Juan Carlos Rodríguez Borregán (León, 1965) es el jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, desde donde ha tenido que afrontar en primera persona toda la dureza de la pandemia del coronavirus que ha puesto a todo el planeta contra las cuerdas. Por su trabajo, acostumbrado a tratar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) a los pacientes más críticos, está preparado parar abordar situaciones complicadas, pero reconoce que lo vivido en los últimos meses en el sistema sanitario desborda cualquier previsión. Insiste en que no solo ha sido una cuestión laboral, sino la implicación personal y el desgaste anímico lo que ha dejado tocados a muchos que han combatido con el virus en la primera línea. “El cansancio sale ahora. Ojalá el virus nos deje descansar el verano. Los profesionales necesitan ahora un poco de descanso, evadirse un poco, pensar en otras cosas y reponerse”, admite.
¿Cómo ha sido el trabajo en primera línea del Servicio de Medicina Intensiva de Valdecilla durante la pandemia?
Lo hemos vivido, inicialmente, con preocupación. No sabíamos hasta dónde iba a llegar la epidemia, cuál iba a ser el alcance, cuántos pacientes nos iban a llegar. Luego, preocupación también por si los profesionales del equipo se iban a infectar con el virus, y nos lo íbamos a llevar a casa, a nuestras familias. Había muchas incógnitas. Además, por supuesto, con muchísimo trabajo. Hemos tenido una carga de trabajo que ha sido más del doble que en esos mismos meses del año pasado o de hace dos años. Se ha juntado todo, con una carga emocional muy alta, con mucho estrés personal y un trabajo muy físico todos los días.
Respecto a la carga emocional, entiendo que en el momento más crítico todo el mundo aprieta los dientes y tira para delante, pero cuando pasa esa primera ola será cuando se empiezan a notar los efectos y cómo ha sufrido a nivel personal todo el equipo lo ocurrido en estos meses. Echando la vista atrás, ¿cómo están ahora?
Tenemos que analizar todo lo que ha pasado durante estos meses, qué podríamos haber hecho de forma diferente, qué haremos distinto para la siguiente vez que ocurra, si ocurre algo similar… El cansancio sale ahora. Siempre digo que ojalá el virus nos deje descansar el verano, y que en septiembre, octubre o noviembre sea lo que sea, que si nos vuelve a atacar otra vez lo abordaremos con las mismas ganas y la misma dedicación, pero todo el personal necesita ahora un poco de descanso, evadirse un poco de todo esto, pensar en otras cosas y reponerse.
Para el trabajo en las unidades de cuidados intensivos, el hecho de que un paciente sea positivo por COVID-19, ¿qué cambia en la atención médica y en el día a día del personal de Medicina Intensiva?
Cambia sobre todo la protección y la prevención que debemos tener. A la hora de entrar en la sala, tenemos que colocarnos el EPI, con lo que conlleva de tiempo y preparación. El tiempo que estamos en la sala, trabajar con el EPI es muy incómodo. Trabajar con todo el equipo de protección individual es muy incómodo porque da mucho calor, dificulta mucho la comunicación con el paciente y con los demás compañeros, con lo que necesitas una mayor concentración… Procuramos no estar en la sala más de dos o tres horas seguidas, porque sales agotado. La sensación es muy desagradable. Tenemos que ir turnándonos para no estar mucho tiempo de forma seguida. Además del trabajo mental, de pensar en qué hacer en cada caso para mejorar la situación de cada paciente, el trabajo físico es muy importante.
En el caso de Valdecilla, la sensación que se traslada es que no se ha vivido una situación tan crítica como sí ha ocurrido en otros hospitales, donde si no se ha colapsado el sistema sanitario, ha estado a punto. ¿Es así? ¿Se ha superado esta primera ola sin que los efectos del coronavirus hayan desbordado la atención sanitaria?
[Piensa] Sí, es cierto. No podemos ni compararnos con lo que ha ocurrido en Madrid, o en Cataluña, o en otros lugares de España donde la pandemia ha golpeado más fuerte. Pero creo que no podemos minimizar lo que ha pasado: ha sido una crisis sanitaria muy grave en la que todos hemos sufrido mucho. Entrábamos por la mañana y nadie sabía a qué hora iba a salir, porque dependía de cómo fueran las cosas, de cómo evolucionara el día. Se han hecho más guardias de las habituales, y mucho peores, durmiendo muy poco. Ha habido una alteración absoluta de nuestro trabajo, aunque en otros lugares lo hayan pasado incluso peor.
Ante una segunda oleada, de un posible repunte de la enfermedad, ¿estamos mejor preparados? ¿La experiencia adquirida permitiría abordar otra crisis similar en mejores condiciones?
Sí, sí… [Duda] Enfrentarte a algo conocido siempre es mejor que a algo que no conoces, pero no sabemos con qué intensidad nos va a venir una segunda oleada. Nos puede venir con una intensidad leve, con una intensidad moderada o una intensidad muy grave que nos ponga contra las cuerdas. Según los últimos datos que disponemos, menos del 5% de la población de Cantabria está protegida contra el coronavirus, por lo que si llega una segunda oleada, el 95% de la población está expuesta a que pueda infectarse. No sabemos qué calibre va a tener, así que es conveniente ser precavidos.
La implicación personal de los equipos de las unidades de cuidados intensivos ha sido clave para intentar paliar un agravante para los pacientes de coronavirus en las UCI, a los que a la gravedad de esta infección se sumaba el aislamiento y la lejanía de sus familiares y seres queridos. ¿Cómo se ha abordado esta carencia?
Hemos intentado suplir, sabiendo que es imposible, la ausencia de las familias. ¿Cómo? Intentando hablar con ellos, dándoles cariño, contándoles cosas… Se han montado varios sistemas, por ejemplo, como que los familiares mandaran cartas que se les leían por parte de las enfermeras, se les han facilitado las llamadas telefónicas, las videoconferencias… Pero lo cierto es que nada puede suplir el contacto directo con un familiar. Eso ha sido una parte muy dura, sobre todo para los pacientes, pero también para nosotros, que estamos acostumbrados a interactuar con las familias, hablar con ellos, explicarles la situación… Hacerlo vía telefónica no es la mejor manera que tenemos. No quedaba más remedio. Hay que pensar que nuestros pacientes tenían una infección, pero que sus familiares… a veces también. Se juntaban las dos cosas. A veces teníamos un paciente en la UCI y su familiar más cercano, ingresado también en el hospital en otra planta pero enfermo asimismo. Hemos vivido situaciones duras y complejas.
Hemos intentado mantenernos al margen del enfrentamiento político. Estamos intentando salvar vidas y no podemos entrar en esas cosas. Hemos seguido trabajando como siempre, con los mismos criterios técnicos de siempre, y que no pueden ser otros, además
En un momento dado, dentro del debate político se ha llegado a introducir la atención en las UCI, cuestionando el trabajo que se estaba haciendo ahí. ¿Os ha llegado a afectar o un momento como ese, con la que estaba cayendo, o es algo que os queda muy lejos y ni siquiera trasciende?
A ver… Lo hemos vivido y no nos ha gustado. Hemos intentado siempre mantenernos al margen del enfrentamiento político. Nosotros tenemos muy claro que somos médicos, somos sanitarios, y nos dedicamos a atender a los pacientes. Estamos intentando salvar vidas y no podemos entrar en esas cosas. Tampoco lo entiendo como un ataque hacia nosotros, sino más bien de una crítica entre unos partidos políticos y otros. Quiero interpretarlo así, que no iba la cosa con nosotros. Nosotros hemos seguido trabajando como siempre, con los mismos criterios técnicos de siempre, y que no pueden ser otros, además. No podemos trabajar de otra manera.
Sí han trascendido en otros lugares donde la pandemia azotó más fuerte, como la Comunidad de Madrid, cómo se dieron órdenes políticas a cómo abordar la hospitalización de los pacientes, por ejemplo. ¿Cómo se ve desde dentro?
No tengo todos los datos para opinar sobre ese asunto. Creo que hay que vivir esa situación, ver lo que estaba pasando allí en ese momento. Analizar algo así fuera de contexto nos puede llevar a extraer conclusiones equivocadas o simplificar demasiado las cosas. No disponiendo de más datos, prefiero no opinar de ese tema.
La situación hospitalaria en Cantabria sí parece totalmente controlada en estos momentos, con un único paciente ingresado en Valdecilla y ningún enfermo por coronavirus en la UCI desde hace semanas. ¿Cómo han vivido ese descenso progresivo de pacientes hasta que dieron el alta al último enfermo de gravedad después de lo que se ha vivido?
Sí, sí, ha sido una satisfacción. Prácticamente desde finales de abril no habíamos tenido ningún ingreso nuevo con infección por coronavirus en la UCI. Se han ido yendo los que estaban ingresados, recibiendo el alta, y sientes mucha alegría cuando un paciente que lleva muchos días consigue salir. Estás viendo de cerca los dramas humanos que conllevan sus enfermedades, con sus familias lejos… Es un descanso.
Hablando con familiares de enfermos por coronavirus nos decían que les molestaba mucho cuando se hace referencia a pacientes curados, cuando muchos de ellos han pasado por situaciones muy críticas y a día de hoy siguen afectados, con secuelas muy importantes que condicionan su día a día y que incluso les pueden afectar de por vida a pesar de dar negativo en los tests. ¿Deberíamos incidir más en eso, en la gravedad de esas secuelas incluso para los que superan la infección, para contribuir a la concienciación ante el aparente relajamiento en la sociedad que ha provocado la desescalada?
Claro, es importante que no se minimice. Al margen de las personas que fallecen a causa de la enfermedad, hay otras personas que sobreviven y que quedan con secuelas. Algunas reversibles y otras no. Es verdad que, por la gravedad de la pandemia, se ha simplificado un poco y se ha focalizado en tres categorías: infectados, fallecidos y curados. Hay muchos pacientes que han estado ingresados en el hospital, ingresados en la UCI, que se van para casa con secuelas que tardarán un tiempo en recuperar. Tienen razón las familias en que hay muchas situaciones intermedias, como pasa con los accidentes de tráfico y en otras patologías graves que no se pueden ignorar. Todos esos pacientes son importantes.