“En el PRC hemos analizado todas las posibilidades sobre el pacto de Gobierno y hemos pensado en todos los escenarios”

Rafael de la Sierra (Vioño de Piélagos, 1948) acumula más de cuatro décadas de militancia política, desde que en 1976 se convirtiera en uno de los fundadores de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), un ente que nació con el objetivo de impulsar la vocación autonomista y que fue el germen del PRC. Siempre al lado de Miguel Ángel Revilla en este camino, ha sido concejal en Santander, diputado y portavoz regionalista, además de presidente del Parlamento, entre otras responsabilidades orgánicas en el seno de su partido.

Ahora, como consejero de Presidencia y Justicia en el Gobierno bipartito, observa con preocupación la inestabilidad política que se ha instalado en la comunidad autónoma. Curtido en mil batallas, recuerda la larga travesía por el desierto que tuvo que afrontar su formación en la década de los noventa y confía en que la crisis interna del PSOE no pase factura a la gestión del Ejecutivo que comparte con los socialistas. “Tenemos un Gobierno que funciona, que trabaja razonablemente bien, y lo conveniente es mantenerlo. ¿Que de repente no funciona? Pues habría que valorarlo, claro”, subraya a preguntas de eldiario.es.

La legislatura encara su recta final en 2018, que será año preelectoral. ¿Qué balance hace de la gestión en su área de competencias hasta el momento?

La Consejería de Presidencia y Justicia es un departamento que tiene responsabilidades sobre varios servicios esenciales de la comunidad autónoma que se habían visto extraordinariamente afectados por las políticas de restricción económica y recortes a consecuencia de la crisis y de una determinada manera de entender los servicios públicos por parte del PP. Había una prioridad clarísima desde que llegamos al Gobierno de recuperar la calidad en la prestación de esos servicios y creo que hemos hecho una buena labor, pero aún queda muchísimo pendiente.

Estos recortes que se habían producido en ámbitos como la Protección Civil, la Justicia o la Función Pública afectaron de manera grave a todo el personal y todavía hoy existen normas que nos impiden dar los pasos que, a mi juicio, serían necesarios. Sin embargo, creo que hemos recorrido un camino importante desde el punto de vista de la dotación de medios. Como digo, nos falta incidir en la recuperación de derechos de los trabajadores públicos, pero también nos falta mucho personal. Estamos limitados por la tasa de reposición de efectivos. Ahí tenemos otro reto y estamos presionando en Madrid para ver si se da un giro a esa política. Teníamos muchas esperanzas puestas en los presupuestos de 2018, que se acaban de retrasar, y que dejan todo en el aire.

Uno de los proyectos estrella de su departamento es la redacción de la Ley de Transparencia de Cantabria, cuyo proyecto se aprobó hace casi un año en el Consejo de Gobierno pero que sigue sin el visto bueno definitivo en el Parlamento. ¿En qué punto se encuentra?

Nosotros presentamos ese proyecto de ley en plazo. Tardamos un poco más de lo previsto simplemente porque nos comprometimos a sacarla a información pública y consultarla con todo el mundo. Hicieron sus aportaciones todos los partidos, todos los ayuntamientos, todo aquel que estaba implicado. Fue un proyecto de ley muy debatido. Se aceptaron muchas de las enmiendas propuestas. Ahora está en el Parlamento, y está pendiente de superar los trámites. Creemos que es una normativa que responde a las necesidades.

¿Manejan algún plazo?

Nosotros no. Está a la espera de acuerdos entre los distintos grupos, supongo.

La Ley de Espectáculos sí que fue aprobada y está en vigor desde hace unos meses. ¿Qué valoración hace de su repercusión en el sector?

Yo creo que está funcionando bien. Había algunos problemas desde hace tiempo que no se habían abordado. Esta es una ley que respeta la autonomía municipal en la autorización de espectáculos culturales, deportivos o turísticos y en la concesión de licencias para su celebración. Se incluyeron locales nuevos y se reguló el tipo de espectáculos, los horarios, las garantías de los vecinos, la seguridad, etcétera. El balance es positivo.

Mencionaba antes las esperanzas que tenían puestas en 2018. ¿Hasta qué punto puede afectar el retraso anunciado por el ministro Cristóbal Montoro en los Presupuestos Generales del Estado a las cuentas públicas de Cantabria?

Nos complica mucho las cosas. Esperemos que no sea más que eso, un retraso breve. Buena parte de los grandes números que afectan a nuestro presupuesto derivan de las cifras que establece el Estado. Por ejemplo, el incremento del sueldo de los empleados públicos, la modificación de las medidas sobre la tasa de reposición, los mecanismos para acabar con la temporalidad y una serie de decisiones importantísimas. Y luego está la política fiscal que puede establecer el presupuesto, los techos de gasto y la capacidad de ingresos de las comunidades autónomas, todas las transferencias del Estado… En el caso de Valdecilla, ¿nos lo van a pagar o no? Son muchos millones que a nosotros nos condicionan. Pasa igual en el desarrollo de la LOMCE y otras cuestiones más que nos vienen impuestas desde Madrid. Todo esto nos complica la toma de decisiones de cara a 2018.

La falta de los Presupuestos Generales del Estado fue uno de los argumentos que se esgrimieron el año pasado desde el Gobierno de Cantabria para justificar la aprobación con retraso de las cuentas. ¿Barajan que se repita ese escenario o sigue en pie la promesa del presidente Revilla de tener en vigor el presupuesto de Cantabria el 1 de enero próximo?

Nosotros creemos que es posible tener presupuesto el 1 de enero, queremos que así sea y, salvo complicación inesperada, lo tendremos aprobado para ese fecha, contando como es lógico con el Parlamento de Cantabria. En el Gobierno aprobaremos el proyecto y será la Cámara la que ratifique las cuentas, pero creemos que las tendremos en plazo y, en consecuencia, se podrán aprobar.

Han comenzado las negociaciones entre PRC y PSOE para el diseño de ese proyecto de ley. ¿Cómo están transcurriendo esas conversaciones con sus socios de Gobierno? ¿Coinciden en las prioridades?

Sí, transcurren por el buen camino. Las prioridades en los dos primeros años han pasado por desarrollar e impulsar las políticas vinculadas al estado de bienestar, fundamentalmente la Educación, la Sanidad y los Servicios Sociales, con temas muy concretos como la Renta Social Básica o la vivienda protegida. Todas esas políticas se han desarrollado bien, y el año pasado ya dimos un nuevo paso, en el que se estableció que había que poner en marcha políticas que fomenten la actividad económica y el crecimiento de los recursos. Por eso, en el presupuesto se primó la inversión en determinado tipo de obras públicas, ganadería o industria.

Yo creo que el presupuesto, en términos generales, está más o menos equilibrado entre la obligación de atender las necesidades básicas y el desarrollo de la actividad económica de Cantabria, y lo que se plantea ahora es un incremento para poder desarrollar mejor esas líneas de actuación que consideramos fundamentales en cada departamento. En lo que se refiere a mí, tener más medios en el ámbito de la atención de emergencias o dotar convenientemente a la administración de Justicia. El acuerdo que existe es incrementar las partidas de todas las consejerías de manera paritaria para mejorar las políticas puestas en marcha a lo largo de la legislatura.

¿La crisis interna del PSOE puede tener repercusión en esa negociación todavía en marcha? ¿Temen que afecte a la acción del Gobierno bipartito?

Por ahora, el Gobierno sigue trabajando de manera normal. No se ha visto afectada la gestión por esa 'marejadilla' que decía el presidente. Puede tener repercusión en el exterior, pero el Ejecutivo sigue reuniéndose, trabajando y tomando decisiones igual que hasta ahora. No ha habido mayor problema. Evidentemente, la inestabilidad de los partidos, que afecta ahora mismo a todos menos al nuestro, al PRC, no es buena para Cantabria.

Lo ideal es que exista la pluralidad, el debate, la contraposición de ideas, como ocurre en el PRC, pero no esas situaciones de enfrentamientos personales o de odios, de búsqueda de réditos políticos personales. Hasta ahora, este conflicto interno no se ha notado. Es una cuestión de partido. Ha habido que hacer unos cambios, se han hecho, pero esa situación no ha afectado en el día a día de la acción del Gobierno. Ha ido bien y a ver si sigue así. Lógicamente, las turbulencias acaban afectando todo.

En las últimas semanas, el presidente de Cantabria se ha pronunciado reiteradamente sobre la diferencia entre la inestabilidad que sufren el resto de partidos del arco parlamentario frente a la “absoluta calma” en el PRC. ¿La diferencia es el liderazgo incontestable de Miguel Ángel Revilla?

En el PRC influye, sin duda ninguna, la claridad de ideas que tiene Miguel Ángel Revilla y que en el partido se ha asumido eso desde hace mucho tiempo. Tenemos una serie de objetivos muy claros y compartidos por todos. Tenemos una idea de grupo fuerte, pero hay una cosa que creo que nos ha ayudado: nosotros lo hemos pasado muy mal en nuestra historia. Estuvimos a punto de desaparecer. Nos intentaron machacar, nos ponían querellas, nos compraron alcaldes, concejales y diputados… Nos hicieron la vida imposible. Probablemente todos aquellos que tenían apetencias personales e iban a lo suyo abandonaron el barco y se fueron a otro sitio. En un primer momento, eso pudo tener un impacto negativo en el PRC, pero a la larga nos ha venido muy bien. Nos hicieron un saneamiento que agradecemos. [Ríe].

Luego hay una serie de gente, como es mi caso, que estaremos donde el partido diga. Mis aspiraciones personales están cubiertas de sobra. Por eso, cuando estamos pensando en política, estamos pensando en los problemas de la gente y no en los nuestros. El PRC tiene debate interno, a veces hay que acordar internamente qué camino tomar, pero es un partido unido y fuerte. A veces nos acusan de no tener ideología. Claro que tenemos, pero no es necesario que esa ideología sea blanca o negra. Sabemos lo que queremos para Cantabria, y eso es lo importante.

Sin embargo, aunque sea por una cuestión genética, algún día habrá que afrontar un cambio en el liderazgo y pensar en la sucesión de Miguel Ángel Revilla. ¿El PRC está preparado para el día después?

Hace cinco o seis años ya decíamos que teníamos gente muy buena en unas edades perfectas en política, en las que se une la juventud con la experiencia de gestión, que también es muy importante. Gente de 30 a 50 años que está plenamente consolidada. Tenemos a muchos de ellos en nuestra Ejecutiva o en las alcaldías, empezando por el propio presidente de la Federación de Municipios, Pablo Diestro, un chaval joven, con su vida profesional resuelta, y sin embargo, alcalde de Reocín y con un gran futuro por delante. Ahí están los alcaldes de Ribamontán al Monte, de Ruente, la alcaldesa de Polanco… Yo tengo en la Consejería trabajando conmigo gente muy válida, como Paula Fernández; nuestro portavoz en el Parlamento, Pedro Hernando… Todos ellos son jóvenes y están extraordinariamente preparados para tomar perfectísimamente el relevo llegado el momento cuando sea necesario. Ya lo están tomando poco a poco en determinados ámbitos del partido.

Las primarias socialistas han provocado cambios en el bipartito, pero el Ejecutivo sigue afectado por la inestabilidad. ¿En el PRC han planteado el escenario de un Gobierno en solitario hasta final de legislatura?

En el PRC hemos analizado todas las posibilidades sobre el pacto de Gobierno y hemos pensado en todos los escenarios. Pero en estos momentos, la alternativa que consideramos más adecuada es gobernar con la fórmula que estamos utilizando y que está funcionando. La estabilidad es nuestra obsesión. Creemos que hay cosas que solo se valoran cuando se pierden. La libertad se ha convertido en algo normal y la consideramos tan habitual como el aire que respiramos. Eso pasa también con la estabilidad en las instituciones. Esa garantía de que el Gobierno cumple las cosas que promete, que lleva adelante los proyectos que emprende, que no va zigzagueando, eso es muy importante. Y esa estabilidad no la había hasta que el PRC no llegó al Gobierno. Lo sufrimos hasta el año 1995 de manera tremenda. La situación política en Cantabria era lamentable, hasta el punto de que había un Parlamento y un Gobierno paralizado. Se notó en el crecimiento o en el paro, por ejemplo. Ahora mismo hay un Gobierno que funciona, que trabaja razonablemente bien, y lo conveniente es mantenerlo. ¿Que de repente no funciona? Pues habría que valorarlo, claro.

A lo largo de la legislatura ha habido un enfrentamiento continuo con el Estado por lo que se considera un incumplimiento sistemático de los compromisos con Cantabria. ¿Ha mejorado esa relación con el Ejecutivo de Mariano Rajoy o han perdido la esperanza de que cambie esa dinámica?

Nosotros no somos capaces de entender por qué el presidente y el Gobierno de España en su conjunto no cumplen los compromisos que tienen con Cantabria. Es una actuación tan irracional, tan contraria a la lealtad institucional, que no encontramos razón ninguna. Es algo que genera tensión, que nos está obligando a hacer recortes donde no queremos hacerlos. En ese sentido, no ha mejorado nada. Es la callada por respuesta.

Nos está haciendo mucho daño de manera injusta e injustificada. Incluso creemos que ilegal, y así vamos a reclamarlo en los tribunales. Luego hay una actitud del Gobierno de España que no nos gusta nada. Está intentando pactar, al tiempo que crea por la puerta de atrás unos mecanismos para recentralizar una serie de políticas. Hay una cierta prepotencia desde Madrid que se alimenta de la desunión que existe entre las comunidades autónomas. Se están dando pasos y se están tomando decisiones que no van en la buena dirección. No se atisba ninguna mejora. Hay una actuación de sordo y mudo de Mariano Rajoy que no ayuda en nada.

Miguel Ángel Revilla tiene prevista próximamente una reunión con el ministro de Fomento. ¿Puede ser Íñigo de la Serna un interlocutor válido para Cantabria?

Esperemos que sí. Hay indicios contradictorios en este inicio de su gestión al frente del Ministerio. Algunas cosas parecen ir en la buena dirección, como las decisiones que se han tomado en relación al tren de alta velocidad, pero en otras cosas no estamos viendo la misma celeridad y actitud, así que estamos un poco preocupados. Vamos a esperar y dar un margen de confianza. Es de aquí, y eso no significa que tire para casa, pero sí que conoce los temas con mayor profundidad y que muchas de las reivindicaciones las haya hecho previamente como alcalde de Santander.

En el norte de España queda una isla, que se llama Cantabria, que alguien tiene que atender. Las reivindicaciones de Cantabria son tan justas, tan poco ambiciosas respecto al presupuesto del Estado, que no tiene sentido que no se atiendan. Creo que Íñigo puede jugar un papel importante por el conocimiento que tiene y porque sabe que no estamos reclamando lo que no es necesario, que no hay demagogia ni intento de engañar. Estamos pidiendo lo mínimo.