Cantabria Opinión y blogs

Sobre este blog

La Gataparda

Estaba siguiendo los resultados de las elecciones andaluzas y escuchando los debates y tertulias sobre la situación política en la que queda la comunidad sureña y me di cuenta de que… nada en absoluto ha cambiado. Por eso pensé inmediatamente en Don Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina y protagonista de El Gatopardo, la novela de Giusepe Tomasi de Lampedusa que Visconti llevó al cine con una magistral actuación de Burt Lancaster en el papel del arruinado noble siciliano.

Para empezar, no es difícil encontrar ciertos paralelismos entre la Sicilia insular, separada de Italia por el estrecho de Mesina y nuestra Andalucía, separada del resto del universo por la Sierra Morena. Pero la coincidencia principal la detecto en una conversación que el ya envejecido Príncipe de Salina mantiene con su sobrino, el ambicioso Tancredi Falconeri, que reflexiona sobre los cambios en los que se ve inmersa la isla y las consecuencias que ésto traerá para una aristocracia rancia y arruinada:

- Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.

- ¿Y ahora qué sucederá?

- Bah, tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos y después todo será igual pese a que todo haya cambiado.

-… una de esas batallas que se libran para que todo siga como está.

Lo cierto es que muy poco o probablemente nada ha cambiado en el panorama político andaluz pese a los supuestos corrimientos de bancos que ha sufrido su Parlamento. Y eso que, igual que en El Gatopardo, aparentemente estaba cambiando todo con la supuesta irrupción de dos partidos nuevos destinados a romper el bipartidismo. Pero no ha sido así, la aparición de Podemos y Ciudadanos está muy lejos de ser una irrupción y no deja de reflejar determinados registros que ya manejábamos. Podemos no iguala siquiera el mejor resultado histórico de Izquierda Unida y Ciudadanos es apenas una piedra en el zapato de los populares; una piedra muy molesta, pero solo una piedra.

Hasta tal punto se mantienen las cosas, pese a estos parchazos de color morado y naranja en el espectro político, que Susana Díaz sobrevive en la Presidencia como el Príncipe Salina cuando el nuevo régimen italiano le ofrece un escaño en el Senado. En todo caso, la presidenta andaluza se revela como una estratega sobresaliente cuando todos los especialistas advirtieron del riesgo de adelantar los comicios. La sevillana ha sabido aprovechar los ciclones venezolanos que azotan a Podemos y la sempiterna marejada interna de Izquierda Unida, que se queda en apenas cinco nostálgicos.

¿Y el PP? ¿Nada ha cambiado con su batacazo? No, prácticamente nada; es cierto que ganó la anterior consulta y ha perdido diecisiete escaños, pero su voz en Andalucía seguirá siendo la misma que antes: un susurro inaudible. Está claro que Rajoy ya contaba con ello, enviando al matadero de las urnas a un candidato desconocido que presentaba como única credencial la fidelidad a su líder.

El sobrino de Don Fabrizio Corbera, Tancredi Falconeri, se unió a los garibaldistas y se casó con la hija del alcalde de Donnafugata, Calogero Sedàra, un usurero enriquecido, que había hecho carrera en la política. Es evidente que el matrimonio simboliza el pacto entre el abolengo que aporta Tancredi y el capital que invierte su suegro para que el noble alcance sus ambiciones políticas. Para que todo cambie, para que todo permanezca igual.

Sorprende, desde la distancia de quienes vivimos al otro extremo del país, que los andaluces se mantengan en los mismos parámetros desde hace 35 años sin haber sucumbido a la tentación de probar cualquier otra cosa, pero también aquí Lampedusa nos da una pista:

- El sueño, querido Chevalley, el sueño es lo que los sicilianos quieren, ellos odiarán siempre a quien los quiera despertar, aunque sea para ofrecerles los más hermosos regalos.

Por último -y con todos los respetos- pensando en la talla de otras figuras políticas andaluzas del pasado como Felipe González, Alfonso Guerra o Julio Anguita y viendo el nivel exhibido en los debates de la reciente campaña, no puedo resistirme a recordar una última cita de El Gatopardo:

- Nosotros fuimos los gatopardos, los leones. Quienes nos sustituyan serán chacalitos y hienas; y todos, gatopardos, chacales y ovejas, continuaremos creyéndonos la sal de la tierra.

Estaba siguiendo los resultados de las elecciones andaluzas y escuchando los debates y tertulias sobre la situación política en la que queda la comunidad sureña y me di cuenta de que… nada en absoluto ha cambiado. Por eso pensé inmediatamente en Don Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina y protagonista de El Gatopardo, la novela de Giusepe Tomasi de Lampedusa que Visconti llevó al cine con una magistral actuación de Burt Lancaster en el papel del arruinado noble siciliano.

Para empezar, no es difícil encontrar ciertos paralelismos entre la Sicilia insular, separada de Italia por el estrecho de Mesina y nuestra Andalucía, separada del resto del universo por la Sierra Morena. Pero la coincidencia principal la detecto en una conversación que el ya envejecido Príncipe de Salina mantiene con su sobrino, el ambicioso Tancredi Falconeri, que reflexiona sobre los cambios en los que se ve inmersa la isla y las consecuencias que ésto traerá para una aristocracia rancia y arruinada: