Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
De buitres, unicornios y molinos
No deja de sorprenderme la proliferación y el éxito en los últimos años de series y películas basadas, o al menos inspiradas, en la burbuja especulativa de 2008 y los ambientes de corrupción bursátil —todo un pleonasmo—: personalmente, se me hacen insoportables, me ofende comprobar cómo se naturaliza el comportamiento inmoral y criminal de los inversores y cómo se normaliza la responsabilidad de los necios jugadores del capital riesgo en la desdicha posterior de millones de personas. Cuelan por una especie de antihéroes y se romantiza su ambición criminal. Indecente.
La normalidad con que se acepta su ausencia de moralidad, su carencia de valor alguno más allá del dinero es un índice del deterioro moral y social de nuestras sociedades: mientas se siga aceptando un poder financiero y empresarial con este tipo de conductas no creo que podamos hablar de sociedades civilizadas; mientras se admita que profesiones de tan dudosa legitimidad social se encuentren en la cúspide de nuestras sociedades, podremos decir que nos hallamos en la antípodas de colocar la vida en el centro. Y la realidad, ya se sabe, tiende a superar la ficción. Por eso es tan importante analizar las ficciones dominantes.
En estos días, nos desayunamos con la noticia de que una empresa llamada Capital Energy —el nombre es toda una declaración de intenciones—, a través de su filial Green Capital Power S.L. —este ya roza el oxímoron—, ha empezado a tramitar su segundo parque eólico en Cantabria, de nombre “Ribota”, en los Valles Pasiegos. Con la misma potencia que otro anterior, Garma Blanca, 51 megavatios, hay prevista una inversión de 36 millones de euros. La misma empresa cuenta con 17 proyectos eólicos en Cantabria, que suman una potencia conjunta de 690 megavatios y una inversión global prevista de 650 millones de euros.
Capital Energy es una firma madrileña sin experiencia previa en el sector, que promueve 192 de los 288 parques solares y eólicos que han solicitado a Red Eléctrica autorización para verter energía y acumula más de 21.000 de los 39.000 megavatios que suman esas instalaciones. Fundada en 2002, tiene como socio único a Martín Buezas y Asociados, empresa del abogado madrileño Jesús Martín, su presidente. Fue yerno del propietario de ACS, Florentino Pérez, mago del todo vale empresarial, aunque al parecer —eso dicen— “no mantienen relaciones empresariales”. La compañía opera a través de filiales como Green Capital Power y está tramitando permisos para parques ubicados en quince de las diecisiete comunidades autónomas, todas salvo Baleares y Euskadi.
En medios especializados como Bolsamanía, Capital Energy es tratada de “unicornio renovable que quiere romper el mercado” en el marco de “la 'fiebre' inversora por el sector” y se destaca que “aspira a romper el mercado español y estudia salir a Bolsa para financiar sus ambiciosos (para algunos excesivos) planes de crecimiento”.
A campeona de la ecología desde luego no suena, no, pero eso no se tiene en cuenta a la hora de conceder permisos y si así lo pretendes serás tildada de utópica. Para eso han quedado las utopías. Más que a unicornio, suena a tiburones que van a jugar con nuestra tierra, y es el tipo de manos en que nuestro Gobierno parece querer dejar los Valles Pasiegos. En una loca carrera que es de todo menos sostenible, Capital Energy aspira a desarrollar casi el doble de instalaciones renovables que Iberdrola durante los próximos años. En enero de este año, se convertía en la gran protagonista de la subasta renovable con 620 megavatios de eólica, frente a los 235, 243, 50 y 148 megavatios, de Naturgy, Iberdrola, Endesa y EDP.
La Delegación del Gobierno en Cantabria ha sometido la solicitud de autorización administrativa previa y la declaración de impacto ambiental del anteproyecto a información pública. Y como nuestros gobiernos hacen muy regular los deberes, claro, llega la hora de los vecinos, que se tiene que arremangar y ya se están organizando, igual que colectivos como la Plataforma por la Defensa de los Valles del Sur, Arca o Ecologistas en Acción, porque la empresa parece estar 'trampeando' —está por ver si el menudeo eólico se considera trampa— al pedir los permisos uno a uno, cuando el impacto ambiental debiera medirse, según apuntan quienes de verdad aman la tierra, en conjunto.
A Revilla y el PRC no les parece mal: parecen tener un concepto espurio de “transición ecológica”. No comprenden que nada hay de ecológico en las carreras especulativas, como hacen oídos sordos al hecho de que las vecinas y vecinos de Cantabria, a quienes debieran servir, esos mismos que tuvimos que pinchar la burbuja del fracking, no vayamos a aceptar que nos cuelen la burbuja de las eólicas, que de nuevo ataca, en nombre del capital, al corazón de la tierra sin pudor, directa a destrozar nuestros valles pasiegos. Nos obligan a luchar de nuevo, vuelven a faltar a su responsabilidad.
En Cantabria sigue pendiente la aprobación de un Plan de Ordenación del Territorio, así como un plan de ordenación energética autonómica, y lo que nos faltaba es que nuestros políticos no solo se sumasen a la fiebre de la eólica, es que encima están elaborando una nueva ley del suelo —Ley del Cemento, para los vecinos— que pretende extender la construcción generalizada de viviendas, esa que se perpetró en la costa en el pasado, a todo el interior rural de Cantabria.
Veremos cuánta guerra nos da el “capital verde”, la economía improductiva de la especulación por mucho que se vista de renovable… Veremos si hay políticos que se ponen las pilas para una adecuada ordenación del territorio o vamos a tener que andar, cada cierto número de años, luchando, vecinas y vecinos, contra la amenaza de tiburones, buitres, molinos y gigantes especuladores. Estamos hasta el moño del espectro del Quijote.
No deja de sorprenderme la proliferación y el éxito en los últimos años de series y películas basadas, o al menos inspiradas, en la burbuja especulativa de 2008 y los ambientes de corrupción bursátil —todo un pleonasmo—: personalmente, se me hacen insoportables, me ofende comprobar cómo se naturaliza el comportamiento inmoral y criminal de los inversores y cómo se normaliza la responsabilidad de los necios jugadores del capital riesgo en la desdicha posterior de millones de personas. Cuelan por una especie de antihéroes y se romantiza su ambición criminal. Indecente.
La normalidad con que se acepta su ausencia de moralidad, su carencia de valor alguno más allá del dinero es un índice del deterioro moral y social de nuestras sociedades: mientas se siga aceptando un poder financiero y empresarial con este tipo de conductas no creo que podamos hablar de sociedades civilizadas; mientras se admita que profesiones de tan dudosa legitimidad social se encuentren en la cúspide de nuestras sociedades, podremos decir que nos hallamos en la antípodas de colocar la vida en el centro. Y la realidad, ya se sabe, tiende a superar la ficción. Por eso es tan importante analizar las ficciones dominantes.