El concejal de Unidas por Santander, Miguel Saro, ha denunciado en rueda de prensa que el Ayuntamiento de la ciudad “no gestiona ni interviene” en la promoción de la cultura en Santander. “La mayor parte de los recursos se destinan a otras entidades para que lo gestionen ellas y que, normalmente, son entidades privadas del mundo de la alta cultura y dependientes de grandes entidades financieras”.
Aprovechando la designación de Enrique Bolado como director general de Cultura, Saro ha hecho un análisis de la inversión municipal en Cultura que, en el presupuesto de 2019, dispuso de 11,97 millones de euros, un 6% del total. De este importe, descontado las partidas presupuestadas para instalaciones de ocupación de tiempo libre y fiestas populares y festejos, un 55,64% va a mantener la administración general de la cultura, bibliotecas públicas y promoción cultural.
Saro es muy crítico con la concejala de Cultura, María Luisa Sanjuán, de quien dice que “ha dimitido de sus responsabilidades y las ha delegado en el nuevo director general”. De este, recientemente nombrado, ha expresado el “temor” a que “su dirección no va a estar dirigida a pequeños proyectos sino a grandes proyectos con el mecenazgo de firmas porque es lo que ha hecho hasta ahora”.
Saro ha destacado que la mayor parte de estos recursos públicos van dirigidos a “auspiciar el mecenazgo de grandes firmas de gestión cultural y el elitismo en la cultura”, como son el Festival Internacional de Santander, la Fundación Isaac Albéniz, la Fundación Gerardo Diego y el Obispado de Santander, entre otros.
Además, ha destacado que, en el Plan Director de la Cultura 2018-2023 el compromiso presupuestario futuro será para lanzar los grandes proyectos de Íñigo de la Serna, como son el Museo para el Archivo Lafuente asociado al Reina Sofía, las inversiones para el Barrio Cultural La Florida y la Fábrica de Creación. “En todos estos proyectos el Ayuntamiento aporta enormes recursos para levantar continentes cuyo contenido, o bien está pendiente de determinar, o bien lo van a gestionar otros”, apunta Saro.
Bajo grado de ejecución
El edil de la coalición de izquierdas ha lamentado que la gestión directa municipal “es bastante disfuncional” debido al bajo grado de ejecución del presupuesto destinado a esta cartera. “Este ayuntamiento no cumple sus propios presupuestos”, ha declarado.
Y es que, en 2018, en materias estrictamente de cultura, las partidas que corresponden a la mayor parte del presupuesto, se han ejecutado en porcentajes muy pequeños, como es el caso de las bibliotecas públicas, que solo han ejecutado un 42,4% de lo presupuestado, o instalaciones de tiempo libre, que se ha gastado un 22,47%.
Mientras Santander dedica un 6% del total del presupuesto a cultura, ciudades como Gijón (9,6%), Burgos (9,5%) o San Sebastián (9,2%) tienen porcentaje en materia de cultura de más del 50% de lo que se destina en Santander. En Oviedo, con un 6,9%, también es mayor la inversión, así como en Pamplona, con un 8,2%.
Santander solo sale bien parada con comparación con otras ciudades como Logroño o León, “que son algo más pequeñas que Santander pero sí de nuestro entorno y que no predican las políticas culturales como una de las bases de su crecimiento y de su consolidación como ciudad, como sí hace Santander”.
Además, dentro del global de Cultura, Santander destina un 55,64% para mantener la administración general de la cultura, bibliotecas públicas y promoción cultural, mientras que en otras ciudades este porcentaje es mucho mayor como Gijón (98,48%), Oviedo (92,99%), Burgos (70,19%), San Sebastián (83,62%) o Pamplona (71,21%).
Tras este análisis, las principales propuestas de la coalición de izquierdas para la inversión cultural en Santander pasa por establecer unas políticas públicas “que democraticen la decisión cultural para que sea un bien común de la colectividad, es decir, que no sea algo elitista, gestionado por unas pocas firmas”.
Por ello, Saro cree que es necesario consolidar y dinamizar la red de bibliotecas públicas y centros culturales, fomentando dentro de su programación, no solo la custodia y préstamo de material bibliográfico y exposiciones, “sino convertirlas en centros de encuentro de creadores y público, a través de las cuáles se expanda una red de creación y de uso de la cultura”.
Además, que las políticas estén pensadas para otros agentes importantes de las mismas “como lo que llamamos sector privado y que no sea exclusivamente las grandes fundaciones de exposición y mediación cultural, sino el tejido empresarial más artesanal”, que tienen vocación de “servicio público” en el que se incluyen algunas ONG y el movimiento asociativo amateur y de base.