Francisco Martín (Santander, 1966) afronta su segunda legislatura consecutiva como consejero de Industria de Cantabria, en la que es su segunda etapa en un Gobierno presidido por Miguel Ángel Revilla, convencido de que es imprescindible ser “rupturista” tras la crisis sanitaria del coronavirus que ha hecho temblar todos los cimientos de toda la economía mundial. “Hay que dejar de pensar con los esquemas habituales. Hay que pensar en cosas absolutamente nuevas... y rápido. Muy rápido”, insiste. A su juicio, la comunidad autónoma ha mostrado una “gran capacidad de reacción” durante la pandemia y ahora es el momento de facilitar el proceso de “descongelación” para recuperar la actividad lo más rápido posible. “Siempre he sido apóstol de parar lo menos posible la economía por el coronavirus”, reconoce, al tiempo que destaca que el plan de desescalada que se ha puesto en marcha ha sido “muy bueno”. “Creo que el Gobierno de España ha hecho una gran labor en el planteamiento, en las fases y en su desarrollo”, subraya durante una entrevista en la que aborda el futuro de Nissan, Sniace o La Pasiega, patatas calientes de una legislatura que admite que será complicada.
El año comenzó con malas noticias en el sector industrial de Cantabria, con anuncios de ERTE en empresas muy importantes para la comunidad autónoma, pero las consecuencias de la pandemia del coronavirus han hecho estallar hasta las previsiones más optimistas. ¿Cómo está resistiendo el tejido industrial cántabro la crisis sanitaria de la COVID-19?
Nos parecían malas noticias entonces... ¡Qué lejos queda todo! Es cierto que en diciembre se produjo una cascada de ERTES, que no ERES, que dije en aquel momento que eran preventivos porque llegado el momento no se ejecutaron. Estaban autorizados, pero la mayoría de las empresas seguía con su actividad. Sí es verdad que se detectaba una caída de pedidos, lo que obligó a estas empresas a prepararse para reducir su producción. Esto era el reflejo de una paulatina bajada de la actividad a nivel global, que a nosotros también nos afectaba. Pero efectivamente, llega el coronavirus y todo parece anecdótico, porque cualquier crisis que conocíamos suponía un descenso del 2 o 3% del PIB, y llega esto de repente, porque es necesario confinarse, y provoca una caída del 15% del PIB. Nunca jamás habíamos vivido nada parecido y es difícil predecir lo que va a suceder después. ¿Qué pasa cuando has pegado un parón a la economía de dos meses, desaparece un 15% del PIB y al día siguiente arrancamos con las mismas herramientas que disponíamos antes del parón? Estamos todos a la expectativa.
¿Y cuáles son sus previsiones, si se atreve con una predicción de futuro?
Te puedo decir lo que estoy viendo yo estos días... Y yo estos días estoy viendo que mientras el país tiene herramientas para mantener la congelación, es decir, mientras los ERTES por fuerza mayor y las subvenciones siguen encima de la mesa, la actividad económica tiene tendencia a seguir congelada, a dilatar lo máximo el proceso de descongelamiento. Ahí las administraciones tenemos una obligación evidente de ponernos en marcha cuanto antes como elemento tractor y ejemplarizante.
También hay que reconocer que la gran empresa de esta región no se ha parado. O casi no se ha parado. En medio están todas las pymes y micropymes que tienen esa inercia a la reapertura. Desde que se decreta el confinamiento, un trabajo fundamental de esta Consejería ha sido reinterpretar toda la avalancha de reales decretos ley que se han ido publicando, algunos verdaderamente complejos. Para las empresas grandes nos tocó determinar aquellas que prestaban servicios esenciales. Dije en su momento que para Cantabria cualquier actividad que es tractora de economía es esencial, siempre y cuando se garantizara la seguridad de los trabajadores. Por eso, nos pasamos durante el primer mes contestando a ese tipo de consultas.
Hemos tenido un nivel de actividad mayor que otras comunidades en lo que se refiere a la gran industria, que luego plantea sus ERTES en prevención de lo que puede venir después. Lo que hemos venido haciendo es trabajar mano a mano con todos ellos para facilitarles la actividad, apoyando a las empresas que han sufrido problemas serios, con Nissan por el buen camino y Sniace dando los pasos para que en el menor plazo posible pueda producirse una noticia positiva.
¿Y en qué punto se encuentran ahora?
En medio de ese maremágnum, se produjo el problema de Nissan, que nos ha tenido el segundo mes hablando muy estrechamente con la dirección de la compañía. Estaba sobre la mesa la posibilidad de la desaparición de toda la actividad en Europa, también en Cantabria. De la mano de la empresa y los trabajadores hemos sido capaces de diseñar una hoja de ruta en la que el Gobierno de Cantabria se compromete a aportar todas sus herramientas de apoyo a un plan de ultraactividad. Todos estamos volcados en ello. Ese mensaje conseguimos que llegara hasta Japón. Si confían en la planta de Los Corrales, nosotros, como Gobierno, más. Pero esto debe ser un compromiso mutuo. Nosotros como Gobierno, los trabajadores y la empresa vamos a poner todo de nuestra parte, pero también hace falta que la matriz en Japón apueste por la planta de Los Corrales. Japón ya ha dicho que confía. Ahora, tenemos hasta el día 26 de junio para dibujar ese plan de ultracompetitividad con todos los compromisos. De esa forma, de momento, hemos salvado la presencia de Nissan en Cantabria.
¿Y respecto a Sniace?
Hay otro proceso que sigue en marcha, que es el de la liquidación de Sniace. Hemos estado durante todo este periodo de confinamiento en continuo diálogo con los liquidadores. Se ha hecho un catálogo de venta. Está en proceso de liquidación irremediable. Quiero decir que todo aquello que se oyó durante el confinamiento sobre una posible reapertura de Sniace para fabricar productos esenciales ya nos dijo el juez y el liquidador que era imposible.
Lo que sí que es verdad es que hay visos de que vaya a aparecer una empresa que va a tirar para adelante con la actividad. ¿Por qué? Porque si analizamos objetivamente el sector de la celulosa, vemos que en Europa es muy difícil obtener las autorizaciones, es muy difícil disponer de un emplazamiento rodeado de tu materia prima, como ocurre en el caso de Cantabria, y que existen también relaciones cruzadas entre la producción de celulosa y lo que tiene alrededor, como la producción de cloro, de vapor, de energía... El conglomerado es propicio para que esto tire para adelante.
¿Hay margen para ser optimistas y pensar en una recuperación o debemos ser realistas y dar por hecho que afrontamos una larga temporada de malas noticias?
Hay que ser muy prudentes. Los mensajes apocalípticos solo generan apocalipsis. Y los mensajes excesivamente optimistas son también origen de problemas. Creo que hay que ser realistas, pero cuando hay una botella que está hasta la mitad, prefiero ver la botella medio llena que medio vacía. La economía es un 80% estado de ánimo y un 20% capital. Si nosotros mismos, desde casa, decidimos afrontar los problemas con un mal estado de ánimo, no conseguiremos nada.
El problema es grave, pero somos un país que tenemos las infraestructuras disponibles, las capacidades económicas totalmente estables. Nos falta liquidez, pero tenemos a gente formada, tenemos todo el sistema operativo, buenos empresarios, todos los mimbres para salir como el mejor. No debemos caer en luchas intestinas. El ejemplo que está dando el Parlamento de Cantabria es un mensaje francamente bueno. Las leyes básicas para salir de este problema se están aprobando por unanimidad. Es un buen mensaje. Toca remangarse y ponerse a trabajar.
Creo que estamos igual de colocados que el mejor para salir de esta grave situación. Solo hace falta que no nos pongamos palos en las ruedas a nosotros mismos. Como región, tenemos grandes potencialidades. Tenemos el apoyo incondicional del mayor banco de Europa, además. Tenemos proyectos encima de la mesa que igual hay que reformular, pero que en lo básico siguen siendo igual de válidos. Hay que ser realistas, pero cuando tienes capacidad de generar un estado de ánimo positivo de optimismo y, sobre todo, de confianza, como Gobierno estás obligado a ello.
Más allá de las grandes industrias, desde su departamento, apoyados en Sodercan, se ha puesto en marcha el 'cheque de resistencia' y el 'cheque de autónomos' que intentan paliar en el corto plazo las mayores urgencias de las empresas más afectadas por el parón económico. ¿Cómo está funcionando? ¿Tienen datos que les permitan hacer una valoración de su alcance real?
Estas son medidas para afrontar el periodo de congelación. Hay que tener cuidado, porque si facilitas mucho la congelación, es probable que el país siga congelado. Lo que tenemos que hacer es dosificar o dimensionar herramientas que ayuden durante ese proceso de congelación, pero que no motiven a continuar con la congelación. Algunos pueden decir que son medidas insuficientes, claro. El 'cheque de resistencia' se diseña para afrontar todos los gastos generales que se siguen produciendo aunque la empresa no tenga actividad: alquileres, suministros y todos aquellos gastos que no desaparecen aunque estés cerrado. Esto ha funcionado francamente bien. Pensábamos que iba a beneficiar a 7.700 solicitantes y ha habido 10.300 en total, aproximadamente.
Respecto al 'cheque de autónomo', está enfocado para hacer frente a los costes sociales. Son 286 euros en un solo pago, el equivalente a una mensualidad de la cuota. En unas pocas horas se formalizaron más de 500 peticiones. No es una tabla de salvación, pero es un respiro para aquellos con menos margen. Por lo que nos llega, son propuestas que han sido muy bien recibidas. Creo que hemos reaccionado bien para apoyar a las empresas y autónomos en el periodo de congelación, y ahora tenemos que dar el do de pecho para facilitar la reactivación, que la gente no mantenga la inercia de seguir congelado. Yo sé que es arriesgado, pero estamos obligados a generar actividad y poco a poco recuperar el pulso de una región que quiere salir de esta crisis con ilusión y con energía.
Precisamente en esa reactivación económica progresiva, el comercio minorista está recuperando su actividad, asumiendo aforos limitados y medidas de seguridad e higiene excepcionales dada la situación sanitaria. ¿Qué feedback tiene de los comerciantes? ¿Podrán salvar el año o se están encontrando muchas dificultades añadidas?feedback
Bueno, bueno. La directora general de Comercio está recorriendo toda la región, visitando distintos comercios de diferentes sectores, pulsando poco a poco el sector. Hemos estado en contacto durante todo este tiempo con las principales asociaciones de comerciantes. El feedback está siendo mejor de lo que esperaba. Tengo que agradecer el esfuerzo que está haciendo el comercio, que se ha puesto en marcha de forma ilusionada e ilusionante, poniendo en marcha todas las medidas: mascarillas, mamparas, hidrogel, distancias, control de aforos... Están demostrando una voluntad férrea que yo agradezco de corazón. Y se están viendo recompensados, creo, con una respuesta bastante buena de los clientes.
Y es que si algo ha cambiado esta crisis sanitaria del coronavirus es la naturaleza del cliente. Nos hemos acostumbrado a comprar por internet o por teléfono. Por eso, el esfuerzo que va a hacer el Gobierno de Cantabria es que el pequeño comercio de Cantabria, ya que se ha iniciado en la venta online por necesidad, se suba a las plataformas digitales. Esa digitalización del pequeño comercio debe ir asociada de toda una infraestructura logística. ¿Cómo vencemos a Amazon una vez que el cliente ha cambiado su forma de comprar? Siendo más próximos, siendo más reconocibles, siendo más especializados y siendo más rápidos si cabe. Esas son las cuatro claves. Y eso quiere decir que si yo compro unos zapatos por internet en una zapatería de mi calle, los tenga en mi casa en 20 minutos. No en 20 horas, como hace Amazon, en 20 minutos. Por eso, el sistema de distribución de la última milla es la clave del pequeño comercio minorista pensando en el futuro.
Fíjate que hace unos años, el comercio minorista miraba de reojo a El Corte Inglés. Hace pocos meses, ambos juntos miraban de reojo a Amazon. Y creo que ahora Amazon podría mirar de reojo al pequeño comercio si somos capaces de explicarles a los cántabros que comprando en comercios de Cantabria, productos de Cantabria, conseguiremos que Cantabria salga adelante.
¿Y eso no exige también un cambio de mentalidad y de educación del cliente?
Absolutamente. Actuar sobre el estado de ánimo del cliente, en Cantabria no se había hecho nunca. Y pensar en un comercio de proximidad digital, con un sentido de reparto ágil, tampoco se había hecho nunca. El coronavirus nos lleva hacia una economía rupturista y hay que dejar de pensar con los esquemas habituales. Hay que pensar en cosas absolutamente nuevas... y rápido. Muy rápido, porque las grandes plataformas enseguida se van a acostumbrar a esto y van a intentar que el pequeño comercio se suba a su negocio, donde la gran tributación se produce en Irlanda, o en China, o a saber dónde.
Hay que ser rupturistas y rápidos. Debemos apelar al cántabro como ciudadano, porque solo salimos de esta si somos capaces de salir juntos. Si valoramos más un tomate de Isla que un tomate de Murcia. Es más, poniendo un ejemplo que no existe para que nadie se ofenda, aunque la piña de Cantabria fuera un poquito peor que la piña de Cuenca, yo diría que hay que comprar piña de Cantabria porque de eso depende que salgamos para adelante. Oye, cuando estemos otra vez en una dinámica de normalidad ya podremos plantearnos frivolidades, pero de momento la responsabilidad del cántabro está en pensar antes de tomar cada pequeña decisión de compra. Esa es la mentalidad.
En el fondo, es un pequeño ejercicio de egoísmo, porque pensar en tu entorno más cercano es pensar en ti. Si el único objetivo es comprar todo más barato, eso acaba en pobreza. Es un desarrollo mental muy sencillo. Compramos fuera de Cantabria, y la riqueza se queda fuera de Cantabria. Sin embargo, comprar en Cantabria, a precio de mercado, productos de calidad, nos lleva a la riqueza.
Por sacar un aspecto positivo de la catástrofe que ha supuesto el coronavirus, ¿no cree que esta crisis pueda hacernos repensar la importancia de nuestras industrias y de la necesidad de impedir la deslocalización de empresas esenciales?
Claro. Hay otros dos elementos más después de todo este proceso de reflexión y de ruptura con lo de siempre que nos llevan a pensar que no podemos deslocalizar determinadas cosas. Lo primero: productos estratégicos. Nos hemos dado cuenta de que cuando cedemos la producción de mascarillas a China, nos quedamos sin mascarillas. Esto, en materia de salud, sería aplicable a casi todo. En este caso, han sido mascarillas e hisopos, pero imaginaos que fueran camas y jeringuillas. Da igual. Hay cosas básicas de las que no podemos prescindir.
Como región y como país, esta crisis nos ha enseñado algunas cosas. No podemos prescindir de nuestras redes de comunicación. Que quien nos da el servicio de internet, de transporte público, de televisión, sean empresas sobre las que tengamos cierto control. Y que quien me da el servicio de mascarillas, de respiradores, de viales, de camas de hospital... sean empresas sobre las que tengamos cierto control. Cosas que yo he aprendido y que en este proceso rupturista han cambiado: además del automóvil, que para la industria de Cantabria es esencial porque supone casi el 30% del PIB industrial, quiero que también lo sea la industria de los suministros sanitarios.
Tenemos al cabo del año, aproximadamente, unos 15 millones de euros para promocionar nuevas cosas en la industria de Cantabria. Pues el sistema sanitario cántabro gasta alrededor de 1.000 millones de euros al año. Imaginaos si todos los suministros provinieran de empresas de Cantabria... ¿Qué supondría eso para el PIB de Cantabria? Vamos a intentar que en Cantabria surjan proveedores de todo aquello que nuestro sistema de salud va a consumir, de forma que esos 1.000 millones de euros, o un porcentaje importante, no se vayan de Cantabria. Además, garantizamos que esos suministros fundamentales se producen en Cantabria, evitando lo que ha ocurrido durante esta pandemia. Esa es la mejor política de promoción industrial que a mí se me puede ocurrir. Esa es la primera idea.
Segunda gran lección: si nos dedicamos a vender las empresas tractoras de Cantabria a capitales extranjeros, el centro de decisión se va fuera. ¿Tú sabes lo difícil que es contactar con Japón para hablar de Nissan? ¿Te imaginas lo que hay que gritar desde Cantabria para que te escuchen desde Japón? ¿Tú crees que si la toma de decisiones de Nissan se hiciera en España se hubiera cerrado la planta de Barcelona? Tenemos que plantearnos como españoles un cierto patriotismo industrial, intentando que los centros de decisión de las grandes empresas tractoras y estratégicas sigan residiendo en España. A ver, que es buenísimo que un capital importante o que una multinacional desembarque aquí, pero tenemos que plantearnos cómo mantener cerca los centros de decisión para no perder capacidad a largo plazo.
Siempre he dicho que la gallina de los huevos de oro la buscan los gobiernos novatos. Nosotros, que llevamos un tiempo ya, decimos siempre que vamos a confiar en los empresarios de Cantabria. ¿Cómo nos ha ido en el pasado cuando hemos traído un GFB, un Néstor Martin, un Haulotte? En cuanto han podido, o han tenido problemas, han desaparecido de aquí. Vamos a ver si con ese patriotismo regional, los empresarios de Cantabria, o que llevan toda la vida en Cantabria, pueden crecer e incluso ir fuera. Lo fundamental es confiar en los que están, garantizando que puedan seguir estando y crezcan. Es la única forma de garantizar que sigan pasando cosas grandes en esta región.
Más allá de que si te toca la lotería, estés ahí y sepas gestionarlo. El día a día no es de eso. Es intentar que el pequeño empresario que tiene 8 trabajadores tenga 10, porque si los 40.000 parados que hay en Cantabria los comparamos con los 40.000 empresarios que hay en Cantabria, con que cada uno de ellos generara un puesto de trabajo... acabábamos con el paro en Cantabria. Eso es posible, y bastante más probable a que venga aquí una gran empresa y contrate a 40.000 parados. Si el centro de decisión es de aquí, si el empresario es de aquí, es muy difícil que se deslocalice y esa empresa desaparezca.
Hablando de las consecuencias de la pandemia, y por no insistir solo en los aspectos negativos, también ha habido algunas compañías que han demostrado su capacidad de reinventarse y de apoyar en un momento complicado, como ocurrió con Textil Santanderina para la fabricación de mascarillas o batas y de la destilería Siderit para la elaboración de productos de uso sanitario. ¿Ese debe de ser el ejemplo a seguir?
Magníficos ejemplos para poner encima de la mesa. Cuando digo que hay que ser rupturistas, tanto Textil Santanderina como Siderit, pero no solo ellos, también algunas farmacéuticas de Cantabria o Amica, por ejemplo, han puesto todo de su parte para reinventarse. Ha habido un montón de empresas que han demostrado que durante el mayor de los problemas han sido capaces de ser útiles.
Cantabria siempre sorprende en estas situaciones. Cantabria es una grandísima región que, cuanto mayor es el problema, mayores sorpresas da en cuanto a su capacidad de reacción. Esos ejemplos de éxitos nos gustará seguir contándolos porque es verdad también que no todo el empresariado de Cantabria tiene esa capacidad o elasticidad. Pasa por tener una estructura ágil y porque el empresario sea emprendedor. Tenemos más ejemplos, desde Solvay hasta Maflow o el Hospital Virtual. Ha habido un montón de empresas y de particulares que han querido aportar. Los centros de FP, las universidades o ciudadanos a título particular que con sus impresoras 3D se han puesto a fabricar componentes para respiradores o máscaras, por ejemplo. Todo el que ha podido, se ha puesto a aportar, y eso es maravilloso. Ahora vamos a ver si no perdemos esa inercia y esa capacidad de reinventarnos. Vamos a poner en marcha algún plan que lleva esa idea de la reinvención como piedra angular.
A lo largo de este proceso de desescalada que estamos viviendo, a veces parece que el debate ha girado en torno a lo sanitario frente a lo económico. Ahora que Cantabria ha entrado en la fase 3 de la desescalada y se reclama la reapertura del aeropuerto Seve Ballesteros a la mayor brevedad posible, ¿está de acuerdo en que la recuperación de la movilidad geográfica debe ser ya una realidad o es de los que apuesta por mantener la prudencia?
A lo largo de la pandemia, el mando único lo ostentaba el Ministerio de Sanidad, como no podía ser de otra manera, y bajo ese mando único los principios eran los que tenían que ser, pero sí es verdad que pasado un mes nos empezamos a sentir con la necesidad de generar más actividad económica, con la premisa siempre de la salud para el trabajador. Yo siempre he intentado que destruyésemos la menor capacidad económica posible. Dije en su momento, al día siguiente del confinamiento, que la gravedad de la crisis tendría que ver con el mecanismo de congelación de la actividad y con la duración de la congelación.
Hemos intentado desde Cantabria que la congelación fuera la menor posible, y por eso la gran industria se ha mantenido abierta con el apoyo de su Gobierno. La catástrofe hubiera sido mayor con el parón de la economía. Cuando se produjeron esos nueve días de parálisis total nos sentimos muy incómodos. Sí es verdad que luego, tengo que decir, el plan de desescalada me ha parecido un muy buen plan de desescalada. Creo que el Gobierno de España ha hecho una gran labor en el planteamiento, en las fases y en su desarrollo. Seguramente se podría haber hecho mejor, pero se ha hecho muy bien teniendo en cuenta que era la primera en la historia que se hacía. Debo romper una lanza a favor de aquellos que han diseñado este plan de desescalada.
Nosotros, como Gobierno autónomo, hemos ido pidiendo una serie de cosas que nos parecían que eran peculiaridades de Cantabria, que igual no eran de aplicación en todos los sitios, pero que se han ido atendiendo. Para Cantabria, la labor que ha venido haciendo Miguel Ángel Revilla en las reuniones de los domingos con Pedro Sánchez ha sido muy eficaz. Un trabajo muy intenso desarrollado por todas las consejerías a lo largo de la semana, que se vuelca de la mano de la Universidad de Cantabria en unos planes propios de desescalada, que el presidente traslada en este foro, y que casi siempre se nos ha concedido.
Estamos llevando a cabo un buen proceso de desescalada, bien diseñado, que está demostrando que se realiza bien, sin repuntes, y deseando con todo el alma que se abran las fronteras para que llegue la bendición de los visitantes, que es lo que a partir de este momento y hasta final del verano puede permitir que se recupere nuestra economía con más intensidad. Hay mensajes muy buenos. Cantabria ha ido siempre liderando las regiones con el menor número de contagios y de defunciones. Si estás en Madrid y estás pensando en irte de vacaciones, lo primero que buscas ahora es ir a un sitio donde no haya problemas sanitarios. Es un sitio donde el resto de españoles se va a plantear venir.
Y es importante abrir cuanto antes. Yo siempre he sido apóstol de parar lo menos posible la economía por el coronavirus. Pero también es muy importante no ir ni un paso por detrás de los demás. Tendríamos un problema. Es más importante no quedarnos atrás que intentar adelantar unos días la apertura de lo que sea. A partir de que se reabran nuestras fronteras, yo espero que recuperemos una actividad al 95% de lo que había antes de la COVID-19.
Supongo que en los últimos días haya estado aguantando la respiración antes de conocer el desenlace final de los planes de Nissan para la fábrica de Los Corrales de Buelna. ¿Cómo se va a articular ese apoyo del Gobierno a la multinacional japonesa para que mantenga su apuesta por Cantabria?
El hecho de que no cierre la planta de Nissan en Los Corrales de Buelna tiene que ver con que ya en Japón se nos ha escuchado. Y hemos tenido que gritar muy fuerte... El principal altavoz ha sido la dirección de la fábrica en Los Corrales, a la que agradezco el trabajo que han hecho para hacer llegar este compromiso del Gobierno de Cantabria y de los trabajadores hasta Japón. Los trabajadores han sido absolutamente generosos, porque no han perdido los nervios y han sido parte de la solución, porque no han generado una imagen de inestabilidad o de inquietud para aquellos que tenían que tomar la decisión en Japón.
Ahora toca desarrollar ese grupo de trabajo en el que, por supuesto, tiene que estar el Gobierno de la Nación. El Ministerio de Industria lo sabe, pero también hay que ser comprensivos. Ahora mismo tienen un problema muy gordo que se llama Nissan Barcelona. Lo están intentando resolver, y dentro de los elementos de negociación, cuando se pone todo encima de la mesa, también están las plantas de Ávila y Cantabria. Después de la decisión de Japón, entiendo que el Estado habrá hecho, como nosotros, un trabajo con la multinacional para que todas las plantas se mantengan abiertas. Cuando decides cerrar la planta más grande, la de Barcelona, es evidente también que el Ministerio de Industria, además de afectado y enfadado, estará intentado trabajar en alguna solución de última hora para la planta de Barcelona.
Conozco muy bien a la ministra de Industria, conozco muy bien al secretario general del Ministerio de Industria, con el que he estado hablando ampliamente de esto, y estarán. Estarán en el momento en el que deban estar. Hay que ser prudentes. Ahora mismo tienen un problemón, que están intentando solucionar, pero tengo la convicción y tenemos el compromiso de que el Ministerio estará apoyando ahí. La planta de Los Corrales tendrá ese apoyo, estoy seguro de ello.
El cierre de Sniace, sin embargo, tuvo lugar en el peor momento, a las puertas de una crisis brutal en todo el mundo como consecuencia del coronavirus, pero antes mencionaba una alternativa para la fábrica. ¿Está dicha ya la última palabra o hay margen para un nuevo renacimiento?
No, no. Vamos a ver. Ahora está en fase de liquidación. A diferencia de la fase de concurso, en este momento desaparecen todas las deudas. Sniace reabrió hace tres años con una deuda concursal de más de 100 millones de euros, que ha sido fundamental para que no hayan podido retomar el vuelo. Si a eso le unes el descenso del precio de la celulosa y la bajada de la prima a la cogeneración, eso hace una sopa que convierte en inviable ese proyecto industrial. Y así lo deciden sus máximos accionistas, que invirtieron muchísimo dinero, y perdieron muchísimo dinero por ello. Quiero agradecer el esfuerzo que han hecho por ello.
Pero ahora está en proceso de liquidación y desaparece la deuda. Es como si con una goma de borrar, borrásemos todo el pasado de Sniace, y quedase solo la maquinaria, el conocimiento del negocio, la red comercial y la experiencia de sus trabajadores. A eso le unimos que ahora en Europa es casi imposible obtener los permisos para fabricar este tipo de celulosa y que la materia prima está rodeando la fábrica, estoy casi convencido de que va a haber alguien, alguna empresa, algún grupo empresarial, que va a ver una gran oportunidad de hacer negocio aquí.
Si eso ocurre, como pensamos nosotros y los liquidadores que puede ocurrir, ya se ha hecho el catálogo de venta de la liquidación. Me gustaría que fuese un grupo empresarial español, por aquello de que el centro de decisión estuviera en España. Creo que tendremos noticias en un corto espacio de tiempo. El proceso de paralización por el coronavirus hace que todo lo que debería haber ocurrido en tres meses, ocurra en cinco o en seis, pero creo que va a ocurrir.
Los activos, y no estoy hablando solo de la maquinaria y los edificios, que quizás no sean los más ejemplares ni los más modernos, pero los activos que tiene Sniace, como la ubicación, materia prima, conocimiento, trabajadores, suministro de agua, electricidad, sistema industrial a su alrededor... hace que sea una buena oportunidad para que alguien, partiendo de cero, porque se borró la deuda, pueda arrancar el proceso de nuevo. Yo soy moderadamente optimista. Si yo perteneciese al sector de la fibra o la celulosa, me plantearía dos cosas: que es una oportunidad cierta y que si no lo hago yo, lo va a hacer mi competencia.
Hablando de la importancia de la ubicación estratégica, se ha hablado mucho en los últimos años sobre el Centro Logístico de La Pasiega. Teniendo en cuenta todo lo que ha pasado en los últimos meses, ¿sigue siendo prioritario para el Gobierno de Cantabria? ¿Cuándo veremos avances en esta infraestructura?
Sí, sí. Seguimos pensando que es fundamental desarrollarlo. Tenemos una ubicación geoestratégica muy buena, en el centro de la Cornisa Cantábrica, nuestras autovías no son de pago, y si tuviéramos un buen ferrocarril ya seríamos la leche... Queremos hacer una grandísima Ciudad del Trasporte y hacer un gran Centro Logístico que aúne el transporte por carretera con el transporte ferroviario. Tenemos todos los mimbres. La Pasiega como elemento focal de la política de transporte sigue siendo la pieza imprescindible. Pero el elemento definitivo será una buena conexión ferroviaria. Es decir, La Pasiega será una condición necesaria, pero no suficiente.
¿Y cómo va La Pasiega?
La Pasiega sigue su proceso de peregrinaje, que ha estado plagado de palos en las ruedas, uno tras otro. Estamos en estos momentos rehaciendo el proyecto a la luz de lo que ha ido produciéndose en los últimos años. Pasó mucho tiempo. La aprobación inicial decayó y tuvimos que hacer una nueva aprobación. Para ello, hay otra serie de condicionantes medioambientales que debemos respetar, reducimos el ámbito geográfico, recibimos aquel palo en la rueda del Ministerio de Fomento diciendo que no era trascendente para el Puerto de Santander, luego otro palo en la rueda que fue el borrador del Plan General de Piélagos diciendo que ese suelo tenía especial valor agroecológico... En fin, que hemos tenido que ir saltando obstáculos. Habrá más vallas. En el momento de la información pública me consta que así será, porque determinados grupos que no están de acuerdo lo plantean así, pero lo iremos solventando.
Los cántabros queremos que eso ocurra. Hay que ser muy respetuosos con la democracia, y si la mayoría de los cántabros queremos que sea así, deberemos intentar que ocurra, siempre cumpliendo las leyes. Ahora estamos terminando la redacción del enésimo proyecto de La Pasiega. Dije que para final de año podría estar aprobado, pero con el parón del coronavirus todo se desplaza tres meses más. Sigo pensando que la aprobación inicial puede estar a finales de año, si todos somos ágiles y corremos. Pediremos a todas las administraciones la mayor celeridad posible, y espero que la aprobación inicial de La Pasiega llegue antes de final de año. Es un proyecto que lleva dando vueltas desde 2007. No es un proyecto de una legislatura, no es un proyecto de un Gobierno, sino que debe proyectarse en el tiempo, así que el cuándo casi es lo de menos, siempre que tengamos la garantía que va a ocurrir. Y Cantabria se la juega en esto. No podremos ser competitivos exportando sin ello.
Ya para acabar... Repasando una de las últimas entrevistas que le hicimos la pasada legislatura, decía que antes de asumir las competencias de Industria se había prometido a usted mismo “no volver nunca a la política” después de su anterior periodo en el Gobierno de Cantabria. ¿Sigue pensando lo mismo o le ha compensado la vuelta?
También me he propuesto adelgazar muchas veces, o hacer más ejercicio... [Risas]. Son cosas que se dicen.
¿Piensa ya en cerrar una etapa cuando acabe este mandato en 2023?
Como nos conocemos hace muchos años, te reconocí cuando dejé la política -o cuando la política me dejó a mí, porque perdimos unas elecciones- que estaba cansado después de esos ocho años. Creo que ocho años es un plazo razonable para agotarse. Si alguien en ocho años no se ha agotado, es porque es Superman o porque no ha entregado todo lo que tenía. Yo siempre intento dar todo lo que tengo, y la política vacía muchísimo. La anterior legislatura fue muy buena en casi todo. Si analizamos los parámetros económicos, no tuvimos ni un disgusto industrial, el turismo batió sus récords históricos, el aeropuerto superó sus cifras de pasajeros... Fue una magnífica legislatura, luego fue un poquito más sencilla de lo que va a ser este. Me vació un poquito menos.
Esta va a ser muy dura. Ya vimos cómo empezó, con una paulatina bajada de la actividad económica, y ahora se junta esto. Toca vaciarse y darlo absolutamente todo, cambiar de mentalidad y sí pronostico que al final de los tres años que quedan ya voy a estar francamente cansado. Y eso será porque he dado lo mejor de mí para ayudar a la recuperación económica de esta región, que lo va a necesitar. No me he arrepentido hasta la fecha de mi vuelta. A mí me motivan los grandes retos. Siempre en mi vida ha sido así. Fíjate que soy el único consejero que repite esta legislatura, pero tengo las mismas ganas y la misma ilusión que al principio.