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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Política de prime time

Pues resulta que el gran vencedor del debate de investidura no fue ni Mariano Rajoy, ni la gestora del PSOE, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias y ni siquiera Gabriel Rufián; el auténtico triunfador fue Sálvame, ya que Telecinco fue la única de las cadenas potentes que no ofreció la retransmisión en directo.

Pero además resultó una auténtica goleada, porque mientras que el programa que presenta Jorge Javier Vázquez obtuvo un share de pantalla del 20,2%, los especiales del debate de investidura se quedaron lejísimos y tuvieron que conformarse con las migajas del pastel televisivo: Antena 3 (9,4%), La Sexta, (8,9%), La 1 (5,4%) y Cuatro (2,6%).

Yo creo que estos datos tendrían que llamarnos a la reflexión porque la conclusión es meridiana: el telespectador se aburre soberanamente con los debates parlamentarios y sale corriendo incluso cuando lo que se discute tiene no poca trascendencia. Me parece que los políticos deberían tomar buena nota porque me da la impresión de que han aburrido tanto a la audiencia que han convertido el Congreso de los Diputados en el residuo televisivo que compite con los documentales de La 2.

Hablando de televisión, me pareció muy poco lograda la comparecencia de Pedro Sánchez ante los medios en la mañana del sábado. Un líder es alguien que guía a los demás, pero una referencia no puede aparecer balbuceante y lloroso, no creo que eso trasmita mucha seguridad. Ternura igual sí, pero no seguridad.

Luego, su negativa a responder las preguntas de los periodistas tampoco es de recibo porque recordó otras infaustas comparecencias a través de una televisión de plasma. En imágenes planas o en 3D, no le veo mucha diferencia a presentarte ante los medios y contar tu relato sin admitir preguntas. Por cierto, esto que ahora llamamos relato, es lo que hasta hace poco conocíamos como “rollo”.

Curiosamente, en la noche siguiente, el exsecretario general del PSOE se presentó en el programa de Jordi Évole, donde sí se prestó a profundizar en su rollo (perdón, en su relato). Como periodista, me pareció algo muy poco ortodoxo rechazar a los medios de batalla en la mañana del sábado y tomarse un cafecito con el exfollonero en la tarde del domingo. Para colmo de asombro, entrevistador y entrevistado se presentaron vestidos iguales, con la misma camisa vaquera azul. Pintoresco mimetismo.

En todo caso, me parece reseñable la manera en la que los políticos huyen cada vez más rápido del reportero de trinchera, del que se juega el cocido en cada rueda de prensa, del que no empatiza, del que pregunta justo aquello que no quieren responder, y se van luego de gala a visitar a Bertín o a una tasquilla con Jordi.

Es política de prime time, donde en lugar del escaño rancio ponen de fondo el glamour de una casa de urbanización de lujo o la popularidad del bareto de barrio. Mejor protagonizar la parrilla de programación, que el barullo de la sala de prensa donde los auténticos líderes se enfrentan a los cuchillos de los periodistas y, si salen vivos, al día siguiente recogen la gloria del triunfo en un titular a cinco columnas.

Pues resulta que el gran vencedor del debate de investidura no fue ni Mariano Rajoy, ni la gestora del PSOE, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias y ni siquiera Gabriel Rufián; el auténtico triunfador fue Sálvame, ya que Telecinco fue la única de las cadenas potentes que no ofreció la retransmisión en directo.

Pero además resultó una auténtica goleada, porque mientras que el programa que presenta Jorge Javier Vázquez obtuvo un share de pantalla del 20,2%, los especiales del debate de investidura se quedaron lejísimos y tuvieron que conformarse con las migajas del pastel televisivo: Antena 3 (9,4%), La Sexta, (8,9%), La 1 (5,4%) y Cuatro (2,6%).