Enrique Castillo llegó hace tres años a Cantabria con una maleta cargada de ilusión y ganas de enseñar. Este profesor de Lengua y Literatura, que imparte clase en el I.E.S. Las Llamas, del que también es Jefe de Estudios, no ha parado de probar e innovar desde entonces para acercar la enseñanza y motivar a sus alumnos. Han sido muchas horas pensando y ejecutando proyectos novedosos en su campo, arriesgándose con métodos de “ensayo-error”, como él mismo comenta. Los resultados han sido inmejorables; y es que ver a unos estudiantes rebosando vitalidad y ganas de aprender, que participan en esos “deberes digitales” que les manda su profesor de Lengua, no es algo habitual en el sistema educativo actual donde la frase más escuchada es la de “fracaso escolar”.
Se considera una “mente inquieta” y un apasionado de su trabajo. Su energía le ha permitido ser un referente en el uso de las TIC dentro del aula, algo que parece que a nuestra Educación se le sigue atragantando a pesar de estar inmersos en un mundo cada vez más tecnificado.
¿Cómo cree que se están aplicando las nuevas tecnologías en Educación?
Creo que se están empezando a incorporar pero de forma bastante irregular. No creo que exista un control real por parte de los distintos organismos que tienen que velar por lo que se está haciendo. Sí que se están encargando de incluirlo en la parte normativa, como en la actual ley, que nos ordena que las utilicemos; pero realmente no existe una evaluación para determinar si se están aplicando y si se está haciendo con garantías, es decir, si se están utilizando correctamente y no para hacer las mismas cosas que se venían haciendo con las herramientas tradicionales.
¿Hace falta una pedagogía al respecto?
Sí, totalmente. Sobre todo, porque el currículo va por un lado y está anticuado, es del siglo XIX, al menos en lo que yo observo directamente, como es mi materia. Tenemos una metodología basada en principios estructuralistas, para la parte de lengua, y en principios historicistas, para la parte de la literatura. Pero además de eso, tenemos la coletilla de “vamos a incluir las herramientas TIC”; el problema es que no encajan, es imposible hacerlo en un currículo que no está basado en nociones pragmáticas, lo que nos permitiría orientarnos más hacia la tecnología.
Creo que todavía existe una cierta disociación entre lo que es el contenido y lo que es la metodología. A la hora de aplicar esto último, hace falta más invención y responsabilidad, que no sólo se quede en 'papel mojado', sino que realmente haya un verdadero interés por ver cómo se está haciendo y que exista una autoevaluación real por parte del profesorado.
¿A la Educación le cuesta innovar?
En realidad lo que pasa es que adoptamos como modelo a los profesores que teníamos cuando estábamos en la etapa escolar y eso hace que al final no se produzca realmente el paso necesario para llegar a la innovación; hay como una especie de atasco. Si yo, por ejemplo, tomo como referente al profesor que tuve hace veinte años porque no he tenido oportunidad de entrar en las clases de otros compañeros, o porque no he tenido la suerte de realizar unas prácticas interesantes en su contenido y largas en el tiempo, al final ahí se ha producido una involución, en lugar de avanzar estoy volviendo la vista atrás, al pasado. Si sigo así, los que vengan a hacer las prácticas conmigo se volverán a encontrar con ese mismo modelo arcaico. Es la pescadilla que se muerde la cola. La experiencia aísla; cada uno va a lo suyo, va a su clase, cree haberlo hecho lo mejor posible pero no hay un aprendizaje real entre compañeros.
¿Cómo está afrontando el profesorado, en general, el impacto de las nuevas tecnologías en su trabajo?
Depende del perfil del profesorado. El que las usa a nivel individual en su vida personal, no las ve como un enemigo, sino que las incorpora. Eso sí, con algunas reticencias, puesto que existen temores o miedos a que el alumnado las utilice mal. También están los docentes que tienen poco interés y las ven como un lastre, creen que van a ser una traba porque opinan que no están preparados. Cuando hablas con compañeros que piensan así, te das cuenta de que realmente son excusas, miedos que se repiten hasta la saciedad. Pero es que, además, ese rechazo supone contravenir la propia normativa, ya que se nos pide que introduzcamos las TIC en nuestra metodología.
Entonces, ¿debería de haber algo más que normativa al respecto para que la implantación sea efectiva?
Sí. Por ejemplo, formación hay pero es muy optativa. Los profesores tenemos la obligación de formarnos durante toda nuestra etapa profesional, pero también tenemos la decisión de elegir en qué queremos hacerlo. Es importante, pero no es lo único. Quizás no hay que incidir solo en la formación, sino que los propios compañeros que realizan ese tipo de actividades en el centro puedan tener espacios para debatir y compartirlas con el resto, que la coordinación y la colaboración funcionen de verdad. También, ensalzar la figura del coordinador TIC, que sea el elemento que proponga distintas metodologías e ideas que puedan cuajar y que permitan ser abordadas desde las diferentes materias.
¿Cómo es el alumno de hoy en día? ¿Es real la brecha digital que le separa del profesor?
Esa brecha digital existe si nos ponemos en la perspectiva del docente de más de cincuenta años que no ha tenido nunca contacto con las TIC. Pero la tecnología nos está copando cada momento de nuestra vida, estamos rodeados o saturados, en el buen sentido de la palabra. Por eso, ese perfil es cada día menos habitual. Hay que abordar la brecha, por ejemplo, cuando algunos alumnos no pueden acceder a estos recursos tecnológicos, pero que el profesor no está capacitado o no tiene determinados conocimientos para poder introducir las herramientas más elementales, es volver a las excusas que he mencionado antes. A nivel de usuario, todos podemos hacer muchas más cosas de las que hacemos, y al final nos quedamos en lo más elemental, como proyectar una presentación con diapositivas o reproducir un vídeo en Youtube. Pensamos que con eso ya lo hemos hecho todo, y no es así.
¿Hace falta arriesgarse en esta profesión?
Totalmente. Como profesor, tienes que funcionar con el método “ensayo-error”. Hay proyectos que pones en práctica que son muy innovadores, pero que no cuajan. He probado con muchas experiencias, algunas han funcionado muy bien y otras no tanto. Pero las que salen bien son muy gratificantes. La realidad es que hay que arriesgarse también de forma individual, sin tener que estar arropado siempre corporativamente.
En los proyectos que has llevado a cabo utilizando herramientas TIC, ¿cómo ha sido la implicación de los alumnos?
Bastante buena. En un principio piensas que esa inversión de tiempo no va a servir todo lo que te gustaría, pero al final te das cuenta de los grandes cambios que se operan. Lo bueno de trabajar con TIC es que hablas el mismo lenguaje que tus alumnos, y realmente funciona. Cuando les planteas que se estudien, por ejemplo, la gramática con el método usual, es decir, utilizando un libro de texto o unos apuntes, se les hace pesado, se abruman. Sin embargo, si les dejas de proporcionar apuntes y les grabas algún vídeo explicativo, ya se lo plantean con muchas más ganas, con más interés. Además, refuerzas la atención a la diversidad, puesto que pueden verlo tantas veces como quieran y necesiten. Si ellos utilizan unas determinadas aplicaciones o herramientas tecnológicas en su día a día, hay que trasladarlas también a las clases para que no parezca que existe una disociación entre la vida real y el aula. No se trata de hacer una apología de las metolodogías del siglo XIX, sino enseñar unos conocimientos que se ajusten a las necesidades y a la realidad del siglo XXI.
¿Son la panacea o hablamos de un complemento?
No es el objetivo, porque cada uno en nuestra área tenemos que enseñar unos conceptos, pero si sólo nos quedamos en eso, no estamos respondiendo a las exigencias de la época actual. Las nuevas tecnologías son una competencia básica, la competencia digital, pero no son el objetivo número uno sino que tiene que ser un conocimiento transversal. Ya no sólo es que sepan utilizar las TIC, tenemos que enseñarles a desarrollar una identidad digital, a que aprendan a comunicarse y a utilizar un lenguaje adecuado, a comportarse de acuerdo con los principios de la 'netiqueta', a desenvolverse con la información que hay en la red, etc.
¿Cómo están implantando las nuevas tecnologías en el I.E.S. Las Llamas?
Estamos trabajando en la idea de la transversalidad. En mi departamento, por ejemplo, empleamos diversidad de textos que trasladamos al terreno digital. Además, funcionamos con todo tipo de herramientas: utilizamos el portafolios digital en lugar de los cuadernos convencionales; les animamos a que publiquen sus redacciones en un blog para que puedan así difundirlas en la red y compartirlas entre ellos; utilizamos redes sociales como GoodReads para el trabajo del Plan de Lectura; tenemos un medio de comunicación, 'El Rollo de las Llamas', que se desarrolla a través de distintas aplicaciones; trabajamos con el correo electrónico, Instagram, Twitter,... Aplicamos lo que se puede hacer de forma analógica a través de medios digitales para que ellos, de esta manera, se motiven y vean la enseñanza de una forma más cercana, pero trabajando a la vez los contenidos y los objetivos de la materia.
¿Cuál es la valoración de las familias?
Muy buena, tengo que reconocer que en ese sentido responden estupendamente. Participan, es algo que ven, que palpan. La clase magistral está muy bien pero queda dentro del aula. Lo que se produce en el ámbito digital al final se puede transportar a la calle, se comparte con las familias. En ese sentido lo reconocen y lo premian, terminan relacionándolo como algo positivo.
Parece que el sistema educativo español suele estar un paso por detrás en innovación... ¿Cómo ve el futuro en este sentido?
Lo veo con esperanza, pero con resultados a largo plazo. En realidad, sé que tenderemos a ello porque las innovaciones tecnológicas son cada vez más rápidas, y evidentemente un sistema educativo que quede anclado en paradigmas de hace siglos no puede funcionar mucho tiempo, está necesariamente abocado al fracaso. Llegaremos a ello pero llevará su tiempo.