ser. Están 17 puntos por debajo de la media de la década para este momento del año, o lo que es lo mismo: 9.500 hectómetros cúbicos menos de agua a disposición.

A finales de este verano, Cantabria pidió a las dos confederaciones que le afectan, Cantábrico y Ebro, que los ganaderos pudieran captar agua para paliar la sequía. La petición que hizo la Consejería de Medio Ambiente y Desarrollo Rural fue avalada por el consejero de Obras Públicas, José Luis Gochicoa, para quien el pantano del Ebro era prácticamente inagotable.

“Ni en cuarenta años seríamos capaces de agotar las capacidades que tiene el pantano del Ebro aun suponiendo que no lloviera nunca, lo cual evidentemente no va a suceder”, manifestó Gochicoa el 10 de agosto cuando el pantano del Ebro estaba al 51%, prácticamente el doble de lo actual. La petición fue concedida y el Gobierno remitió a los 102 ayuntamientos cántabros las instrucciones a seguir para que ganaderos -y servicios de extinción de incendios también- pudieran captar agua de los cursos fluviales y pantanos.

Para el Gobierno de Cantabria, el Ebro es “capaz de aguantar” dos años de sequía o incluso tres “sin ningún tipo de precipitaciones”, y ha incidido en que se trata de “volúmenes muy importantes de agua” almacenada que “nada tiene que ver” con lo que capta Cantabria para poder abastecerse y que, en todo caso, se recuperará en invierno gracias al trasvase del Ebro y las cuencas del Besaya y el Pas.

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