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Póker de ases: Kichi, Monedero, Iglesias y Fernández Díaz

Hace apenas meses la policía española protestaba porque en su formación se sustituyera la Constitución por el catecismo (La policía pide menos Catecismo y más Constitución en su formación). Eran los tiempos del anterior ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, que también condecoraba Vírgenes. Estas condecoraciones, que Le Monde calificó de “un atentado contra el carácter aconfesional del Estado”, fueron muy cuestionadas, y dos organizaciones laicistas, Europa Laica y MHUEL, las recurrieron judicialmente.

El otro día Kichi, el podemita alcalde de Cádiz, le ha dado la medalla de oro de la ciudad a la Virgen del Rosario. Por si acaso alguien se extraña o, quién sabe, incluso se ofende, el teórico Juan Carlos Monedero nos explica que es completamente distinto que Jorge Fernández Díaz le ponga una medalla a una Virgen a que Kichi se la ponga a otra. (¡Ahí va, la virgen!) Como buen retórico, arranca con una frase que podemos suscribir todos sin problemas: “No es lo mismo que un rico se burle de un pobre a que un pobre haga unas risas con la pobreza”. De ahí pasa a afirmar que hay una Virgen de los humildes: al parecer, a esta sí se la puede condecorar sin violentar el carácter de nuestras instituciones, declarado laico en la Constitución, según Monedero.

Como seguramente queden muchos recalcitrantes a los que les cueste entender la argumentación, un servidor entre ellos, el mismísimo Pablo Iglesias echa su cuarto a espadas. Resulta que Podemos puede defender sin rubor la medalla a la Virgen porque este asunto Kichi “lo ha manejado de forma muy laica”.

Ahora lo entiendo todo. Lo que hizo mal Fernández Díaz no era poner medallas a la Virgen, sino no haberlo hecho de una forma “muy laica”. Es una gran reflexión política, que abre posibilidades magníficas. En el futuro no habrá problemas para saquear cajas de ahorro, por ejemplo, siempre que Podemos encuentre un modo muy laico de hacerlo. Y en el pasado, si Hitler hubiera tenido un buen consejero seguramente podría haber dispuesto un modo perfectamente solidario, y completamente laico, de exterminar a los judíos, y ahora sería recordado de modo muy distinto.

Pero, qué quieren, a algunos nos va a seguir rondando la sospecha de que aquello de “si no le gustan mis principios, no se preocupe: tengo otros” ha pasado a ser parte de la formación profesional del político. Aquello le quedaba muy bien a Groucho Marx porque era un chiste, y Groucho un cómico. Pero para que nosotros le confiemos una parte importante de nuestro futuro a alguien hace falta que tenga principios claros, explícitos, y se mantenga fiel a ellos.

Por lo menos una legislatura o dos, que todos somos humanos y no podemos esperar que nuestros representantes sean mucho mejores que nosotros. Una legislatura o dos de las tres o cuatro que les va a costar llegar al consejo de administración de Gas Natural. Pero si acaban de sentarse en el escaño y ya están largando estas cosas, lo que parece es que “La nueva izquierda recorre el camino de la vieja”, pero esta vez, con la lección aprendida, a todo gas. Natural, claro.

Hace apenas meses la policía española protestaba porque en su formación se sustituyera la Constitución por el catecismo (La policía pide menos Catecismo y más Constitución en su formación). Eran los tiempos del anterior ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, que también condecoraba Vírgenes. Estas condecoraciones, que Le Monde calificó de “un atentado contra el carácter aconfesional del Estado”, fueron muy cuestionadas, y dos organizaciones laicistas, Europa Laica y MHUEL, las recurrieron judicialmente.

El otro día Kichi, el podemita alcalde de Cádiz, le ha dado la medalla de oro de la ciudad a la Virgen del Rosario. Por si acaso alguien se extraña o, quién sabe, incluso se ofende, el teórico Juan Carlos Monedero nos explica que es completamente distinto que Jorge Fernández Díaz le ponga una medalla a una Virgen a que Kichi se la ponga a otra. (¡Ahí va, la virgen!) Como buen retórico, arranca con una frase que podemos suscribir todos sin problemas: “No es lo mismo que un rico se burle de un pobre a que un pobre haga unas risas con la pobreza”. De ahí pasa a afirmar que hay una Virgen de los humildes: al parecer, a esta sí se la puede condecorar sin violentar el carácter de nuestras instituciones, declarado laico en la Constitución, según Monedero.