Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Qué, cómo
Las versiones son una cosa muy útil para comprender que en el arte, y en la vida, las diferencias están no tanto en el qué sino en el cómo. Cuento todo esto tras ver la adaptación americana de la película argentina El secreto de sus ojos. Las dos cuentan la misma historia pero, paradójicamente, no dicen las mismas cosas. Ni de lejos. Al final la copia, construida sobre un guión que a grandes trazos es el mismo, es un bodrio y la original es una de esas películas que uno recuerda para siempre.
Una vez leí a Miguel Ángel Chica hablar de cómo la raya que separa la obra de arte del ridículo es muy fina. Decir baby en una canción puede ser bochornoso o no serlo, creo recordar que decía. La palabra es la misma y, sin embargo, hay tantas formas de decir, de pronunciar. Esa es la gran frustración de los que intentamos escribir, que parece muy fácil pero resulta que no lo es en absoluto. Porque las palabras están ahí para todos pero luego hay que mezclarlas y decir cosas con ellas y se acaba diciendo más a través del cómo se dice que a través de lo que se dice abiertamente.
De ahí que haya escritores que abordando un tema en apariencia carente de interés, un tema minúsculo y en teoría poco importante, son capaces de levantar libros que nos ponen patas arriba porque, misteriosamente, acaban hablando de asuntos que son trascendentes. Y no tenemos ni idea de cómo lo han logrado porque parecía que nos hablaban de otras cosas sin interés. Por otro lado, escritores que abordan abiertamente temas interesantes y trascendentes pueden, si fallan en el cómo, no transmitir ni decir nada interesante. Es algo que sucede con mucha frecuencia.
Todo esto, creo, es aplicable a la amistad, el amor, la sexualidad, la cocina o a conducir camino del trabajo. Hay muchas maneras de ir de un lugar a otro en un mismo coche, a la misma hora y por la misma carretera. La diferencia está en pequeños detalles: la velocidad, si se escucha música o se va en silencio, si se va sólo o acompañado, si se habla o si no, de qué se habla, si se respetan o no los límites de velocidad, cómo se agarra el volante, si se baja la ventanilla o si ponemos el aire acondicionado, si se mira el paisaje y cómo se mira. Son pequeñas, minúsculas e infinitas decisiones, detalles que diferencian modos de hacer la misma cosa.
Y como resultado de esas elecciones unas cosas acaban funcionando mucho mejor que otras. Uno de los grandes errores suele ser pensar que por el mero hecho de abordar un tema de actualidad, interés y justicia social se va a construir una gran obra que ayudará a denunciar, transformar y sensibilizar. La realidad nos dice que las cosas no son exactamente así. Un gran tema nunca hace una gran obra. Sólo se logrará una gran obra si se acierta en el cómo. Porque en la literatura y en la vida, pienso, el cómo se dice o hace algo es el verdadero camino para llegar al qué se acaba diciendo o haciendo. Con los mismos ingredientes distintos guisos.
Las versiones son una cosa muy útil para comprender que en el arte, y en la vida, las diferencias están no tanto en el qué sino en el cómo. Cuento todo esto tras ver la adaptación americana de la película argentina El secreto de sus ojos. Las dos cuentan la misma historia pero, paradójicamente, no dicen las mismas cosas. Ni de lejos. Al final la copia, construida sobre un guión que a grandes trazos es el mismo, es un bodrio y la original es una de esas películas que uno recuerda para siempre.
Una vez leí a Miguel Ángel Chica hablar de cómo la raya que separa la obra de arte del ridículo es muy fina. Decir baby en una canción puede ser bochornoso o no serlo, creo recordar que decía. La palabra es la misma y, sin embargo, hay tantas formas de decir, de pronunciar. Esa es la gran frustración de los que intentamos escribir, que parece muy fácil pero resulta que no lo es en absoluto. Porque las palabras están ahí para todos pero luego hay que mezclarlas y decir cosas con ellas y se acaba diciendo más a través del cómo se dice que a través de lo que se dice abiertamente.