Encarna y Amado, la pareja sorda invitada al Homenaje de Estado como ejemplo en la lucha contra el coronavirus

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Han pasado unas horas desde que terminó el Homenaje de Estado a las víctimas del coronavirus. Abel González, hijo de Encarna Marcos y Amado González, responde al teléfono todavía emocionado por lo que acaba de ocurrir. Sus padres, sordos de nacimiento, han acudido a este evento invitados por la Delegación del Gobierno de Cantabria como representantes de la sociedad civil de la comunidad autónoma.

Y es que ellos tuvieron qie vivir el coronavirus en primera persona debido al ingreso de Encarna en el hospital durante diez días. Allí, esta limpiadora de una Consejería del Gobierno de Cantabria tuvo que lidiar con la soledad, al igual que todos los enfermos de COVID-19, pero también con la falta de comunicación con los sanitarios ya que la mascarilla impedía que pudiese leer los labios a sus médicos.

Al final, como cuenta su hijo, llegó a la conclusión de que “el ser humano es bueno por naturaleza”, y es que en cuanto el personal sanitario se enteró de la situación, “pusieron todo de su parte”. “Llegó un momento en el que todo el mundo sabía que era sorda, así que le decían las cosas por escrito, y mi madre les respondía por escrito también porque estaba con un respirador que no le permitía hablar (es sorda, pero no sordomuda)”, explica Abel.

Cuando Encarna se recuperó de la neumonía bilateral provocada por la COVID-19, su fiel compañero Amado tampoco pudo abrazarla, ya que tuvieron que cumplir a rajatabla con el aislamiento. Finalmente Amado nunca dio positivo en coronavirus, pero el tiempo de espera hasta que Encarna dio negativo se les hizo especialmente largo. Acostumbrados a ir juntos “a todas partes”, el confinamiento (dentro del confinamiento) les separó físicamente durante un tiempo aunque salieron reforzados, pero, por el contrario, el coronavirus les ha alejado un poco del resto del mundo. “Esta pandemia te obliga a taparte la boca con la mascarilla, y para ellos la única vía de comunicación que hay con las personas oyentes que no saben lenguaje de signos es leer los labios”, argumenta su hijo.

La invitación al homenaje y el minuto de silencio

El pasado domingo, cinco días antes de que se celebrase el Homenaje de Estado con la presencia de las principales autoridades del país, la Delegación del Gobierno en Cantabria contactó con ellos para comunicarles la invitación. Encarna entonces no lo entendió “e incluso llegó a preguntarse qué pintaba allí con el rey y con el presidente del Gobierno”, comenta entre risas Abel. Desde ese momento, y reconocido por Amado, “Encarna ha estado muy nerviosa, pero también muy agradecida”.

Como no podía ser de otra manera, al acto les ha acompañado una intérprete que les iba traduciendo todo lo que ocurría. “Mis padres me han dicho que el minuto de silencio ha sido absolutamente estremecedor. Ellos viven en un minuto de silencio constante por ser sordos, pero al mirar alrededor y ver el sentimiento y el respeto de todo el mundo se les puso hasta la piel de gallina”, cuenta emocionado el hijo de la pareja.

Sobre la razón por la que la Delegación les ha podido escoger a ellos, Abel considera que ha sido porque sus padres son un ejemplo “de la doble superación”. “Aparte de las dificultades que tienen que afrontar en el día a día, les ha venido encima una losa de algo completamente desconocido para todos. Y mi madre lo ha superado, por lo que es el ejemplo claro de que si quieres -y te acompaña la salud-, puedes superar cualquier tipo de barrera”, indica Abel.

La delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones, expresa en declaraciones a elDiario.es que, para ella, “ha sido un enorme orgullo proponerles y que aceptaran la invitación”. “Ellos representan a todo un colectivo de nuestra sociedad por el que tenemos que seguir luchando para lograr la plena inclusión y la igualdad real”, asevera.

Asimismo, comparte la opinión de Abel sobre cuál ha sido la razón por la que han querido que Amado y Encarna estuvieran presentes en el Homenaje de Estado: “Son muchas las personas que han sufrido el golpe de este virus de forma muy dolorosa pero, sin duda, algunas como las personas sordas han sufrido aún más por su situación”, concluye Quiñones.

Tras un buen rato hablando por teléfono, Abel, visiblemente emocionado, reflexiona sobre el día que acaba de vivir y cuenta que no le han podido “tocar” unos padres mejores. “Mi hermano y yo tenemos la suerte de no tener ningún prejuicio, hemos nacido con unos padres con una discapacidad que les ha hecho tener que pelear mucho más para sacarnos adelante. Ellos son un gran ejemplo cuando se habla de optimismo ante la vida”, finaliza satisfecho con este día que se acaba, pero que quedará para siempre en su memoria.