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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Paramos por nosotras, las que ya no están y las que vienen

Este jueves las periodistas también paramos. Paramos como mujeres y paramos como periodistas, puesto que los problemas diarios que tenemos son, en su mayoría, comunes a las mujeres de todo el mundo. Todas sufrimos día a día el machismo de esta sociedad que queda patente en la precariedad laboral, en la inseguridad laboral, en la brecha salarial, en el techo de cristal, en el acoso sexual o en el ninguneo por parte de nuestros compañeros o jefes varones.

Paramos también porque en los medios, tantas y tantas veces, las mujeres son tratadas como personajes secundarios o con estereotipos, sobre todo en el tratamiento que se da a las violencias machistas, que en múltiples ocasiones continua culpabilizando a la víctima y creando entorno a ella un halo de duda. Todo esto ocurre porque las primeras páginas de los periódicos, los guiones de informativos de radios y televisiones están realizados por hombres, bajo su visión, sin el enfoque femenino, que tanto necesita esta sociedad.

Paramos para que algunos de nuestros compañeros no nos puenteen y prefieran hablar con otros compañeros masculinos antes que con nosotras para tomar mínimas decisiones. Paramos para que la presencia de las mujeres en las tertulias y la opinión sea igualitaria, para que dejen de estar copadas por los directores y redactores jefes, siempre, masculinos.

Paramos porque la conciliación laboral y familiar en nuestra profesión son antagónicas. Nuestro oficio prioriza el trabajo presencial, que unido a la libre disposición de días y horas, hace que sea misión imposible desconectar y mucho menos, evitar ir con la lengua fuera todos los días para poder cuidarnos mínimamente.

Paramos porque los niveles de precariedad en nuestra profesión son bochornosos. El desempleo en el sector periodístico durante 2017 se distribuye en un 64% mujeres frente a un 36% hombres. A esto se añade que el 83,3% del sector masculino que trabaja con un contrato en periodismo lo hace con carácter indefinido, mientras que en las mujeres el porcentaje es del 70,1%. A esto se une una desigualdad vergonzosa en la ocupación de altos cargos periodísticos, ya que hay 27 mujeres frente a 73 hombres que ocupan puestos directivos. Un techo de cristal difícilmente franqueable mientras no haya políticas públicas que faciliten la conciliación de la vida laboral y familiar.

Paramos para que dejen de vernos como peligrosas cada vez que reivindicamos el reconocimiento de nuestro papel en este mundo: en el que somos profesionales, madres, cuidadoras.

Paramos porque nos faltan todas nuestras compañeras que han sido asesinadas por el hecho de serlo, más de 1.000 mujeres ha sido asesinadas en los últimos 14 años y no hay una seguridad efectiva que nos garantice seguir vivas, que nos garantice que denunciando vamos a solucionar el acoso y el maltrato al que todas alguna vez en nuestra vida hemos o vamos a estar expuestas.

Paramos por las juanas que han sido criminalizadas por proteger a sus hijos e hijas de padres maltratadores que jueces y juezas no han sabido ver, muchas veces por falta de formación y especialización sobre las violencias machistas. Porque es necesario y urgente que haya más formación específica del personal judicial, policial y sanitario para tratar correctamente a las mujeres afectadas por las violencias machistas, porque dedicándole los recursos necesarios podríamos prevenirlas mejor y podríamos proteger a nuestras mujeres.

Paramos porque estamos en deuda con las mujeres que llevan lustros peleando porque se hagan efectivos nuestros derechos, los derechos de la mitad de la población del mundo: las cerilleras de Sevilla en 1893, las obreras de A Coruña que en 1903 hicieron huelga para que se les aumentase el jornal, las ebanistas de Alicante que en 1932 fueron disparadas, las sufragistas británicas a las que obligaron a comer de forma violenta, las obreras textiles de Petrogrado, la lucha de las argentinas por los feminicidios…

Paramos porque en esta sociedad patriarcal sufrimos directamente el machismo, porque son siglos de sometimiento y porque ya es hora de que se nos escuche y valore. Y porque vamos a seguir haciéndonos oír hasta que este mundo, el periodístico, nos trate como iguales.

Este jueves 8 de marzo paramos, pero nuestra lucha es imparable.

Este jueves las periodistas también paramos. Paramos como mujeres y paramos como periodistas, puesto que los problemas diarios que tenemos son, en su mayoría, comunes a las mujeres de todo el mundo. Todas sufrimos día a día el machismo de esta sociedad que queda patente en la precariedad laboral, en la inseguridad laboral, en la brecha salarial, en el techo de cristal, en el acoso sexual o en el ninguneo por parte de nuestros compañeros o jefes varones.

Paramos también porque en los medios, tantas y tantas veces, las mujeres son tratadas como personajes secundarios o con estereotipos, sobre todo en el tratamiento que se da a las violencias machistas, que en múltiples ocasiones continua culpabilizando a la víctima y creando entorno a ella un halo de duda. Todo esto ocurre porque las primeras páginas de los periódicos, los guiones de informativos de radios y televisiones están realizados por hombres, bajo su visión, sin el enfoque femenino, que tanto necesita esta sociedad.