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El ocio nocturno resiste con el 75% de aforo y después de casi tres meses de parón: “Nuestra forma de funcionar es lo contrario a lo que hay que hacer ahora”

Fueron los últimos en abrir después del confinamiento y no fue casualidad. Ellos mismos lo reconocen: su tipo de negocio no termina de concordar del todo con la nueva normalidad, pero antes de hundirse intentarán adaptarse a una situación de la que, admiten, han salido “bastante” perjudicados.

Y es que cuando se decretó el estado de alarma no pensaban que la situación se iba a alargar hasta casi tres meses, y ahora buscan salvar al menos los meses de verano. Algunos han aprovechado para trabajar en asuntos que tenían pendientes, otros han preferido tomarse este tiempo de descanso, pero para todos han sido “meses complicados”.

Beatriz Ruiz es, junto a Carlos Valle, dueña de El Boss, un pub de Suances en el que solían aprovechar los meses en los que estuvimos confinados para “tener una inyección muy importante antes del verano”. “Si hubiese ocurrido de enero a marzo no hubiese sido para tanto, pero al ser estos meses hemos perdido toda la Semana Santa, grupos de excursiones e incluso comuniones, y todo lo hemos perdido”, explica.

Sergio Gómez, propietario de los bares Little Bobby y Grog, en Santander, cuenta con una anécdota cómo ha cambiado todo en el ocio nocturno desde que se ha podido volver a salir: “Le he tenido que decir al DJ que pinche música para que la gente no baile, justo lo contrario a lo que le pedía antes del confinamiento”, indica con humor. Él es responsable de 20 trabajadores y revela que la restricción del aforo es lo que más les está perjudicando en estos momentos: “Estamos facturando el 60% de lo que deberíamos estar facturando, pero con el mismo personal que teníamos antes”, cuenta el empresario.

Pero, como en todo, también ha habido personas a las que esta situación no les ha afectado, al menos no totalmente. Así lo confiesa Kike Gómez, dueño de El Parada Bus, un bar de Torrelavega donde no estaban acostumbrados a que en pleno julio siguiese habiendo tanta gente por la ciudad. “Desde San Juan hasta La Patrona no trabajábamos a penas porque la gente iba a las fiestas de los pueblos o salían por lugares más turísticos o con playa como Suances, y ahora salen por aquí”, señala.

Sin embargo, declara ser consciente de que las medidas de seguridad y la noche no son cuestiones que puedan ligarse tan fácilmente: “Nuestra forma de funcionar es lo contrario a lo que hay que hacer ahora, y no es lo mismo controlar a la gente a las 16.00 que a las 04.00... Eso nos asustó mucho para abrir, y preferimos retrasar una semana nuestra vuelta para ver cómo lo hacía el resto”, indica.

En otro punto de la comunidad está Igor, que es propietario de El Resort y La Cierbanata, ambos en Castro Urdiales, un lugar donde el turismo copa los meses estivales y donde, precisamente por eso, la Guardia Civil está especialmente vigilante con lo que ocurre en el ocio nocturno. “Este fin de semana hemos tenido dos controles: entran en el local, dan las luces, paran la música, registran a la gente... Eso genera miedo, nos lo están poniendo muy difícil”, sentencia.

A pesar de ello, relata que está “muy tranquilo” porque sabe que está haciendo “todo bien”: “Antes el aforo no se controlaba, por lo que no es solo que tengamos el 75% de aforo, es que es mucho menos.. Yo ahora estoy ganando un 40% de lo que tendría que ganar”, asevera Igor.

Otros como Beatriz, de El Boss de Suances, han optado por ampliar el horario de apertura para conseguir más ingresos, y ahora arrancan la jornada a las 13.00 en lugar de las 20.00, y esto les ha hecho mejorar las previsiones que tenían inicialmente. Por su parte, Sergio, el dueño de los dos locales de Santander, ha lanzado un servicio de botellas a domicilio que continúa funcionando.

El Parada Bus, de Torrelavega, ha notado el cambio en su público ya que mientras antes acudían más personas mayores de 30 años, desde que concluyó el confinamiento los clientes son de menor edad “yo diría que los más jóvenes están saliendo igual que lo hacían antes”, concluye el dueño del bar. Pero si hay algo en lo que todos están de acuerdo, es “en ir funcionando día a día y solo pensando en el siguiente fin de semana” porque si hay algo que ha enseñado esta pandemia es que los planes, como los negocios, pueden cambiar de un día para otro.